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Quiroga está tratando de tranquilizar al escritor novel. Intenta evitar que este se obsesione en exceso con llegar a la “cima de su arte” con demasiada celeridad. Dominar el propio estilo es una tarea ardua que requiere mucho trabajo y dedicación. Y una excesiva obsesión con ella puede venir aparejada de la depresión a la que me refería antes. Hay que dejar “cocer a fuego lento” nuestro estilo literario, nuestras creaciones.
Por tanto, “no sueñes en domarla”, no te anticipes porque tal vez no lo consigas, al menos del modo en el que lo has soñado. Por eso, Manolo no sueñes “con tu obra maestra”. Ve poco a poco, trabajando, mejorando. Y tu obra maestra llegará “sin saberlo tú mismo”. ;)
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¿A sí cuando consiga mi primer best-seller, no me enteraré ni yo? Supongo que a la hora de mi mirar mi cuenta corriente, sí seré consciente ¿o, no? :D
Por ahí iban los tiros entonces. La actividad literaria no es algo puramente racional, sino que depende también de la inspiración. Por eso, supongo que hay que tomárselo con calma.
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Bueno Manolo, yo sí creo que la actividad literaria es bastante racional. Considero que la inspiración está algo sobrevalorada. Muchos expertos consideran que el buen resultado artístico se consigue con mucho trabajo y una pequeña porción de talento o inspiración. Y no, al revés. Es decir, el mito del escritor, agarrado a una botella de absenta esperando a las musas, está algo trasnochado.
Incluso la inspiración de la que tú hablas se puede trabajar. Para lograr llegar a las idea conviene trabajar la mente. Si la mente no se haya despierta, en contacto con el mundo, exterior e interior, la inspiración no suele llegar. Y no me refiero a ir a un centro comercial a hablar con las dependientas, ni pasar un fin de semana de bar en bar, sino a tener una actitud abierta con nuestra propia sensibilidad hacia el mundo y hacia nosotros mismos. Esto, explicado así, de manera un poco extraña, es el eje de la buena inspiración.
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Muy bien Vero, estoy de acuerdo con vuestras mercedes. Me gusta eso de estar abierto a nuestra sensibilidad. Conviene potenciar nuestros sentidos y sensibilidades. Y para ello hay que tener, al menos un pie, en el mundo. Ello se puede conseguir leyendo, hablando, o simplemente, mirando por la ventana. Pero si miramos y no vemos nada, no lograremos encender la mecha de nuestra inspiración. Ya que tú te has puesto rara, yo más ;)
Por eso Quiroga advierte de que el dominio de todos los mecanismos de nuestro arte llegará con el tiempo, y no hay que precipitarse. Otro día hablaremos del “lanzamiento de malos textos” a la basura, como consecuencia de esa precipitación.
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“Si miramos y no vemos nada, no encenderemos la mecha de nuestra inspiración”, no está mal Curro. Voy entendiendo un poco, no del todo, pero un poco sí :confused: Yo sé un poco del maravilloso arte del lanzamiento de textos a la basura… Aunque creo que debría lanzar más...
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Paciencia, Manolo. Fíjate en el tercer consejo en el que se invita a no imitar a no ser que el “influjo sea demasiado fuerte”. Yo diría que no imites nunca sea cual sea el influjo. Hay una gran cantidad de escritores que plagian de manera más o menos velada a otros. La imitación no es el camino. Ni aun en época de recesión de ideas, nunca debe transitarse ese camino. Es solo mi opinión claro. Pero sí podemos inspirarnos en otros.
¿Dónde está la línea que separa la imitación de la inspiración? Si somos honestos con nuestro trabajo no tendremos ninguna dificultad en diferenciar ambas cosas. Lo vemos de manera más flagrante en el mundo de la música, con remesas de grupos que son copias de anteriores. Y lo hacen sin ningún rubor, remitiendo a una especie de “homenaje”. Es engañarse a uno mismo y tratar de engañar a los demás.
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Yo creo que la diferencia entre imitar e inspirarse, es bastante delgada, al menos en literatura. Aunque imitar no quiere decir plagiar. De todas formas, en parte, estoy de acuerdo contigo Curro. Leer una novela de un escritor novel que se asemeja en exceso a la de un escritor consolidado no es la mejor manera de empezar. Aunque muchos grandes escritores empiezan así. En muchas entrevistas podrás leer a diferentes creadores admitiendo que en un principio copiaron a sus ídolos. Ahora me viene a la cabeza Darren Aranofsky, el director de “Cisne Negro”, que en una entrevista aseguraba con bastante sentido del humor que siempre se había inspirado en David Lynch, y que en su primera película, llamada “π”, directamente le había copiado. Al menos fue honesto. Y fíjate que yo no había caído, pero si es cierto que esa película y “Cabeza Borradora” de Lynch tienen bastantes similitudes.
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Sí, se parecen esas dos pelis, y las dos están bien. Puede que sea inevitable cierta imitación en los primeros pasos de nuestra actividad artística. Al menos, en el periodo de aprendizaje en la enseñanza clásica había que empezar copiando a nuestro “maestro”. Por eso Quiroga dice que el desarrollo de la personalidad (literaria) conlleva una larga paciencia.
Aun así insisto que la copia o imitación deliberada no es el camino. Pero estoy muy de acuerdo con Quiroga en que las cosas hay que tomarlas con calma. En este sentido, este consejo está en relación con el II. Está insistiendo en que un escritor, o un cuentista en esta caso, debe tener mucha paciencia para ir mejorando poco a poco. E incluso empeorar, en ocasiones…
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¿Empeorar? ¿Pero bueno, voy a ir hacia detrás? :D
Sí, me habéis convencido. Mi obra maestra, mi best-seller, no llegará tan rápido como creía. Y eso que ya tenía contratados a varios “negros”. Tendré que despedirlos :rolleyes:
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Bueno, que nos liamos, más consejos de Quiroga:
IV
Ten fe ciega no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas. Ama a tu arte como a tu novia, dándole todo tu corazón.
V
No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas.
VI
Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia: "Desde el río soplaba el viento frío", no hay en lengua humana más palabras que las apuntadas para
expresarla. Una vez dueño de tus palabras, no te preocupes de observar si son entre sí consonantes o asonantes.