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Poemas de Gioconda Belli
Gioconda Belli es una de las poetas más reconocidas en la actualidad, en Latinoamérica y el mundo. Nació en la Managua, Nicaragua en el año 1948. es hija de Humberto Belli quien era un hombre de negocios. En cambio su madre, era una artista de teatro experimental y fundó el Teatro Experimental de Managua. Algunos de sus poemas dicen:
Tocamos la noche con las manos
escurriéndonos la oscuridad entre los dedos,
sobándola como la piel de una oveja negra.
Nos hemos abandonado al desamor,
al desgano de vivir colectando horas en el vacío,
en los días que se dejan pasar y se vuelven a repetir,
intrascendentes,
sin huellas, ni sol, ni explosiones radiantes de claridad.
Nos hemos abandonado dolorosamente a la soledad,
sintiendo la necesidad del amor por debajo de las uñas,
el hueco de un sacabocados en el pecho,
el recuerdo y el ruido como dentro de un caracol
que ha vivido ya demasiado en una pecera de ciudad
y apenas si lleva el eco del mar en su laberinto de concha.
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En la adolescencia sus padres se trasladaron a Madrid, España, por lo que Gioconda Belli hizo sus estudios secundarios en Europa y se graduó en Publicidad y Periodismo posteriormente en Estados Unidos pero luego de obtener su título de grado volvió a Nicaragua. Se casó en el año 1967 y tuvo una hija, luego se divorciaría y se casaría nuevamente y nuevamente se convertiría en madre. Más poemas de lapoeta nicaraguense:
Cómo volver a recapturar el tiempo?
¿Interponerle el cuerpo fuerte del deseo y la angustia,
hacerlo retroceder acobardado
por nuestra inquebrantable decisión?
Pero... quién sabe si podremos recapturar el momento
que perdimos.
Nadie puede predecir el pasado
cuando ya quizás no somos los mismos,
cuando ya quizás hemos olvidado
el nombre de la calle
donde
alguna vez
pudimos
encontrarnos.
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En Nicaragua no la pasó demasiado bien por cuestiones políticas ya que se opuso de manera acérrima a la dictadura de Somoza. Estuvo encarcelada por razones políticas y debió exiliarse en México y luego en Costa Rica. En el año 1970 comenzó a escribir sus primeros poemas. Algunos de sus versos dicen:
Las mañanas cambiaron su signo conocido.
Ahora el agua, su tibieza, su magia soñolienta
es diferente.
Ahora oigo desde que mi piel conoce que es de día,
cantos de tiempos clandestinos
sonando audaces, altos desde la mesa de noche
y me levanto y salgo y veo "compas" atareados
lustrando sus botas o alistándose para el día
bajo el sol.
Ya no hay oscuridad, ni barricadas,
ni abuso del espejo retrovisor
para ver si me siguen.
Ahora mi aire de siempre es mas mi aire
y este olor a tierra mojada y los lago s allá
y las montañas
pareciera que han vuelto a posarse en su lugar,
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Gioconda Belli fue una activista política e hizo tareas de correo clandestino, llevó armas y visitó países de Europa y América Latina para ganar dinero por la lucha sandinista. Publicó sus poemas en el semanario nicaragüense La Prensa Literaria y su poesía es catalogada como de revolución, Otros de sus versos dicen:
Ahuyentemos el tiempo, amor,
que ya no exista;
esos minutos largos que desfilan pesados
cuando no estás conmigo
y estás en todas partes
sin estar pero estando.
Me dolés en el cuerpo,
me acariciás el pelo
y no estás
y estás cerca,
te siento levantarte
desde el aire llenarme
pero estoy sola, amor,
y este estarte viendo
sin que estés,
me hace sentirme a veces
como una leona herida,
me retuerzo
doy vueltas
te busco
y no estás
y estás
allí
tan cerca.
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En el año 1980 Gioconda Belli alcanza su mejor momento cuando obtiene el primer premio Casa de las Américas, de Cuba. Cuando ganó la revolución sandinista trabajó en el gobierno de su país pero no dejó de dedicarse a la producción literaria. Otros de sus libros de poesía fueron "Truenos y Arco Iris", "Amor Insurrecto" y "De la costilla de Eva". Más de sus versos:
Amo a los jóvenes
desafiantes jinetes del aire,
pobladores de pasillos en las Universidades,
rebeldes, inconformes, planeadores de mundos diferentes.
Amo a los obreros,
esos sudorosos gigantes morenos
que salen de madrugada a construir ciudades.
Amo a los carpinteros
que reconocen a la madera como a su mujer
y saben hacerla a su modo.
Amo a los campesinos
que no tienen más tractor que su brazo
que rompen el vientre de la tierra y la poseen.
Amo, compasiva y tristemente, a los complicados
hombres de negocios
que han convertido su hombría en una sanguinaria
máquina de sumar
y han dejado los pensamientos más profundos, los
sentimientos más nobles
por cálculos y métodos de explotación.