Frases de Friedrich Wilhelm Nietzsche
Humano, demasiado humano de 1878
- Durante el sueño, el hombre, en las épocas de civilización y rudimentaria, aprende a conocer un segundo mundo real; tal es el origen de toda metafísica.
- La perfecta claridad de todas las representaciones en el sueño, que descansa en la creencia absoluta en su realidad, nos recuerda los estados de la humanidad anterior, en los que la alucinación era frecuente y se enseñoreaba de tiempo en tiempo de comunidades enteras a la vez y aún de pueblos enteros. Así, en el sueño rehacemos una vez más la tarea de la humanidad anterior.
- El error ha hecho al hombre bastante profundo, para hacer proceder de él las religiones y las artes.
- Aun el hombre más razonable tiene necesidad de volver a la Naturaleza, es decir, a su relación fundamental ilógica con todas las cosas.
- Somos, por nuestro destino, seres ilógicos, y por lo mismo injustos, y, sin embargo, no podemos reconocerlo. Tal es una de las mayores y más irresolubles inarmonías del universo.
- La brevedad de la vida humana conduce a muchas afirmaciones erróneas sobre las cualidades del hombre.
- Pueden prometerse acciones, pero no sentimientos, porque éstos son involuntarios. Quien promete a otro amarlo siempre u odiarlo siempre o serle siempre fiel, promete algo que no está en su mano poder cumplir; lo que puede prometer son actos o manifestaciones, que si bien ordinariamente son consecuencia del amor, del odio, de la fidelidad, pueden también provenir de otras causas, puesto que caminos y motivos diversos conducen a una misma acción.
- Si las miradas bastaran para matar, ya habríamos muerto hace tiempo.
- Hay derecho que nos permite tomar la vida de un hombre; no hay ninguno que nos permita tomar su muerte; es pura crueldad.
- La maldad no tiene por fin esencialmente el sufrimiento del otro, sino su propio gozo, bajo la forma, por ejemplo, de un sentimiento de venganza o de una fuerte excitación nerviosa.
- Cuando un hombre rebaja su talento únicamente para ponerse al nivel del lector, comete un pecado mortal que éste no le perdonará nunca, suponiendo, por supuesto, que se dé cuenta de ello. Puede uno decirle al hombre cosas atroces, pero enalteciendo su vanidad.
- El mejor escritor es aquel que se avergüenza de serlo.
- Debería considerarse a todo escritor como un malhechor que en muy contados casos merece perdón y gracia. Este sería un remedio contra la invasión de los libros.
- Cuando dos antiguos amigos se vuelven a encontrar después de una larga separación, sucede muchas veces que afectan tener interés por cosas que les han llegado a ser completamente indiferentes; a veces lo notan ambos y no se atreven a descorrer el velo, a causa de una duda un poco triste. Así es como ciertas conversaciones parecen sostenerse en el reino de los muertos.
- Cuando nos transformamos radicalmente, nuestros amigos, los que no se han transformado, se convierten en los fantasmas de nuestro propio pasado; su voz resuena en nuestros oídos como si viniera de la región de las sombras, como si nos oyésemos a nosotros mismos, más jóvenes, pero más duros y menos maduros.
- La mediocridad es la más feliz de las máscaras que puede usar un espíritu superior, porque el gran número, es decir, los mediocres, no sospechan que en ello haya engaño; y, sin embargo, por esto es por lo que se sirve de esta arma el espíritu superior: para no irritar, y, en casos no raros, por compasión y bondad.