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Menudas artimañas las de Zeus. Si el “jefe” del Olimpo tenía que hacer eso para ligar, ¿qué nos espera a los demás? :D Supongo que era el stress que generaba su tarea de gobierno divino de los cielos y de la tierra. No solo tenía que lidiar con los humanos, también con los propios dioses. Y claro, de vez en cuando, se daba una vuelta por el mundo de los humanos para divertirse un poco.
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Si echas un vistazo a la vida que tuvo Zeus, comprenderás un poco su “stress”. Su historia es fascinante. Y siempre me gustó, sobre todo, su origen.
Zeus es hijo de Cronos (Saturno) Su padre se había hecho con el poder tras derrocar a Urano, su propio padre. Cuando Cronos recibe un presagio en el que se cuenta que él también será derrocado por uno de sus hijos, decide tragárselos, literalmente. Seguro que tenéis en mente el famoso cuadro de Goya “Saturno devorando a sus hijos”. Pues bien, la madre de Zeus, Rea, decide ocultar a su hijo, y le da Cronos una piedra envuelta en pañales. Zeus se cría en Creta con la famosa cabra Amaltea. Una vez pasada la niñez, se enfrenta a Cronos al que obliga a “escupir” a sus hermanos. Zeus, Poseidón y Hades se repartirán el poder, quedando Zeus como el dios del cielo y del aire.
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Bueno, ahora entiendo mejor que Zeus necesitase esos divertimentos mundanos. Menuda familia, con el padre comiéndose a sus hijos. Y luego no sé si tendría también sus problemillas con los hermanos en relación a la división de poderes. La suerte le fue esquiva a Hades, que le tocó reinar en el mundo de los muertos. En el fondo, no hay duda de que la vida de los dioses era un reflejo de la de los humanos, con sus pequeños triunfos y dramas cotidianos. El amor, la rivalidad, los celos… Todos estos sentimientos tan mundanos afectaban también a los dioses a pesar de su carácter divino.
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Bueno, pido perdón por adelantado, pero el cuento que viene a continuación es bastante “atrevido”.
Erosión
Narra Filoctetes que, paseándose por los caminos de Tracia, país proclive a la lujuria, observó que las estatuas del dios Príapo estaban mutiladas en sus partes pudendas. Preguntó a los hombres por qué habían cometido esa terrible profanación, que podía acarrearles algún castigo del dios.
Los hombres respondieron:
"Al contrario, nos colma con sus bendiciones. En otros tiempos las estatuas lucían un falo colosal, adornado con flores y con frutos. Pero la devoción de nuestras mujeres poco a poco fue haciendo desaparecer esos formidables cipotes".
Filoctetes apunta, como al descuido, que las estatuas eran de bronce, de mármol o de piedra granítica.
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:D No se preocupe Vero, estamos curados de espanto. Este cuento lo recuerdo perfectamente. Tiene mucha… fuerza. No hay duda de que las mujeres de Tracia eran proclives a la lujuria. Querían lo mejor, y si no lo encontraban con sus maridos, pues ahí estaban las estatuas de los dioses. :D
Filoctetes era un héroe griego, famoso entre otras cosas por dar muerte a Paris, el verdadero causante de la guerra de Troya al haber raptado a Helena.
Por cierto, como comentario literario, y dejando al margen lo picante del cuento conviene fijarse en la importancia que tiene el título en esta clase de pequeños cuentos o microrrelatos. En este caso con “Erosión” nos da una información muy útil sobre la historia acentuando la ironía de la narración.
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Mucha ironía tenía el Deveni sí, con esas señoras erosionando esas pobres estatuas que no tenían cómo defenderse. Además como Filoctetes apunta, cometiendo terribles profanaciones. Si es que… las tracianas, como todo el mundo sabe… :p
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¿Las tracianas? ¿Insinúas algo, Manolo? :P Bueno, como compruebo que os gustan, os dejo otro par de cuentos, de los más picantes:
Mote justo
A cierta Herminia la apodaban Democracia porque, según decían los vecinos, en su vientre se juntaba todo el pueblo.
Decadencia
La Esfinge (cuerpo de león, rostro y pechos de mujer) les planteaba a los caminantes un acertijo y, como no atinaban a descifrarlo, los devoraba. Fue Edipo quien la venció.
Apenas el monstruo le hizo la inextricable pregunta: "¿Quién es el único animal con tres patas?", él respondió: "Yo", y se alzó la clámide para demostrar que no mentía.
Muda de rabia, otros sostienen que de admiración, la Esfinge nunca más recobró la voz y pasó el resto de sus días como una de las tantas curiosidades y rarezas que el dueño de un circo ambulante exhibía a los pasmados espectadores.
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No insinuaba nada, querida Vero. Pero las tracianas, son como son, estén donde estén, que no lo sé muy bien. Buen apodo ese de “democracia”.
Y Edipo era como Makelele el que jugó en el Madrid, que según decían las malas lenguas, o buenas, según se mire, era un animal con tres patas… :D
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Bueno, bueno… Como era de esperar ya no se nos está yendo un poco la pinza. Para relajar los ánimos os digo cuál fue el enigma de la esfinge según Aristófanes, el célebre creador del género cómico ya en época helenística:
“Existe sobre la tierra un ser bípedo y cuadrúpedo, que tiene sólo una voz, y es también trípode. Es el único que cambia su aspecto de cuantos seres se mueven por tierra, aire o mar. Pero, cuando anda apoyado en más pies, entonces la movilidad de sus miembros es mucho más débil”.
La Esfinge, era una especie de monstruo que mataba a todo aquel que intentara descifrar su acertijo. Fue Edipo el que lo acertó:
“Escucha, aun cuando no quieras, Musa de mal agüero de los muertos, mi voz, que es el fin de tu locura. Te has referido al hombre, que cuando se arrastra por tierra, al principio, nace del vientre de la madre como indefenso cuadrúpedo y, al ser viejo, apoya su bastón como un tercer pie, cargando el cuello doblado por la vejez”.
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¿Edipo fue aquel que mató a su padre para casarse con su madre, no? ¿El del complejo de sí mismo? :D Bueno, hoy estoy aprendiendo una cantidad de cosas… Muy poco prácticas, pero ya veréis que bien voy a quedar en mi próxima conversación de barra de bar. No, es broma. De verdad que estos cuentos me están pareciendo muy buenos. Parece que Marco Deveni tenía un gran sentido del humor. Una de las cosas más importantes, saber reírse, incluso de los dioses. Sí, se puede claro. Y parece que los griegos sí se reían un poco con los suyos.