Walter Benjamín, memoria y verdad

El gran legado de Walter Benjamín a la humanidad consistió en la importancia de no olvidar a las víctimas de las guerras, holocaustos y represiones de la historia, ya que mientras la causa de los vencidos no triunfe, siempre serán posibles nuevos holocaustos. Benjamín creó una visión filosófica de la memoria de las víctimas, prohibiendo con fuerza que se las olvidara, ya que temía que la modernidad y el consumismo borraran el pasado y que la única víctima de ese olvido fuera la humanidad.

Dijo Walter Benjamin: “Hay que ver las cosas desde la perspectiva de la redención”. El de la redención era un término recurrente en el pensamiento de Benjamín: decía que desde la redención se puede comprender la práctica política y que desde la redención se puede tener una visión del conocimiento sobre el que se constituye la comprensión colectiva y desde ese lugar analizar el discurso dominante.

El conocimiento para Walter Benjamin también es redentor porque “la verdad que no anula el secreto sino que el hace justicia y el conocimiento que no hace justicia, no puede nunca reclamar la verdad”.

También sostenía que era preciso marcar una perspectiva del conocimiento en la que el mundo aparezca deformado, trastocado y mostrando sus fisuras, porque para que el conocimiento tenga validez, no hay que analizarlo desde lo que es) a lo que el llama realidad mágica) sino que hay que analizarlo desde “hasta qué punto se puede deformar”.

Sus grandes interrogantes fueron:
¿Qué hacemos con las víctimas de la violencia?
¿Qué pasa con los vencidos?

Adorno se refería a él como “la mirada que veía a través e la perspectiva de los muertos” porque fue uno de los pocos pensadores que se animó a analizar y profundizar en las cuestiones sociológicas desde el lugar de la derrota.

Walter Benjamin nació Berlín, en 1892. Estudió filosofía y fue crítico y ensayista. Vivió dos guerras mundiales y la persecución nazi, por lo que muchos historiadores y estudiosos lo catalogan como “una víctima más de la violencia de la historia”. Su vivencia de las guerras le afectó en su visión de la vida y también de sus obras. Creó una visión filosófica del recuerdo de las víctimas, prohibiendo con fuerza que se olvidaran, ya que temía que la “modernidad” o el progreso borraran el pasado y que la única víctima de ese olvido fuera la humanidad.

Una de sus grandes obsesiones fue la violencia solapada que puede existir tras las transformaciones industriales, sociales, estéticas, culturales y políticas provocadas por la modernidad. Los grandes interrogantes sobre los que trabajaba eran: ¿Qué hacemos con las víctimas de la violencia? ¿Qué pasa con los perdedores, con los vencidos, con los desechos de la historia? ¿Podemos concebir alguna esperanza para ellos? ¿Se ha pronunciado ya la última palabra sobre su dolor y su muerte?

En los primeros tiempos Walter Benjamin se acercó al marxismo, pero luego se separó ya que sostenía que el simple materialismo es totalmente incompetente para dar respuestas a esas preguntas vitales, puesto que el pasado está cerrado y los muertos no serán redimidos de ningún modo. Benjamin muestra una profunda sensibilidad por el sufrimiento de las víctimas de la historia. Adorno, se refería a él como 'la mirada que veía el mundo desde la perspectiva de los muertos.'

Los trabajos de Benjamín fueron importantes en varias disciplinas, pero una parte que creo pertinente rescatar, es la de su legado sobre la necesidad de no olvidar a los muertos en las guerras, represiones y holocaustos de la historia, ya que “mientras la causa de los venidos no triunfe, siempre serán posibles nuevos holocaustos”. Esta perspectiva se trasladó a sucesivas generaciones y, fundamentalmente, fueron aplicadas e impulsadas por los familiares de las víctimas de holocaustos y represiones.

Una de las grandes influencias de Walter Benjamin se puede ver claramente en el museo de Austria, el cual está abierto a la comunidad y es un antiguo campo de concentración en Auschwitz. En Argentina, lo mismo ocurre con el Centro Culural de la Memoria Haroldo Conti, el que, en memoria de Haroldo Conti, militante político, guionista de cine y escritor aún desaparecido, víctima de la represión durante la última dictadura militar, se levantó u museo en el predio donde funcionaba la Escuela de Mecánica de la Armada en Buenos Aires.

El periodista Eduardo Jozami, actual director del Centro Cultural H. C., durante una charla que tuvo conmigo explicó que, lejos de significar un “culto al horror” la instauración del museo de la memoria en las instalaciones de la ESMA, es una manera, al “estilo benjaminiano” de recordar y demostrar que la memoria de los desaparecidos aún está presente. Mientras esa memoria esté latente, estará, entonces, la esperanza de la aparición de los restos de muchos argentinos desaparecidos y muertos durante la última dictadura.

“La obra de arte en la era de la reproductibidad técnica” fue un estudio emblemático que desarrolló un pensamiento crítico respecto a las nuevas tecnologías que permitían la reproducción en masa, como es el caso de la fotografía, de las obras de arte, desde una óptica puramente marxista. Bejamin sostenía que “la reproducción técnica de la obra de arte es algo nuevo que se impone en la historia intermitentemente, a empellones muy distantes unos de otros, pero con intensidad creciente”.

Es por ello que para él, el centro del problema estaba era nuevo, sino que residía en el desarrollo técnico que, bajo el modo de producción capitalista, se ha realizado de manera vertiginosa. Además, que la reproductibilidad técnica de la obra de arte, modifica a ésta de varias maneras, “ya que la idea de aquí y ahora remite a una sensación de autenticidad”, por “su existencia irrepetible en tiempo y espacio”.

Los trabajos desarrollados por Benjamín respecto a la era de la reproductividad técnica, han dado lugar a muchas formas de establecer, mirar o realizar críticas exhaustivas del cine, por ejemplo. De hecho, el pensamiento benjaminiano da lugar a entender al cine como una de las mejores herramientas culturales que posee la clase dominante para llegar a las masas con facilidad e imponer determinado pensamiento.

Benjamin postula que la reproducción de imágenes a gran escala puede modificar la sensibilidad receptiva de los espectadores y generar un giro en la comprensión del pasado y el presente histórico, los gobernantes parecen conducir a la cultura de manera vertiginosa hacia los medios audiovisuales. Por eso el pensamiento benjaminiano está presente en la actualidad, ya sea para recuperar la memoria de los caídos o para poner en práctica mecanismo de dominación a través de las herramientas de reproducción técnica. Muchos filósofos y estudiosos están trabajando hoy en día, apoyados en la filosofía de Benjamín, sobre las condiciones que impone la era digital.

En ciertos aspectos el pensamiento de Benjamín coincide con el de Adorno, ya que este último sostiene que:

“La industria de la cultura y de la comunicación permite el estudio objetivo de las bases materiales de la ideología. La ideología se transforma en industria, pero industria de la conciencia puesto que son las psicologías sociales las que entran como productos en el mercado del ocio y del consumo”.

En esta industria ideológica, sin embargo, se hace imprescindible excluir los elementos estéticos e intelectuales que manifiestan un sentido crítico hacia el status quo. La Pseudocultura, en cuanto desvirtuación y debilitamiento de los procesos educativos y culturales, es una consecuencia de esa tecnologización, con métodos de persuasión y manipulación, de las psicologías sociales. El resultado final será la formación de una cosmovisión colectiva en la que la personalidad autoritaria -caracterizada por la sumisión con los poderosos y la humillación y crueldad hacia los débiles- aparece como propia del "ciudadano normal".