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Otras de sus frases en las que hablaba del mundo, del amor y reflexionaba acerca de la hipocresía fueron:
“Ser puritano, mojigato o predicador es malo. Ser las tres cosas a la vez me recuerda los peores excesos de la Revolución Francesa”.
“Los salvajes parecen tener puntos de vista similares a los que la gente cultivada sobre la mayoría de los temas: están demasiado avanzados”.
“Mientras la guerra sea considerada como mala, conservará su fascinación. Cuando sea tenida por vulgar, cesará su popularidad”.
“Hay tres clases de déspota: el que tiraniza el cuerpo, el que tiraniza el espíritu y el que tiraniza el cuerpo y el espíritu a la vez. Al primero se le llama Príncipe; al segundo, Papa y al tercero, Pueblo”.
“Sí: soy un soñador. Porque un soñador es aquel que sólo encuentra su camino a la luz de la luna y cuyo castigo es ver el alba antes que el resto del mundo”.
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Oscar Wilde fue un poeta nacido en Doublin, Irlanda el 16 de octubre de 1854 en una familia con un alto poder adquisitivo y de grandes conocimientos intelectuales y brotes culturales. Sus cualidades básicas eran ser un poeta, ensayista, novelista y dramaturgo. Estudio en la preparatoria Trinty College de Doublin, mientras que sus estudios académicos fueron cursados en la universidad de Oxford, gracias a que adquirió una beca por sus grandes trabajos en latín y griego.
Uno de sus poemas se titula A mi mujer, y dice así:
“No puedo escribir majestuoso proemio
como preludio a mi canción,
de poeta a poema,
me atrevería a decir.
Pues si de estos pétalos caídos
uno te pareciera bello,
irá el amor por el aire
hasta detenerse en tu cabello.
Y cuando el viento e invierno endurezcan
toda la tierra sin amor,
dirá un susurro algo del jardín
y tú lo entenderás”.
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Cuando Oscar Wilde cumplió 24 años recibió el galardón de Bachelor of Arts con máximos honores. Desde ese momento en adelante, ya radicado en la ciudad de Londres, publico obras de gran repercusión tanto en poesía, novela, ensayo y también en teatro, como por ejemplo Lady Windermere, en 1892, Una mujer sin importancia en 1893, Ernesto 1895 y La balada de la cárcel Reading en 1898 entre otras obras. Otro de sus poemas se llama Amor intelectual y dice:
“A menudo pisamos los valles de Castalia
y de antiguas cañas oímos la música silvana,
ignorada del común de las gentes;
e hicimos nuestra barca a la mar
que Musas tienen por imperio suyo,
y aramos libres surcos por ola y por espuma,
y hacia lar más seguro no izamos reacias velas
hasta bien rebosar nuestro navío.
De tales despojados tesoros algo queda:
la pasión de Sordello y el verso de miel
del joven Endimión; altivo Tamerlán
portando sus jades tan cuidados, y, más aún,
las siete visiones del Florentino.
Y del Milton severo, solemnes armonías”.
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Oscar Wilde tuvo una particularidad en su vida, ya que entre esos años exitosos de grandes obras, en 1895 fue condenado dos años de cárcel por sus relaciones homosexuales con el hijo de Marqúes Queensberry. Otro poema de este gran poeta inglés es Apología, y dice:
“¿Es tu voluntad que yo crezca y decline?
Trueca mi paño de oro por la gris estameña
y teje a tu antojo esa tela de angustia
cuya hebra más brillante es día malgastado.
¿Es tu voluntad -Amor que tanto amo-
que la Casa de mi Alma sea lugar atormentado
donde deban morar, cual malvados amantes,
la llama inextinguible y el gusano inmortal?
Si tal es tu voluntad la he de sobrellevar
y venderé ambición en el mercado,
y dejaré que el gris fracaso sea mi pelaje
y que en mi corazón cave el dolor su tumba.
Tal vez sea mejor así -al menos
no hice de mi corazón algo de piedra,
ni privé a mi juventud de su pródigo festín,
ni caminé donde lo Bello es ignorado”.
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Oscar Wilde fue un referente del esteticismo, donde realizó varias actividades literarias. Publicó un libro de poemas, también conferencias en Estados Unidos y Canadá sobre la historia del “Renacimiento inglés” donde luego volvió a Londres para trabajar prolíficamente como periodista partidario. Uno de sus poemas se llama Casa de la ramera y dice así:
“Seguimos la huellas de pies que bailaban
hacia la calle alumbrada de luna
y nos detuvimos bajo la casa de la ramera.
Adentro, por sobre estrépito y movimiento,
oímos los músicos tocando a gran volumen
el «Treues Liebes Herz» de Strauss.
Como formas extrañas y grotescas,
realizando fantástico arabesco
corrían sombras detrás de las cortinas.
Vimos girar los fantasmales bailarines
al ritmo de violines y de cuernos
cual hojas negras llevadas por el viento.
Igual que marionetas tiradas de sus hilos
las siluetas de magros esqueletos
se deslizaban en la lenta cuadrilla”.
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Oscar Wilde es reconocido por su mordaz, su porte elegante y extravagante y su excelente diálogo bien nutrido con contenidos intelectuales, Oscar se convirtió en una de las mayores eminencias de esos tiempos. El poema Casa de la ramera sigue de la siguiente manera:
“Tomados de la mano
bailaban majestuosa zarabanda;
y el eco de las risas era agudo y crispado.
veces un títere de reloj apretaba
la amante inexistente contra el pecho,
y otras parecía que querían cantar.
A veces una horrible marioneta
se asomaba al umbral fumando un cigarrillo
Como cosa viviente.
Entonces, volviéndome a mi amor dije,
«Los muertos bailan con los muertos,
el polvo se arremolina con el polvo».
Pero ella escuchó el violín,
se apartó de mi lado y entró:
entró el Amor en casa de Lujuria.
Súbitamente, desentonó la melodía,
se fatigaron de danzar el vals,
las sombras dejaron de girar.
Y por la larga y silenciosa calle
en sandalias de plata asomó el alba
como niña asustada”.
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Hacia 1890 Oscar Wilde doblego su pensamiento sobre la supremacía del arte en una serie donde se interrelacionaban diálogos y ensayos, e incorporó contenidos de decadencia, duplicidad y belleza para conformar su única novela reconocida mundialmente y reproducida en muchos idiomas, El retratote Dorian Gray.
En esa obra reflejo la oportunidad de mostrar con gran precisión los detalles estéticos y combinarlos con temas sociales de la época e incursionarlos en el teatro. En la capital francesa París, presentó Salomé en francés, pero esa obra fue censurada ya que contenía personajes bíblicos que estaban prohibidos para la época. Otro de sus poemas es La rebelión y dice:
“El cielo está manchado con espasmos de rojo,
huyen las brumas envolventes y las sombras;
el alba se levanta desde el mar
como una blanca dama de su lecho.
Y caen flechas melladas, insolentes
a través de las plumas de la noche,
y una ola larga de luz gualda
rompe en silencio sobre torre y casa,
y extendiéndose amplia sobre el campo inculto
un batir de alas que despiertan al vuelo,
castaños que se agitan en la copa
y ramas con estrías de oro.
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Oscar Wilde en su máximo esplendor de fama y éxito, donde su mayor obra de todos los tiempos “La importancia de llamarse Ernesto” era un éxito total en los tratros de todo Europa, tuvo una confrontación legal muy fuerte contra el padre de su amante por difamación, calumnias e injurias. Luego de una sucesión de juicios interminables, fue encontrado culpable por el delito de “indecencia grave” lo cual fue encarcelado por dos años y obligado a realizar trabajos forzados para la comunidad. Quisiera compartir el poema El salón dorado, que dice:
“Sus manos de marfil en el teclado
extraviadas en pasmo de fantasía;
así los álamos agitan sus plateadas hojas
lánguidas y pálidas.
Como la espuma a la deriva en el mar inquieto
cuando muestran las olas los dientes a la brisa.
Cayó un muro de oro: su pelo dorado.
Delicado tul cuya maraña se hila
en el disco bruñido de las maravillas.
Girasol que se vuelve para encontrar el sol
cuando pasaron las sombras de la noche negra
y la lanza del lirio está aureolada”.
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En su estadía en al prisión Oscar Wilde escribió entre otras obras, una extensa carta llamada “De Profundis”, donde contaba su viaje espiritual que realizó luego de los juicios, un pasado contradictorio con su anterior filosofía hedonista. Otro de sus poemas dice:
“Poco me maravilla la osadía de Basanio
de arriesgar todo lo que tenía al plomo,
o que el orgulloso Aragón bajara la cabeza,
o que Marroquí de corazón en llamas se enfriara:
pues en ese atavío de oro batido
que es más dorado que el dorado sol,
ninguna mujer que Veronese mirara
era tan bella como tú a quien contemplo.
Aún más bella cuando con la sabiduría por escudo
al vestir la toga severa del jurista
y no permitieras que las leyes de Venecia cedieran
el corazón de Antonio a ese judío maldito.
¡Oh Portia!, toma mi corazón: es tu debido pago;
no he de objetar a ese aval”.
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Luego de la purga de su condena Oscar Wilde partió a Francia de inmediato donde fue allí donde escribió su última obra “La balada de la cárcel de Reading”, una prosa donde contaba su dura estadía en la cárcel contando momentos íntimos vividos. Su poema, Flores de amor, dice:
“Amor, no te culpo; la culpa fue mía,
no hubiera yo sido de arcilla común
habría escalado alturas más altas aún no alcanzadas,
visto aire más lleno, y día más pleno.
Desde mi locura de pasión gastada
habría tañido más clara canción,
encendido luz más luminosa, libertad más libre,
luchado con malas cabezas de hidra.
Hubieran mis labios sido doblegados hasta hacerse música
por besos que sólo hicieran sangrar,
habrías caminado con Bice y los ángeles
en el prado verde y esmaltado.
Si hubiera seguido el camino en que Dante viera
los siete círculos brillantes,
¡Ay!, tal vez observara los cielos abrirse, como
se abrieran para el florentino”.