Los escritorios son las piezas secretas de los escritores. Son aquellos lugares donde el escritor se sienta para crear su obra, es su espacio, su lugar, su eternidad.
El gran escritor Franz Kafka ha escrito, un 24 de diciembre de 1910 en su cuaderno, la siguiente reflexión sobre el poder de los escritorios:
“He examinado mi escritorio con más atención y he visto que nada bueno se puede hacer sobre él. Hay tanto desparramado, un desorden sin proporción y sin la compatibilidad de las cosas desorganizadas que hace que, de otra forma, el desorden sea tolerable. Que reina el desorden no más sobre su tapete verde no más, lo mismo pasa en las orquestas de los viejos teatros. Pero que bollos de viejos periódicos, catálogos, postales, cartas, todos se asomen por debajo de los cajones, en forma de escalera, este estado indigno de las cosas, arruina todo...”