Al email 17 le he confirmado que Norma Jean Baker se mató.
Al email 18 le he recordado que todo permanece pero cambia, pues lo de siempre se repite mortal en lo nuevo, que pasa rapidísimo.
Al email 19 le he comentado que no me siento obligado a ser perfecto, ni a concentrarme en una sola materia y que varío cuando me da la gana, entregándome a la duda y a la incertidumbre, y a mi estado habitual que es la ignorancia.
Cuando iba a cerrar el ordenador, ha entrado desde Barcelona in extremis el email 20, al que he contestado que no voy a pagarle mi deuda y que lo siento pero voy con prisas, porque salgo de inmediato hacia el barrio de Palermo, donde –ya sabrá disculparme- lo he dispuesto todo para que los acreedores me pierdan para siempre de vista.
Tal vez me envíe otro correo. Da igual. Entiéndaseme, es algo serio y yo sé que definitivo: no leeré más emails.
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