Como el endeble cráneo de los hombres,
a pesar de caber en las dos palmas,
la inmensidad del Universo encierra
y sus ruines paredes no se rajan;
así en el parvo
duomo de mi alma,
está como la aurora tu sonrisa...
¡como todos los orbes tu mirada!
Como pájaro y flor, en las agrestes,
pavorosas llanuras desoladas,
sol el retoque audaz que les proyecta
vida, color, perfume, resonancia:
en mi solemne,
desierta pampa,
como cántico y flor fué tu sonrisa,
como cántico y flor fué tu mirada.
II
Como pugna una fuerza prodigiosa
detrás de cada sol y cada larva,
en la mole del mar y del rocío
en la espiga del trigo y la montaña:
tú no me tocas,
tú no me hablas,
y eres la sola vida de mi vida,
su voluntad, su numen, su palanca.
Como a plena luz del mediodía
semejan un insendio las cañadas,
y a los oblícuos rayos de la tarde
tranquilos mares de bruñida plata
-sol de virtudes,
astro que ama-,
tú, sobre todos mis dolores juntos
las ilusiones de tu luz levantas.
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