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Poemas de W.H. Auden:
Luego de hablar sobre la generosidad del poeta, W.H. Auden, me parece fundamental compartir algunas de sus reflexiones y poemas para que conozcan aún más la majestuosidad con la que el poeta escribe, piensa y reflexiona.
FUNERAL BLUES
Detengan los relojes
desconecten el teléfono
denle un hueso al perro
para que no ladre
Callen los pianos y con ese
tamborileo sordo
saquen el féretro...
Acérquense los dolientes
que los aviones
sobrevuelen quejumbrosos
y escriban en el cielo
el mensaje...
él ha muerto.
Pongan moños negros
en los níveos cuellos de las palomas
que los policías usen guantes
de algodón negro
Él era mi norte mi sur
mi este y oeste
mi semana de trabajo y mi
domingo de descanso
mi mediodía, mi medianoche
mi conversación, mi canción
Creí que el amor perduraría
por siempre.
Estaba equivocado.
No precisamos estrellas ahora...
Apáguenlas todas
Envuelvan la luna
desarmen el sol
Desagüen el océano y
talen el bosque
porque de ahora en adelante
nada servirá.
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A continuación un poema de W.H Auden llamado “Otro tiempo”.
Otro tiempo
Para nosotros como cualquier otro fugitivo,
como las innumerables flores que no pueden enumerar
y todas las bestias que no necesitan recordar,
es hoy donde vivimos.
Muchos intentan decir Ahora No,
muchos han olvidado cómo
decir Yo Soy, y se
perderían, si pudieran, en la historia.
Se inclinan, por ejemplo, con esa elegancia del viejo mundo,
ante una bandera adecuada en un lugar como es debido;
mascullan cual ancianos mientras suben renqueando
sobre lo Mío y lo Suyo y lo Nuestro y lo de Ellos.
Como si el tiempo fuera lo que solían desear
cuando aún estaba dotado de posesión,
como si anduvieran errados
al no desear seguir formando parte.
No es de extrañar, pues, que tantos mueran de pena,
que tantos estén tan solos al morir;
nadie ha creído aún ni apreciado una mentira:
Otro tiempo tiene otras vidas que vivir.
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Si pudiera decirte
EL tiempo dirá tan sólo: “ya te dije”
Sólo el tiempo conoce el precio que hemos de pagar;
Si yo pudiera decírtelo, te lo haría saber.
Si debiéramos sollozar cuando los payasos hacen su número,
Si debiéramos tropezar cuando tocan los músicos,
El tiempo diría tan sólo “ya te lo dije”.
No hay fortunas que predecir, no obstante,
Porque te amo más de lo que puedo expresar
Si pudiera decírtelo, te lo haría saber.
Los vientos deben venir de alguna parte cuando soplan,
Debe haber razones por las que las hojas se pudren;
El tiempo dirá sólo “ya te lo dije”..
Tal vez las rosas realmente quieren crecer,
Tal vez la visión quiere en verdad permanecer;
Si pudiera decírtelo, te lo haría saber.
Supongamos que los leones se levantaran todos y se fueran,
Y que todos los arroyos y los soldados huyeran;
¿Dirá el tiempo algo que no sea ya te lo dije?
Si pudiera decírtelo te lo haría saber.
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Uno de mis poemas favoritos es “Canzone”, un poema donde se desprende la poesía más hermosa y fascinante del poeta. Espero que les guste.
CANZONE
¿Cuándo aprenderemos —cosa clara como el agua—
que no podemos escoger lo que somos libres para amar?
si bien el ratón que deportamos ayer
es hoy un furioso rinoceronte,
nuestro valor está más amenazado de lo que suponemos:
necias objeciones a nuestro día de hoy
husmean sus alrededores; noche y día
caras, oraciones, batallas, acosan nuestra voluntad
tanto como ruidos y formas cuestionables;
enteras esporas de resentimientos cotidianos
dan status a los salvajes del mundo
que gobiernan a los distraídos y a este mundo.
Somos creados con y desde el mundo
para con él y desde él sufrir día tras día:
ya sea que nos encontremos en un mundo majestuoso
de sólidas medidas o en un mundo de sueño
de oro y cisnes, se nos pide que amemos
las cosas sin hogar que requieren un mundo.
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Y continúa...
Nuestra exigencia de poseer nuestros cuerpos y nuestro
mundo
es nuestra catástrofe. ¿Qué podemos experimentar
sino pánico y capricho hasta saber al fin
que nuestro medroso apetito exige un mundo
cuyo orden, origen y propósito, sea
una copiosa satisfacción de nuestra voluntad?
Deriva, Otoño, deriva; hojas, colores, donde quieran:
necia melancolía se desmenuza por el mundo.
Deploren, fríos océanos, la voluntad linfática
atrapada, reflejante, en el derecho a desear:
mientras violentos perros alborotan su moribundo día
en furia báquica; aunque gruñan, como es su voluntad,
sus colmillos no son un triunfo para la voluntad
sino cabal indecisión. Aquello por lo que nos amamos
es nuestro poder para no amar,
reducirnos a la nada o explotar a voluntad,
arruinarnos y recordar que sabemos
lo que ruinas y hienas no pueden saber.
Si ahora en esta oscuridad sé cada vez menos
cuál es la escalera en espiral en que la hechizada voluntad
asecha el equipaje que le robaron,
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Y el poema continúa de la siguiente manera, vean como la idea del amor, la carne, las ciudades y el mundo se mezclan en éste maravilloso poema. El amor, sin lugar a dudas, es el elemento principal pero desde allí aparecen ciertos tópicos típicos de la poesía de Auden.
¿quién podría saberlo
mejor que tú, amada? ¿cómo sé yo
lo que da seguridad a cualquier mundo?
¿o en el espejo de quién comienzo a conocer
—como los mercaderes sus monedas y sus ciudades—
el caos del corazón, rey por un día?
pues a través de nuestro tráfico vivaz de todo el día
en mi propia persona me obligo a saber
cuánto debe olvidarse del amor,
cuánto, incluso, del amor, debe perdonarse.
Querida carne, querida mente, querido espíritu,
Oh amor querido,
en mis profundidades ciegos monstruos saben
de tu presencia y están furiosos, y temen al amor
que exige a sus imágenes algo más que amor;
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...
Los ardientes caballos rampantes de mi voluntad,
atrapando las esencias Celestiales, relinchan: Amor
no justifica el mal hecho en nombre del amor
ni en ti, ni en mí, ni en los ejércitos, ni en el mundo
de las palabras y las ruedas, ni en ningún otro mundo.
Querida creatura-semejante, alaba a nuestro Dios de amor
que así nos amonesta, que nunca un día
de juicio consciente sea un día desperdiciado.
Eso o de cada día hacer un espantapájaros,
barullo y revoltijo de nuestro común mundo
y borra y tontería de nuestra libre voluntad;
eso, o nuestra carne en mutación nunca sabrá
que debe haber tristeza si es que puede haber amor.
Y así termina, dejándonos esa sensación de amor celestial y barullo social que relinchan en éste poema de amor de W.H Auden. Creo que todos, cuando lo lean, sentirán esa fuerza poética que tiene el autor, una fuerza que te arrastra y te lleva hacia lugares mágicos y poéticos.