El Martín Fierro, es el clásico de la literatura Argentina. Esta compuesto por una Ida y una Vuelta cantado en primera persona. En la ida Fierro pierde todo para ir a la frontera y en la vuelta vuelve en busca de sus hijos, de su familia y termina diciendo los consejos más famosos de la literatura Argentina. José Hernández, autor del Martín Fierro, logró poner en sus páginas a la vida y a la voz del gaucho desprotegido que rondaba las tierras argentinas ya sin libertad, excluido y obligado a defender la frontera, a trabajar la tierra del patrón sin buena ganancia, motivos que hicieron del gaucho una de las figuras más ricas no sólo para el país sino para la literatura.
Martín Fierro es un gacho malevo, un gaucho que no acepta las leyes estatales y prefiere vivir en libertad en el campo, siendo un gaucho disidente al que lo persigue la ley. En esta decisión y forma de vida el gaucho Martín Fierro encuentra, para su travesía, la presencia de Cruz. Un guacho que también se rebela contra la ley y cruzan, con Fierro, la frontera para vivir con los Indios.
Lo interesante que sucede, en el campo escritural, respecto al Martín Fierro, es la voz del narrador que aparece en el relato. En la Ida del Martín Fierro nos encontramos, al final del canto XIII, con un narrador que se desprende de la primera persona que enuncia el canto. Este narrador lo que viene a resolver, informar o resumir es que Fierro y Cruz se convirtieron en gauchos desertores y van atravesar la frontera, van a exiliarse. Es decir, es un narrador que va afirmar que todo lo que se contó hasta el momento es verdad.
En “La ida”, el guacho no puede revelarse, porque si lo hace tiene que desertar o instalarse en la frontera usando su cuerpo para el ejercito. El gaucho sabe que no es delincuente, pero la aplicación de la ley estatal es tan fuerte que lo lleva a perder todo.
En la misma voz del guacho encontramos anclado el centro de el debate: qué lugar ocupa el gaucho, quién lo educa, qué leyes lo deben regir y cómo usar su cuerpo, si para el trabajo o para el ejército. Es decir, lo que se pregunta es qué lugar y qué función tiene el gaucho en la sociedad argentina, porque no hay que olvidar que el uso del cuerpo para el ejército y el uso de la voz del gaucho por la cultura letrada, son las alianzas que definen al género como tal.
En “La vuelta, el texto estatal-didáctico por excelencia, se distribuyen las voces de manera diferente a como sucedía en la Ida, en donde son sólo tres las voces que aparecen: la de Fierro, la de Cruz y la del narrador. Pero en La vuelta esas voces proliferan.
En la vuelta, dice Josefina Ludmer: “Hay unificación política y jurídica, porque antes, hubo división y ley diferencial. O existe Martín Fierro como don y héroe del saber porque antes, en la Ida, fue el héroe de la confrontación que desafió la ley diferencial con su propia ley oral."
El espacio de la vuelta es el único momento en donde podemos observar una diferencia entre los dos narradores que hay en la obra. Ya que es en el canto XVI donde se hace presente un locutor letrado, un literato, quien aparece en escena para representar a la institución estatal, a la ley letrada. Con la función de corregir la voz del guacho y enseñarle la ley letrada. Y es aquí, en este momento de irrupción cuando chocan los representantes de las dos instituciones: la voz del guacho y la palabra escrita.
Quise hacer este breve recorrido por la figura del narrador en el Martín Fierro, porque siempre ocurre, cuando uno lee la obra, que se pasa por alto la importancia que tiene la figura del narrador, tanto para la construcción del libro como para la construcción política de un país en vías de dictar leyes de igualdad para los gauchos.