Noches Blancas (Luchino Visconti, 1957)
El cine clásico italiano tiene un sello característico, la vida late en sus planos como en ningún otro cine europeo. “Noches Blancas” de Visconti es uno de esos ejemplos de relato cinematográfico sabiamente estructurado apoyado en una fotografía y una puesta en escena deslumbrante. Ayer noche pude ver esta preciosa película basada en la novela de Fedor Dostoievski. Visconti sabe jugar bien la baza de partir de un relato del gran escritor ruso del XIX, poniendo el mayor énfasis en una ambientación lúgubre y sombría, pero también ensoñadora y onírica, que nos sitúa en una ciudad italiana de provincias. La historia narra el encuentro casual de dos almas en pena en búsqueda del amor. Por un lado el gran Marcello Mastroianni, aun joven en este papel y Maria Schell, una actriz que no llegó a explotar, pero que en este film logra a través de sus ojos soñadores mostrar al espectador el drama del amor. Una película romántica de una belleza plástica sobresaliente recomendable para aquellas personas nostálgicas de amor. La última secuencia en el puente, que sirve como hito de esta historia, es una verdadera maravilla visual que cierra una película que nos sirve de fantástico ejemplo de fusión de cine y literatura.