¿Alguien recuerda el decálogo de Horacio Quiroga? Siempre hablan de él los expertos, pero no lo tengo a mano...
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¿Alguien recuerda el decálogo de Horacio Quiroga? Siempre hablan de él los expertos, pero no lo tengo a mano...
Yo vengo al rescate Curro, ahí tienes un aperitivo, por cierto, está subtitulado como el "decálogo para el perfecto cuentista"...
I
Cree en un maestro- Poe, Chejov, Maupassant, Kipling- como en Dios mismo.
II
Cree que su arte es una cima inaccesible. No sueñes en domarla. Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás sin saberlo tú mismo.
III
Resiste cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que ninguna otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga
paciencia.
Gracias, es que me apetecía discutir...
Sobre el consejo I decir que no estoy muy de acuerdo :) No creo que haya que tener ningún dios a la hora de escribir. Probablemente, el hecho de adorar a escritores importantes tenga consecuencias no del todo positivas. Para empezar, podemos deprimirnos al darnos cuenta que somos incapaces de llegar al nivel de esa literatura. Para los escritores noveles creo que se da una sensación muy habitual a leer un texto de este tipo. Da la sensación en un primer momento que algo “tan sencillo” lo puede escribir cualquiera. Cuando nos sentimos atraídos por un relato o un cuento, pensamos: “Bueno, eso puedo hacerlo yo”. El problema llega cuando nos ponemos a ello, que la cosa ya resulta tan sencilla.
Faltaría más, que el señor Curro estuviese de acuerdo. Me recuerdas a ese chascarrillo que dice algo así como: “¿De qué habláis?, que me opongo”. :)
Bueno, quizás Quiroga se refiera más bien a que esos escritores actúen como referencia de nuestra labor. Es decir, tener una serie de autores y libros de cabecera que a los que acudir en caso de dificultades. Y más aun, yo creo que también indica la extrema necesidad de leer mucho si se quiere escribir bien. Recuerdo las palabras de un escritor actual, no demasiado conocido, cuyo nombre no citaré :), que aseguraba ufano que escribió muchos de sus relatos sin antes haber leído nada de ese género. Así mismo, y gustándose mucho en su parlamento, continuaba aseverando que no necesitó ningunos consejos externos para empezar a escribir. Sentirse orgulloso de la propia ignorancia sobre tu actividad artística no es la mejor manera de afrontar la misma. Vamos, un Curro cualquiera ;)
¿Huelo sangre? ¿El espíritu de Pepe, el del Madrid, anda suelto por el foro?
Pues no conozco esa lista de consejos ni al tal Quiroga, así permaneceré atento. No quiero acabar como ese escritor “innombrable” del que hablas, Vero. Yo también creo que es bueno tener referencias, y por qué no, dioses también. Quizás yo idolatro demasiado a algunos artistas y escritores. Y de momento, esa idolatría no me perjudica. Tal vez, porque aun no me a escribir esas obras maestras que os he anunciado, pero llegarán :cool:
En serio, creo que siempre hay que leer. Estar en contacto continuo con la lectura es una buena manera de afrontar el reto de escribir. Y si dentro de la lectura tienes unos cuantos héroes tampoco pasa nada.
No diré “vamos por partes, como diría Jack El destripador” porque está muy visto, así que “vamos por partes, como diría Pepe”.
Creo que, como suele ser habitual, me estáis malinterpretando. ¿He dicho yo algo de que no haya que leer para escribir bien? ¿Animo a la gente a que se sienta satisfecho de su supina ignorancia? Lo único a lo que me refería, es que no conviene tener dioses (al menos, humanos) ni en la literatura ni en ningún sitio. Soy iconoclasta, en su acepción primigenia, es decir, no tolero los iconos.
Creo que si un escritor novel aspira a emular a Tolstoi, lo tendrá bien jodido cuando se ponga a escribir. Y me refiero, sobre todo, a la gente muy joven interesada por la literatura (¿Queda alguien?) Algunos de estos chavales, pueden sentirse muy deprimidos si encuentran que lo que ellos veían tan fácil, se vuelve muy complicado en el momento en que se enfrentan a “la hoja en blanco”. Y paro de momento, porque tras los hachazos de Vero, tengo molestias en el bíceps femoral :p
Como los del Barça, Curro. Cuídatelo, porque son lesiones que, a la larga, se pueden complicar. Bueno, yo entiendo en parte lo que dices. Un exceso de idolatría, como todos los excesos, puede ser perjudicial. Pero, por otro lado, yo que tengo la sensación que tengo más cerca la adolescencia que vosotros :p (si es que la he superado, qué no lo sé) os puedo decir que todos, en mayor o menor medida, hemos tenido nuestros ídolos, hemos querido ser estrellas del rock, y cosas de ese tipo.
Los ídolos literarios pueden contribuir a aumentar la pasión por las letras, eso llevará a leer más, lo que mejorará las posibilidades de que esa persona pueda ponerse ante “la hoja en blanco” con éxito.
No se me enfade Curro, pero creo que el primer consejo del señor Quiroga hay que interpretarlo como dice Manolo, como una invitación a seguir a los clásicos. Quizás su calificación de “dioses” lleve a engaño.
Yo pienso que antes de ponerse a escribir hay que tener una sólida base. Y esta, solo se puede conseguir leyendo. Y no cualquier cosa. La mejor manera es tener bien presentes a aquellos escritores y obras que han marcado una época. Varios de los que Quiroga cita pueden ser guías de estilo, como lo pueden ser muchos otros. En el fondo Quiroga se refiere al tipo de enseñanza clásica, cada vez más venida a menos, en la que uno debe ser aprendiz y seguir a un maestro. Es una buena manera de aprender un oficio. Y escribir, no deja de ser un oficio como otro cualquiera.
Por cierto, ¿es estrictamente necesario hacer un comentario futbolístico en cada intervención :D? No sé muy bien quién ese Pepe del que habláis, pero yo no tengo nada de violenta ni doy patadas, por lo general…
Bueno, bueno… Leyéndoos un poco, y sin que sirva de precedente os voy a dar un poco la razón. Lo que pasa es que me asusta mucho eso de calificar como “Dios” a alguien que desempeña un trabajo satisfactoriamente. Me da pavor esa tendencia social de idolatrar a determinadas personas, sean escritores o entrenadores de fútbol :D
Pero volviendo a lo nuestro; sin duda alguna, cualquier persona que tenga la intención de iniciar una carrera en el ámbito literario tiene la necesidad imperiosa de tener una relación estrecha con la literatura. No creo que ese escritor al que te refieres, Vero, haya llegado muy lejos con su actitud. Aunque en muchas actividades artísticas de hoy en día, se viene premiando unas aptitudes un tanto discutibles. Es decir, “triunfan” muchas propuestas de dudoso valor. Pero esto es otra historia.
¿Y el segundo consejo? Es un poco más ambiguo ¿no? Yo creo que se refiere a que el arte tiene un punto de inspiración que no se puede controlar. No sé, quizás me lo expliquéis vosotros mejor.
Quiroga está tratando de tranquilizar al escritor novel. Intenta evitar que este se obsesione en exceso con llegar a la “cima de su arte” con demasiada celeridad. Dominar el propio estilo es una tarea ardua que requiere mucho trabajo y dedicación. Y una excesiva obsesión con ella puede venir aparejada de la depresión a la que me refería antes. Hay que dejar “cocer a fuego lento” nuestro estilo literario, nuestras creaciones.
Por tanto, “no sueñes en domarla”, no te anticipes porque tal vez no lo consigas, al menos del modo en el que lo has soñado. Por eso, Manolo no sueñes “con tu obra maestra”. Ve poco a poco, trabajando, mejorando. Y tu obra maestra llegará “sin saberlo tú mismo”. ;)
¿A sí cuando consiga mi primer best-seller, no me enteraré ni yo? Supongo que a la hora de mi mirar mi cuenta corriente, sí seré consciente ¿o, no? :D
Por ahí iban los tiros entonces. La actividad literaria no es algo puramente racional, sino que depende también de la inspiración. Por eso, supongo que hay que tomárselo con calma.
Bueno Manolo, yo sí creo que la actividad literaria es bastante racional. Considero que la inspiración está algo sobrevalorada. Muchos expertos consideran que el buen resultado artístico se consigue con mucho trabajo y una pequeña porción de talento o inspiración. Y no, al revés. Es decir, el mito del escritor, agarrado a una botella de absenta esperando a las musas, está algo trasnochado.
Incluso la inspiración de la que tú hablas se puede trabajar. Para lograr llegar a las idea conviene trabajar la mente. Si la mente no se haya despierta, en contacto con el mundo, exterior e interior, la inspiración no suele llegar. Y no me refiero a ir a un centro comercial a hablar con las dependientas, ni pasar un fin de semana de bar en bar, sino a tener una actitud abierta con nuestra propia sensibilidad hacia el mundo y hacia nosotros mismos. Esto, explicado así, de manera un poco extraña, es el eje de la buena inspiración.
Muy bien Vero, estoy de acuerdo con vuestras mercedes. Me gusta eso de estar abierto a nuestra sensibilidad. Conviene potenciar nuestros sentidos y sensibilidades. Y para ello hay que tener, al menos un pie, en el mundo. Ello se puede conseguir leyendo, hablando, o simplemente, mirando por la ventana. Pero si miramos y no vemos nada, no lograremos encender la mecha de nuestra inspiración. Ya que tú te has puesto rara, yo más ;)
Por eso Quiroga advierte de que el dominio de todos los mecanismos de nuestro arte llegará con el tiempo, y no hay que precipitarse. Otro día hablaremos del “lanzamiento de malos textos” a la basura, como consecuencia de esa precipitación.
“Si miramos y no vemos nada, no encenderemos la mecha de nuestra inspiración”, no está mal Curro. Voy entendiendo un poco, no del todo, pero un poco sí :confused: Yo sé un poco del maravilloso arte del lanzamiento de textos a la basura… Aunque creo que debría lanzar más...
Paciencia, Manolo. Fíjate en el tercer consejo en el que se invita a no imitar a no ser que el “influjo sea demasiado fuerte”. Yo diría que no imites nunca sea cual sea el influjo. Hay una gran cantidad de escritores que plagian de manera más o menos velada a otros. La imitación no es el camino. Ni aun en época de recesión de ideas, nunca debe transitarse ese camino. Es solo mi opinión claro. Pero sí podemos inspirarnos en otros.
¿Dónde está la línea que separa la imitación de la inspiración? Si somos honestos con nuestro trabajo no tendremos ninguna dificultad en diferenciar ambas cosas. Lo vemos de manera más flagrante en el mundo de la música, con remesas de grupos que son copias de anteriores. Y lo hacen sin ningún rubor, remitiendo a una especie de “homenaje”. Es engañarse a uno mismo y tratar de engañar a los demás.
Yo creo que la diferencia entre imitar e inspirarse, es bastante delgada, al menos en literatura. Aunque imitar no quiere decir plagiar. De todas formas, en parte, estoy de acuerdo contigo Curro. Leer una novela de un escritor novel que se asemeja en exceso a la de un escritor consolidado no es la mejor manera de empezar. Aunque muchos grandes escritores empiezan así. En muchas entrevistas podrás leer a diferentes creadores admitiendo que en un principio copiaron a sus ídolos. Ahora me viene a la cabeza Darren Aranofsky, el director de “Cisne Negro”, que en una entrevista aseguraba con bastante sentido del humor que siempre se había inspirado en David Lynch, y que en su primera película, llamada “π”, directamente le había copiado. Al menos fue honesto. Y fíjate que yo no había caído, pero si es cierto que esa película y “Cabeza Borradora” de Lynch tienen bastantes similitudes.
Sí, se parecen esas dos pelis, y las dos están bien. Puede que sea inevitable cierta imitación en los primeros pasos de nuestra actividad artística. Al menos, en el periodo de aprendizaje en la enseñanza clásica había que empezar copiando a nuestro “maestro”. Por eso Quiroga dice que el desarrollo de la personalidad (literaria) conlleva una larga paciencia.
Aun así insisto que la copia o imitación deliberada no es el camino. Pero estoy muy de acuerdo con Quiroga en que las cosas hay que tomarlas con calma. En este sentido, este consejo está en relación con el II. Está insistiendo en que un escritor, o un cuentista en esta caso, debe tener mucha paciencia para ir mejorando poco a poco. E incluso empeorar, en ocasiones…
¿Empeorar? ¿Pero bueno, voy a ir hacia detrás? :D
Sí, me habéis convencido. Mi obra maestra, mi best-seller, no llegará tan rápido como creía. Y eso que ya tenía contratados a varios “negros”. Tendré que despedirlos :rolleyes:
Bueno, que nos liamos, más consejos de Quiroga:
IV
Ten fe ciega no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas. Ama a tu arte como a tu novia, dándole todo tu corazón.
V
No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas.
VI
Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia: "Desde el río soplaba el viento frío", no hay en lengua humana más palabras que las apuntadas para
expresarla. Una vez dueño de tus palabras, no te preocupes de observar si son entre sí consonantes o asonantes.
¿Ama a tu arte como a tu novia? Pero… ¿literalmente? Este Quiroga… ¿qué nos está sugiriendo? Qué… :o
Manolo, que te pierdes… Quiroga en el IV consejo está reflexionando sobre el deseo de triunfo. Imagino que Curro tendrá algo en contra de este consejo, y no tardará en disentir. En mi opinión Quiroga intenta rebajar el nivel de stress de un cuentista novel aconsejándole que no se crea lo que no es. Y algo así como que “si lo deseas mucho, al final lo conseguirás”…
Pues no estás equivocada Vero. Este parece más bien un consejo de manual de autoayuda y, perdonad mi tecnicismo, pero “apesta”. Y si lo que pretende es rebajar el nivel de stress de un escritor que empieza hablándole de triunfo, logra exactamente lo contrario. Si alguien empieza a escribir “para triunfar”, mejor que se dedica a otra cosa, tipo invertir en bolsa o algo así.
El problema reside en el término triunfo que según la RAE tiene los siguientes significados:
triunfo.
(Del lat. triumphus).
1. m. Acción y efecto de triunfar (‖ quedar victorioso).
2. m. Éxito en cualquier empeño.
3. m. En ciertos juegos de naipes, carta del palo de más valor.
4. m. Lo que sirve de trofeo que acredita el triunfo.
5. m. burro (‖ juego de naipes).
6. m. En la antigua Roma, entrada solemne en la ciudad de un general vencedor con su ejército.
7. m. Obra de arte que representa un triunfo romano, y, en general, la que exalta la victoria de un personaje histórico, bíblico o mitológico, o, alegóricamente, de una virtud cristiana. Triunfo de Maximiliano, de Galatea, de la Fe. Los triunfos de San Rafael en Córdoba.
8. m. Acción de triunfar (‖ gastar mucho).
9. m. Arg. Baile de pareja suelta e independiente, de coreografía variada, aunque estructurado siempre como danza de esquinas. En sus coplas se repite el nombre de la danza a modo de estribillo.
Como vemos el triunfo está emparentado directamente con el éxito que a su vez:
éxito.
(Del lat. exĭtus, salida).
1. m. Resultado feliz de un negocio, actuación, etc.
2. m. Buena aceptación que tiene alguien o algo.
3. m. p. us. Fin o terminación de un negocio o asunto.
Ojo al segundo significado. “Buena aceptación que tiene alguien o algo” ¿Es eso entonces lo que buscamos? ¿Triunfar para tener éxito, para ser aceptados? ¿Venerados? Ahí os lo dejo… :)
Curro, estos días no tomas la pastilla ¿no? :P Yo voy a escribir con el único fin de entrar solemnemente en mi ciudad acompañado del ejercito. Ese es mi fin, y sé que algún día lo haré :cool: Con tanques, helicópteros, carros de combate… De todo. Y yo con mi best-seller en la mano y una corona de laurel en la cabeza.
En el fondo creo que todos los artistas buscan ser aceptados, y el desarrollo de su actividad busca el éxito. Quizás muchos no lo admitan, pero el ser humano es así. Somos unos arrogantes deseosos de que nos acepte el otro.
Creo que sé por dónde vas Curro. Probablemente Quiroga no vaya tan allá, pero sí que el ardor del triunfo puede ser contraproducente. Pero también genera la búsqueda continua de mejora en nuestro arte. Y eso es positivo. Como todo hay que tratar de buscar el término medio. Buscar el triunfo sin obsesionarnos. Si es que esto es posible.
Pues fijaos lo que dice Rudyard Kipling, uno de los dioses de Quiroga:
"Al éxito y al fracaso, esos dos impostores, trátalos siempre con la misma indiferencia."
Y no puedo estar más de acuerdo. Tanto el éxito, como el fracaso, el triunfo o la derrota, no son más que impostores que nos alejan del camino correcto, al menos en la literatura y en otras artes. Si buscamos con tanto “ardor” el éxito, no encontraremos otra cosa que fracaso.
Lo que me recuerda la frase de Leopoldo María Panero, "el fracaso es el más resplandeciente de los triunfos"...
Bueno, Curro. Ahí has estado muy fino. Este Quiroga se contradice, pues. Me habéis vendido este decálogo como la piedra filosofal del buen cuentista y es un fraude. ¿O no?
No, no. No es un fraude. Algunos de los consejos que ha escrito Vero son acertados. Lo que yo trato de hacer es cuestionar algunos puntos que no creo que sean de ayuda para un escritor novel.
La ardorosa búsqueda del éxito no es buena en ninguna actividad de la vida. Es mi opinión. Tú te refieres a que en el fondo, todos los escritores buscan ser “aceptados”. En parte tienes razón. Eso está en estrecha relación con una especie de eterna debilidad humana, que busca sin cesar el sentido de su vida en la aceptación social. Una persona de éxito a nivel social es una persona válida.
Cuando tú entres solemnemente en tu ciudad acompañado de tanques y carros de combate sentirás el aroma de la victoria. “Smells like victory”, como decía Robert Duvall en Apocalypse Now. Pero ¿y luego qué? ¿Qué hay después del éxito? El vacío. Una persona que logra un gran éxito tiene dos sensaciones que corren paralelas: satisfacción y vacío. ¿Y ahora qué?, se pregunta. ¿Ha merecido la pena todo esto? El éxito es un impostor, una cortina de humo que nos oculta el verdadero objetivo. ¿Cuál es? Eso tiene que responderlo cada uno :confused: Yo tengo el mío.
Bueno, a ver, que se os está yendo un poco la pinza ¿no? ¿Carros de combate? ¿Apocalypse Now? ¿Si no hacéis comentarios de fútbol tenéis que hacerlos de guerra? :p
Creo que nos estamos excediendo con Quiroga, sobre todo tú, Curro, que le sacas punta a todo. El uruguayo solo trata de animar al escritor a confiar en su arte y su determinación. No hay más que eso.
Touché. Yo solo trataba de evitar que Manolo no se obsesionase con el éxito, pero obviamente, el tiro me ha salido por la culata. Ahora ya solo sueña con su entrada solemne en Roma.
Mirad. El consejo V es mucho más concreto y acertado. “Nunca empieces un cuento sin saber a dónde vas”. ¿De qué está hablando aquí? De planificación. Escribir es planificar. En la mayor parte de géneros una adecuada preparación previa es la primera piedra para lograr un buen texto.
Para empezar deberemos tener una idea para desarrollar. Y no vale cualquier idea que nos venga a la cabeza. Un consejo muy sencillo es llevar siempre una libreta con nosotros y apuntar cualquier idea que tengamos en cualquier momento. O en el mismo móvil.
Ese es el Curro que me gusta, el académico ;) Es cierto, la planificación es esencial a la hora de escribir. Yo misma utilizo tu técnica. Y siempre llevo un pequeño cuaderno donde tomo notas. Notas que, en la mayor parte de los casos, no llegan a ninguna parte, pero nunca sabremos de que frase va a surgir un buen trabajo. Y no pensemos, en “ya me acordaré”. Porque si no lo apuntas, NO te acordarás.
No te acordarás, no. En otro momento quizás hablemos más del tema de la planificación porque cada escritor tiene su método, y muchos escritores importantes han hablado sin tapujos de sus fórmulas.
Pero conviene aquí centrarse en eso de las tres primeras líneas. Creo que lo habíamos comentado con los consejos de Hemingway. El inicio, las primeras frases, las primeras palabras deben ser claves. Debemos atraer la atención del lector, sobre todo en cuentos cortos y no digamos ya en microrrelatos. Planifiquemos bien lo que queremos contar y pongamos toda nuestra pericia en el comienzo de nuestro cuento.
Muy bien, me lo apunto en mi nueva libreta. ¿La libreta tiene que ser de alguna marca concreta? ¿Márgenes o sin márgenes? ¿Renglones o en blanco? :p
¡Atención, atención! ¡Tenemos un cachondo en la sala!
Hay muchos escritores que dedican más tiempo a la planificación que a la fase final de escribir. Eso va un poco a gusto de cada uno. Los hay que necesitan tenerlo todo clarísimo a la hora de redactar la versión final, y otros que gustan más de cierta improvisación y que el acto de escribir se vaya retroalimentando.
Me gusta eso de la retroalimentación. Muchos escritores lo utilizan. Y bueno, probablemente, sea inevitable. Es la propia historia que va creciendo la que genera nuevas ideas. No obstante, eso es más bien para desarrollo largos tipo novela y no tanto para pequeños cuentos o microrrelatos.
Yo sigo defendiendo la planificación. Pero es cierto que una cosa es decirlo y otra hacerlo. Planificar exige mucha paciencia. Al llegar a la conclusión de que tenemos una buena idea nos lanzamos veloces a escribir, simplemente porque nos apetece hacerlo. Pero, en ocasiones, es la mejor manera de destrozar una buena idea.
Paladea una buena idea, dale vueltas, organízala, desarróllala, y luego, sí, escribe.
Buenooo… Sita Vero, perdóneme usted. A ver, sin duda, la planificación debe ser una fase importante, pero como dice Curro hay veces que apetece escribir. Supongo que esos primeros escritos pueden hacer las veces de borradores para la versión final. Aunque ya os digo, yo, principiante de los principiantes en el arte de microrrelatar, puedo decir que mi primer borrador es ya la versión final :cool:
Has tocado un tema trascendental Manolo: el borrador. Esos borradores son parte de la planificación, parte de la primera fase del proceso de gestación literaria. Si aspiramos a realizar trabajos serios buscando la calidad, se hace necesario, aunque no imprescindible, el manejo de los borradores.
Todo depende del tiempo que queramos o podamos dedicarle. No siempre es necesario hacer un borrador. El propio proceso creativo nos lo irá marcando. Si en nuestra cabeza tenemos diáfana la historia y su desarrollo, escribámosla. Sin embargo, muchas veces eso no ocurre y el uso de borradores es la mejor manera de desmenuzar nuestra historia para lograr ir avanzando.
Ya que estáis hablando de borradores, mirad lo que dijo el Sr. Raymond Carver:
Raymond Carver describe lo que sucede cuando escribe un relato
Escribo rápidamente el primer borrador, como dije. En general, manuscrito. Simplemente lleno las páginas tan rápidamente como puedo. En algunos casos, uso una especie de taquigrafía personal, notas de lo que haré más tarde, cuando vuelva al relato. A veces tengo que dejar algunas escenas inconclusas, incluso no escritas; son ésas las escenas que requieren más tarde un meticuloso cuidado, pero dejo algunas escenas para la segunda o tercera revisión, porque hacerlas bien me llevaría demasiado tiempo en el primer borrador. Ahí se trata de conseguir un bosquejo, el sostén del relato. Después, en las revisiones siguientes me ocupo del resto. Cuando termino la versión manuscrita, mecanografío una segunda versión y de ahí parto. Siempre me parece diferente, mejor, por supuesto, si está mecanografiada. Cuando estoy escribiendo a máquina la primera versión, empiezo a reescribir y a agregar y quitar un poco. El verdadero trabajo viene después, cuando ya he hecho tres o cuatro versiones. Lo mismo ocurre con los poemas, aunque los poemas pueden tener cuarenta o cincuenta versiones. Donald Hall me dijo que a veces escribe cien versiones de sus poemas. ¿Se imagina eso?
Buff, lo dejo. ¡Hala, hasta luego! :p
No te asustes Manolo. Estamos hablando de uno de los mejores relatistas de la historia literaria contemporánea. El era un profesional. La mayor parte de nosotros, solo somos aficionados. No tenemos tiempo para hacer cien versiones de un poema. Que también hay que trabajar y demás.