Los mitos como sistemas de ideas y creencias atraviesan la vida de las personas todo el tiempo. Y de tal modo que no podríamos vivir sin ellos: son los que le dan sentido a nuestra vida. Pero esos mitos no son necesariamente religiosos o provenientes de literaturas arcaicas. Por su parte, por ejemplo, Adorno y Horkheimer vieron en la destrucción de los mitos medievales, la emergencia de un nuevo mito: el de la técnica y el progreso en un mundo atestado de cambios sociales, políticos, religiosos y económicos.
Los mitos están en todas las culturas y en todas las sociedades, y son la fuente de cohesión de éstas. Por contraposición al Logos, que es un discurso racional, lógico y objetivo del espíritu que piensa un mundo que es exterior a él, el Mithos constituye el discurso de la comprensión subjetiva, singular y concreta de un espíritu que se adhiere al mundo y lo siente desde el interior, como señala en su ensayo “El método III” Edgar Morin. Es decir, que el mito es una construcción del ser humano y una creencia de fe pero no solamente de religiosidad, sino de vida.