He aquí un fragmento de esta gran obra de la literatura erótica mundial, uno de los libros que logró retratar explícitamente la sexualidad de la china clásica. Uno de los libros, que sin lugar a dudas, integran el top de las novelas más eróticas de los últimos tiempos:
Ximen Qing había comenzado desde joven a frecuentar callejas y callejones de los barrios de placer, y mantenía a algunas de las mujeres que allí vivían. En la base de su miembro llevaba un anillo de plata, fundido con hierbas medicinales. (...)
Poco después la mujer se deshizo de sus vestidos; Ximen Qing la acarició con su mirada y observó que en su pubis no había un solo pelo; era claro y fragante, terso e hinchado, suave y prometedor; rojo y arrugado, pero tenso y firme. Amado por mil, anhelado por diez mil. (...)
Vean sino este gran fragmento en donde los dos personajes se encuentran, observen cómo describe el autor la sensualidad y sexualidad de estos dos cuerpos que se encuentran:
Ximen Qing no podía contener su admiración. La tomó en su regazo, levantó su falda y vio aquel par de piececillos cubiertos por unos zapatitos de satén negro ala de cuervo, justo de medio palmo. Su corazón estaba henchido de gozo. Charlaron pasándose uno al otro las copas de vino. La mujer preguntó a Ximen Qing su fecha de nacimiento, a lo que él respondió:
-Soy tigre, tengo veintisiete años. Nací el 28 del séptimo mes, a medianoche.
La mujer preguntó de nuevo:
-¿Cuántas esposas tienes en casa?
-A parte de mi humilde esposa -respondió Ximen Qing-, tengo tres o cuatro compañeras, pero ninguna me satisface.
-¿Y cuántos hijos?
-Solo tengo una hija que tarde o temprano se casará. No tengo más hijos.
Después de cruzar una serie de preguntas intencionadas, Ximen Qing sacó de su manga una cajita cilíndrica de plata por fuera y de oro por dentro, con pastillas de té perfumadas, que le ofreció con la punta de la lengua. Se abrazaron y sus lenguas se deslizaron como serpientes en medio de un sonido perceptible de succión.
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