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Entre los años 1961 y 1962 Luis Cernuda se desempeña como profesor visitante en San Francisco mientras que en México se publica su libro Desolación de la Quimera. Entre 1962 y 1963 vuelve a impartir un curso en Los Ángeles y el 5 de noviembre de ese año fallece en la Ciudad de México y es enterrado pocos días después en la sección española del Panteón Jardín. Más de sus hermosos versos para compartir y disfrutar:
“Que yo mismo manché con aquellas juveniles traiciones;
por ti me encuentro ahora, constelados hallazgos,
limpios de otro deseo,
el sol, mi dios, la noche rumorosa,
la lluvia, intimidad de siempre,
el bosque y su alentar pagano,
el mar, el mar como su nombre hermoso;
y sobre todo ellos,
cuerpo oscuro y esbelto,
te encuentro a ti, tú, soledad tan mía,
y tú me das fuerza y debilidad
como el ave cansada los brazos de la piedra.
Acodado al balcón miro insaciable el oleaje,
oigo sus oscuras imprecaciones,
contemplo sus blancas caricias;
y erguido desde cuna vigilante”.
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Luis Cernuda nunca ocultó su homosexualidad, por lo que en España se lo veía como un personaje raro, ya que no tenían la mente muy abierta a estas cuestiones, sobre todo con la llegada del general Franco. Eso le valió de aislamientos aunque en otros países de Europa, como Francia, estas cuestiones comenzaban a verse públicamente. Otros de sus poemas dice:
“Soy en la noche un diamante que gira advirtiendo a los hombres,
por quienes vivo, aún cuando no los vea;
y así, lejos de ellos,
ya olvidados sus nombres, los amo en muchedumbres,
roncas y violentas como el mar, mi morada,
puras ante la espera de una revolución ardiente
o rendidas y dóciles, como el mar sabe serlo
cuando toca la hora de reposo que su fuerza conquista.
Tú, verdad solitaria,
transparente pasión, mi soledad de siempre,
eres inmenso abrazo;
el sol, el mar,
la oscuridad, la estepa,
el hombre y su deseo,
la airada muchedumbre,
¿qué son sino tú misma?
Por ti, mi soledad, los busqué un día;
en ti, mi soledad, los amo ahora”.
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Algunos de los temas recurrentes en la poesía de Luis Cernuda eran la soledad, el aislamiento, la o la indiferencia. También escribía sobre el deseo de que hubiera un mundo que no lo condenase por su condición homosexual. Las elegías que escribió a poetas muertos fueron muy bellas, como lo fue la que le dedicó a Federico García Lorca luego de muerte. Más e sus versos:
“Como leve sonido:
hoja que roza un vidrio,
agua que acaricia unas guijas,
lluvia que besa una frente juvenil;
Como rápida caricia:
pie desnudo sobre el camino,
dedos que ensayan el primer amor,
sábanas tibias sobre el cuerpo solitario;
Como fugaz deseo:
seda brillante en la luz,
esbelto adolescente entrevisto,
lágrimas por ser más que un hombre;
Como esta vida que no es mía
y sin embargo es la mía,
como este afán sin nombre
que no me pertenece y sin embargo soy yo”