Todo este asunto se solucionaba muy fácilmente. Prohibición inmediata bajo pena capital de no expresarse en otro idioma que no sea el castellano. Y no me refiero en nuestro país, no. En todo el mundo, en Internet, en todo Así no habría que traducir nada. O, por contrario, imponer la obligación a los niños de conocer todos los idiomas del mundo antes de acabar el instituto. ¿Qué os parece? Yo doy ideas, planteo preguntas, soy un filósofo
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