Tema: Posmodernismo y pormodernidad

La crítica al posmodernismo y la posmodernidad, por quienes estaban en contra de sus bases y expresiones, nos e hizo esperar. Así fue que diversos autores plantearon bases en cuanto a las carencias y desviaciones del posmodernismo. Tal es el caso de Jürgen Habermas, quien dijo que “Los posmodernistas son jóvenes conservadores que recuperan la experiencia básica de la modernidad estética; reclaman como suyas las confesiones de algo que es subjetivo, liberado de las obligaciones del trabajo y la utilidad y con esta experiencia dan un paso fuera del mundo moderno”.

Algo similar planteó Jean-Francis Lyotard, quien hizo una aguda crítica a los metarrelatos, catalogándolos de “idealistas, iluministas, el cristiano, el marxista y el liberal, incapaces de conducir a la liberación”.

Andrea Huyssen sostiene: “La cultura posmoderna debería ser captada en sus logros y sus pérdidas, en sus promesas y perversiones e intenta defender con sus obras (Dialecta Escondida, Guía de la Posmodernidad...) que si las vanguardias intentaron cambiar el mundo, más lo hizo la tecnología, la industria cultural. El surgimiento de la cultura posmoderna se debió a las nuevas tecnologías que se apoyan en el lenguaje: los medios de comunicación y la cultura de la imagen”.

El modernismo y el posmodernismo se plasmaron en todos los órdenes de la vida y en todas las expresiones sociales: desde las artes hasta la comunicación. Justamente sobre los modelos de comunicación quisiera hablarles hoy: El modelo de la recepción se diferencia y se distancia del modelo de la transmisión. Este tiene basamento en la teoría del "paradigma crítico", es decir, en el estudio de los mensajes que se transmiten en función de la gran "audiencia" o receptores que los reciben. Si nos situamos en hemisferios opuestos, países distintos o inclusive (en ciertos casos) en distintas ciudades de una misma nación, veremos que el conglomerado de gente en cada uno de ellos posee una línea folklórica común y diferente a las demás, lo que podríamos denominar "culturas diversas" pertenecientes a distintos lugares. En esos casos puede suceder que un mismo mensaje con un discurso en particular puede ser recepcionado e interpretado de diferentes maneras según los rasgos "culturales" de cada "masa de audiencia" en particular.

Por ello los efectores del mensaje o "comunicadores" optan "codificar" o elaborar los mensajes teniendo en cuenta la cultura y rasgos característicos de cada masa de audiencia para efectivizar de ese modo la mejor interpretación de los contenidos, sea con fines publicitarios, políticos, religiosos, etc. Pero los receptores o "decodificadores" pueden o no o "aceptar" esos mensajes, oponiéndose a "las influencias" de criterio que intentaron establecer los "codificadores" o comunicadores al confeccionar el mensaje.

La base y orientación de este tipo de modelo de transmisión es elaborada en los medios cuyos cimientos están supeditados a las premisas de sus demandantes: fundaciones, partidos políticos, fábricas, empresas e incluso el mismo Estado orientados todos éstos a canalizar y llegar a las "audiencias" con un propósito determinado. Los medios pueden elaborar y transmitir sus conceptos de diversas formas y géneros: televisión, radio y literatura y a su vez las "audiencias" pueden recibir e interpretar el mensaje señalado en el contexto y bajo los cánones estipulados en cada sociedad.

No siempre los efectos pueden ser los deseados por el transmisor dado que el receptor puede desvirtuar o tergiversar el contenido del mensaje en su interpretación.

Por ejemplo, hay varios tipos de mensaje y estos pueden ser de transmisión, ritual, publicitario y de recepción. El de transmisión resulta el más adecuado en las "instituciones", por ejemplo: reparticiones del Gobierno, escuelas o fundaciones y se utiliza como medio publicitario formativo y educacional.

El ritual se adecua positivamente a lo regido por el arte, las expresiones culturales en general, los juegos, pasatiempos, etc. El publicitario se centra en los fines de los comunicadores para centrar la atención del público con fines económicos o de status y por último, el de recepción refleja que los fines aparentes de captar e intervenir en la interpretación de los mensajes con los efectos deseados al elaborarse, resulta una utopía. Cada uno tiene una aplicación especial y es pensado para un determinado público.

La primera tendencia a fortalecer la "comunicación de masas" ha ido mermando con la aparición de nuevas formas de comunicación más modernas como el uso de Internet (por ejemplo) y ha ido cediendo el "control" o el poder a los receptores.

Bordewijk y Van Kaam, dos expertos en telecomunicaciones de Holanda, citan cuatro puntos fundamentales de comunicación y sus relaciones mutuas": la alocución, la conversación, la consulta y el registro.

La alocución es la forma en que muchos receptores captan una misma señal generada en un solo lugar a la misma vez. Es una comunicación lineal donde resulta difícil que pueda existir una respuesta o "retroalimentación" del mensaje por parte del receptor. Algunos ejemplos claros de lo que he mencionado son las celebraciones pastorales o la misas cristianas, los recitales de música o algunos programas que se transmiten por la televisión o la radio.

La situación, espacio y hora de la comunicación es pautada por el emisor. La conversación es la forma en que los seres humanos se relacionan y comunican entre sí y escogen por ende, el momento de hacerlo, con quién efectuarlo y de qué hablar. No existe un intermediario como efector de los mensajes exceptuando el Chat (en Internet) en que si bien resulta una conversación donde el individuo también elige el momento, el tema y la persona, existe un "centro" o "intermediario" que es el "servidor". Eso es bastante claro.

La consulta se define cuando una persona busca datos específicos de una central, por ejemplo, resultados de encuestas, guías, ordenadores, periódicos, etc. El registro es lo opuesto a la consulta, es decir, un centro operativo recava información de un grupo elegido en los que, muchas veces, éstos no perciben que están siendo evaluados o contabilizados.

Los procesos de comunicación han ido cambiando a lo largo del tiempo y en la actualidad se contemplan bajo normas muy diferentes que en los comienzos de la comunicación de masas casi un siglo antes, considerando relevante el contexto y los cambios sociales que van sucediendo.

El "modernismo" es un término que surge como bien suena de la edad moderna y de sus avances revolucionarios en la industria y el comercio principalmente, que generaron un cambio estructural en materia social. Los sociólogos han aplicado este término desde mediados del siglo pasado para caracterizar a una sociedad "urbanizada", industrial y básicamente conceptuada en un circuito en torno al capital con sus correspondientes consecuencias en la sociedad, la economía y la política, en una constante búsqueda de mejoras productivas y satisfacción en general. Después del modernismo vendrían otros cambios estructurales que afectaron la comunicación de manera muy marcada y se los contaré más adelante…

El cambio del modernismo al posmodernismo tiene un estadio intermedio, que se da en un contexto especial en cuanto a las formas de industrialización. Es así que el paso del "modernismo" a la era "post industrial" toma énfasis cuando la "labor de información" o la aparición de maneras masivas de comunicación se sitúa en un plano más preponderante sobre la industrialización como base de las economías y los capitales. La "información " se constituye entonces como la forma más valiosa en materia económica de este proceso. Podríamos decir que los logros de la industrialización de nuevos y novedosos productos del modernismo sin la función de los medios de comunicación (como propagandas publicitarias o campañas dirigidas) son el nuevo sostén de una nueva visión económica.

El "post modernismo" resulta el término más adecuado para definir estos nuevos procesos que se irán dando con el correr de los años y se harán más marcados cuando aparezcan la televisión y las expresiones audiovisuales en general.