La novela de ciencia ficción

La novela de ciencia ficción parte de lo que es conocido también como narrativa fantástica y también de terror. Su comienzo lo tuvo hacia 1920, aunque por supuesto, algún texto anterior hay como precedente, se toma esa fecha porque allí surgieron los escritores más relevantes en cuanto a este tipo de narración.

Las historias son poco creíbles y, justamente, se basan en hechos alejados de la realidad o que no pueden ocurrir y que están ligados con los adelantos tecnológicos y desarrollos del hombre. Esto da la posibilidad al escritor de utilizar numerosos recursos para construir su relato como viajes espaciales, guerras entre habitantes de distintos planetas, vida en la red (Internet), desastres astronómicos o invasiones extraterrestres.

Uno de los escritores más relevantes del género fue Ray Brudbury, quien en la década del 50 publicó sus libros famosos Farenheit, como también El vino del estío y La feria de las tinieblas, entre una larga lista de obras del género.

Las revistas y diarios que circulaban en las primeras décadas del siglo XX eran un caldo de cultivo para la difusión de los relatos de ciencia ficción. Cerca del 40, aparecieron los que serían los grandes maestros de este género como Arthur C. Clarke y Robert Heinlein.

Si bien no se habían publicado libros de ciencia ficción hasta 1938, fue Heinlein quien hizo que las grandes editoriales lo hicieran, más allá de que los relatos se publicaban en las revistas y tenían gran aceptación de los lectores.

Hacia 1950 hubo un giro en el consumo de los lectores y los diarios y revistas explotaron esta particularidad, por lo que era frecuente que salieran portadas con rostros de monstruos o extraterrestres. Además, los cuentos iban perdiendo terreno y la gente se inclinaba por las lecturas de las novelas. En este contexto tuvo una gran aceptación Ruy Brudbury, en Estados Unidos y Adolfo Bioy Casares, en Argentina.

Rápidamente la ciencia ficción trascendió el papel y estas historias fueron adaptadas para el cine y la televisión. En el caso de la pantalla chica, tuvo lugar las primeras apariciones del género en coincidencia cuanto más aceptación tenía en los lectores. De este modo comenzaron a usarse casi por primera vez los efectos especiales, el maquillaje y las escenografías irreales, de lugares espaciales e imaginarios.

Las producciones televisivas tenían sus pros y sus contras. A favor, contaban con la facilidad para recrear escenas de ciencia ficción a través de los efectos especiales, pero eso era mucho más caro que producir un libro de papel que contara una de esas historias. Así es que el géneros e fue desgastando, un poco por falta de presupuesto y otro por la falta de consumo por parte de la gente. Las series más famosas o las que más duraron al aire fueron Galáctica, Stargate o Star Trek.

Otro de los subtipos de novela es la fantástica, basada, como bien la palabra lo indica en la fantasía. Este tipo de narración abarca desde relatos de ciencia ficción y terror, solo por nombrar algunos. Los primeros esbozos de estas narraciones, en la época moderna, fueron los cuentos de hadas, luego la fábula, ambos surgieron como una manera de explotar y estimular la imaginación de los mas pequeños.

Según el inigualable escritor y pensador italiano, Ítalo Calvino, la novela fantástica se puede dividir en dos partes: una es la fantástica propiamente dicha, también llamada visioanaria que abarca los relatos de fantasmas y de monstruos y por otro, la mental en la que hay un despliegue o explotación de recursos que crean un ambiente sobrenatural e inexplicable.

En ambos casos se puede hablar de literatura fantástica ya que hablar de cosas irreales que no tienen explicación, muchas veces ayudadas con recursos que apelan al desarrollo tecnológico y a fenómenos inexplicables.