El período isabelino comienza en la segunda mitad del siglo XVI y la primera del XVII, incluye los reinados de Isabel I y Jacobo I, y representa, sin duda, el momento más importante de Inglaterra en el mundo de la literatura y primordialmente en el del teatro. Sin embargo, la poesía también resurgió en el periodo isabelino dejando atrás los temas místicos medievales y redescubriendo los clásicos grecolatinos. El poeta que resalta en ese tiempo es John Donne, el máximo poeta metafísico inglés, ubicado por la crítica entre las letras del mundo isabelino y el barroco.
John Donne fue el poeta rebelde de su tiempo que logró remodelar el estilo de la poesía para ajustarla a su propia personalidad. Este estilo es muy original, ya que el poeta ha logrado, como ningún otro poeta de la época, cantar las diversas manifestaciones humanas hacia el amor, combinando los sentimientos y los pensamientos, la pasión y la razón. Hechos que han logrado hacer una singularidad artística, que un siglo más tarde dio en dominarse poesía metafísica. Este estilo literario, que navega por un espacio lleno de ingenio, perspicacia y también de enigma, está basado en la experiencia del propio poeta, ya que es él quien buscará y encontrará palabras que verbalicen sus estados anímicos e intelectuales en íntima vinculación con el concepto metafísico, un término procedente de las esferas de la filosofía, clave en el proceso intelectual y emocional de John Donne.
Su poesía, su prosa es magnífica gracias a su singularidad como poeta.
A continuación comparto con ustedes un poema para observar cómo juega ese amor y la metafísica en su poesía, que la hace tan original y única.
Alquimia de amor
Algunos que más hondo que yo en la mina del amor han excavado
dicen dónde se halla su céntrica felicidad.
Yo he amado, y poseído, y relatado,
mas, aunque hasta la ancianidad amara, poseyera y refiriera,
ese misterio escondido no habría de encontrarlo.
Todo, ¡ay!, es impostura.
Y como ningún alquimista obtuvo aún el elixir,
mas su marmita repleta glorifica
si por casualidad
algo odorífero o medicinal le sobreviene,
así un deleite pleno y prolongado sueñan los enamorados,
para obtener una noche de estío, de apariencia invernal.
Por esta vana sombra de burbuja ¿habremos de entregar
nuestro bienestar, esfuerzo, honor y vida?
¿En esto amor termina? ¿puede cualquiera
tan feliz ser como yo si soportar puede
la burla breve de una representación de novio?
Ese infeliz amante que asegura,
no es la médula del cuerpo; es de la mente,
lo que él en ella angelical encuentra,
igual jurar podría que escucha en el rudo,
crudo, griterío de ese día, las esferas.
No esperes hallar inteligencia en la mujer: a lo sumo,
dulzura e ingenio; momias, sólo, poseídas.
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