“El último hombre”, eso es una peli de Bruce Willis. Se refiere entonces a Bruce Willis. Bueno, sí que podría ser el último hombre, sobre todo cuando interpreta a John MaClaine en la Jungla de Cristal :cool:
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“El último hombre”, eso es una peli de Bruce Willis. Se refiere entonces a Bruce Willis. Bueno, sí que podría ser el último hombre, sobre todo cuando interpreta a John MaClaine en la Jungla de Cristal :cool:
Ay Manolo, eres un caso. Esperemos que Bruce Willis no sea el último hombre sobre el planeta…
Es curioso que el traductor cite “Ecce Homo”, ese libro al que yo me referí antes. Se supone que ese último hombre, el peor, es el último en la escala humana, antes de la llegada del superhombre. Por cierto, creo que se comentó antes. Pero este “superhombre” fue muy mal interpretado por varios de los creadores ideológicos del nazismo de época de Hitler. Y atribuyeron sus cualidades a la raza aria. Para llevar a cabo su siniestro plan se basaron en fuentes con mucho peso en la cultura alemana. Eran “muy malos”, pero no eran tontos.
Sí, a eso me referí yo más arriba. El superhombre era un caramelo para las ambiciosas mentes que generaron el nazismo. Su concepto, muy simplificado, fue utilizado para dar forma a todo aquello de la superioridad de la raza aria.
En el apartado VI Zarathustra habla con un titiritero:
Al poco tiempo el destrozado recobró la consciencia y vio a Zarathustra arrodillarse junto a él. «¿Qué haces aquí?, dijo por fin, desde hace mucho sabía yo que el diablo me echaría la zancadilla. Ahora me arrastra al infierno: ¿quieres tú impedírselo?»
«Por mi honor, amigo, respondió Zarathustra, todo eso de que hablas no existe: no hay ni
diablo ni infierno. Tu alma estará muerta aún más pronto que tu cuerpo: así, pues, ¡no
temas ya nada!»
Nietzsche acude a los miedos del cristianismo tradicional, para negarlos repetidamente a lo largo de la obra. En este caso se refiere al infierno, uno de los temas más recurrentes de esta religión. Recordemos la división entre cielo e infierno y el temor de los fieles a, una vez muertos, ser llevados al “inframundo” si cometían pecados. Por el contrario, la promesa de la salvación eterna para aquellos que eran “buenos”, era la esperanza para soportar la vida terrenal. Esto, que a lo mejor, a nuestros ojos resulta ya aparentemente olvidado, era muy importante para las personas de otras épocas.
Claro. El cielo y el infierno actuaban como un gran peso psicológico para los seres humanos. Por eso, en esa escena el titiritero teme la llegada del diablo que le lleve al infierno. Sin embargo Zarathustra niega todo eso, invitándole a que deje de temer por algo que “no existe”.
Dicha escena termina con la muerte del titiritero tranquilo y sereno gracias a las palabras del profeta:
El hombre alzó su mirada con desconfianza. «Si tú dices la verdad, añadió luego, nada
pierdo perdiendo la vida. No soy mucho más que un animal al que, con golpes y escasa
comida, se le ha enseñado a bailar.»
«No hables así, dijo Zarathustra, tú has hecho del peligro tu profesión, en ello no hay nada despreciable. Ahora pereces a causa de tu profesión: por ello voy a enterrarte con mis propias manos.»
Cuando Zarathustra hubo dicho esto, el moribundo ya no respondió; pero movió la mano como si buscase la mano de Zarathustra para darle las gracias.
Me gusta esa parte. Por lo que parece Zarathustra también podía ser compasivo y facilito la muerte tranquila del otro personaje. Supongo que para las personas muy religiosas, esa dualidad cielo e infierno se hace dura. Si sabemos que todos nuestros actos pueden tener una consecuencia en el “más allá”, se genera una excesiva tensión, como la que tenía el titiritero. Aunque a buen seguro que si un buen cristiano nos habla de este tema lo verá como algo positivo. A mí, vaya por delante, me parece respetable, aunque la enseñanza del Zarathustra en el último aliento de vida del otro personaje me parece de alabar.
Sí Manolo, en esa escena Zarathustra muestra una actitud compasiva por ese hombre ya que lo considera distinto a los personajes del pueblo donde hizo una de su primeras predicaciones.
En uno de los apartados posteriores Nietzsche vuelve al tema de la virtud. El título ya lo expone claramente “De las catedrales de la virtud”:
Pocos saben esto: pero es necesario tener todas las virtudes para dormir bien. ¿Diré yo
falso testimonio? ¿Cometeré yo adulterio?
(…)
Su sabiduría dice: velar para dormir bien. Y en verdad, si la vida careciese de sentido y
yo tuviera que elegir un sinsentido, éste sería para mí el sinsentido más digno de que se lo
eligiese. Ahora comprendo claramente lo que en otro tiempo se buscaba ante todo cuando se
buscaban maestros de virtud. ¡Buen dormir es lo que se buscaba, y, para ello, virtudes
que fueran como adormideras!
No es un tema sencillo, obviamente. Y quizás sea una de la cosas buenas que tiene la filosofía, que nos permite sacar conclusiones dispares. De hecho siempre se ha dicho que la filosofía se encarga de plantear preguntas y nosotros debemos encontrar las respuestas, si es que existen. En este caso, Zarathustra, como dices tú Vero, parece ironizar sobre la virtud cristiana o tradicional cuando comenta esas preguntas que nos hacemos antes de dormir: ¿Cometeré yo adulterio? Si tenemos limpia nuestra conciencia podremos dormir bien. Pero, ¿es realmente la virtud lo que buscamos? ¿O es un mecanismo para encontrar esa tranquilidad de la conciencia?
Yo creo que os estáis complicando un poco ¿no? ¿Cuánto echo de menos ahora a mi profesor de filosofía del instituto? Aquel señor calvo con barba blanca y bigote que siempre con una sonrisa nos hablaba de los temas más complicados del mundo. O aquel otro, es que tuve varios…, siempre corriendo por los pasillos, nervioso, y que no sabía hablar sin escupir un poco a los de las primeras mesas :eek: En fin, sobre este tema de la virtud, estoy un poco perdido y no sé si Nietzsche se refiere a que debemos tenerlas o no.
Ahora viene un capítulo que siempre me ha encantado. En la edición que yo leí se titulaba “De los de detrás del mundo”, sin embargo, en la que ahora tengo yo a mano se llama “DE los trasmundanos”. Todo esto nos lleva a señalar un tema que no tiene nada que ver con Nietzsche. Y es el de la importancia de las traducciones. En este caso del alemán. Muchos significados varían de un libro a otro, lo cual me hace plantearme nuevas preguntas. Lo más adecuado es que el traductor no solo sea un experto en la materia a traducir si no que tenga unos sobrados conocimientos del idioma y ambas cosas nos siempre van de la mano.
Ebrio placer es, para quien sufre, apartar la vista de su sufrimiento y perderse a sí mismo.
Ebrio placer y un perderse a-sí-mismo me pareció en otro tiempo el mundo.
Este mundo, eternamente imperfecto, imagen, e imagen imperfecta, de una contradicción
eterna - un ebrio placer para su imperfecto creador: - así me pareció en otro tiempo
el mundo.