Escribir rodeado de “agua”

“Maldita circunstancia del agua en todas partes.” Así comienza su poema Virgilio Piñera, escritor cubano, en la “Isla en peso”. En este poema el autor desdeña la aventura que sobreviene a un poeta de vivir rodeado de agua.
Piñera fue un poeta que logró sentarse, de manera solitaria, en un bar de la esquina a reflexionar, sobre la poesía y la escritura en una isla, en donde no hay salida y donde alrededor todo se hunde; Y a observar, también, el comportamiento de los habitantes de su país.
“La isla en peso” es un libro de poemas que habla, precisamente, sobre la isla como una clausura, un ahogo. Y habla, también, de la contraofensiva a la necesidad de crear un mito insular, un mito que todos los habitantes de una isla querían realizar. Piñera, en cambio, plantea la idea de que el “peso” es lo que supone ser habitante de una isla, y frente a este idea lo que logra es una transgresión, una negación del mito insular.
Por todo ello y por más es que Piñera, aunque resultó ser un poeta descalificado por muchos habitantes de la isla de cuba, logró, también, un gran reconocimiento por el poder que tenía dicho poeta de ver en las simples cosas de la vida cotidiana la pura poesía.

A continuación comparto un fragmento del poema para observar la importancia y el rol que cumple el "agua" en esa Isla en peso:

"La eterna miseria que es el acto de recordar.
Si tú pudieras formar de nuevo aquellas combinaciones,
devolviéndome el país sin el agua,
me la bebería toda para escupir al cielo.
Pero he visto la música detenida en las caderas,
he visto a las negras bailando con vasos de ron en sus cabezas.
Hay que saltar del lecho con la firme convicción
de que tus dientes han crecido,
de que tu corazón te saldrá por la boca.
Aún flota en los arrecifes el uniforme del marinero ahogado.
Hay que saltar del lecho y buscar la vena mayor del mar para desangrarlo.
Me he puesto a pescar esponjas frenéticamente,
esos seres milagrosos que pueden desalojar hasta la última gota de agua
y vivir secamente.
Esta noche he llorado al conocer a una anciana
que ha vivido ciento ocho años rodeada de agua por todas partes.
Hay que morder, hay que gritar, hay que arañar.
He dado las últimas instrucciones.
El perfume de la piña puede detener a un pájaro.
Los once mulatos se disputaban el fruto,
los once mulatos fálicos murieron en la orilla de la playa.
He dado las últimas instrucciones.
Todos nos hemos desnudado..."