Tema: César VAllejo,amor y compromiso

Los dos primeros libros de César Vallejo fueron Los heraldos negros, en el año 1918, y Trilce, en 1922. Ambos libros marcaron un hito sin dudas en la poesía moderna del siglo XX. Si bien c0omenzó encuadrándose dentro del modernismo, sus primeros libros mostraron a un poeta que se inclinaría luego por las vanguardias poéticas de su tiempo.

Otro de sus poemas titulado Amor prohibido dice:

“Subes centelleante de labios y de ojeras!
Por tus venas subo, como un can herido
que busca el refugio de blandas aceras.

Amor, en el mundo tú eres un pecado!
Mi beso en la punta chispeante del cuerno
del diablo; mi beso que es credo sagrado!

Espíritu en el horópter que pasa
¡puro en su blasfemia!
¡el corazón que engendra al cerebro!
que pasa hacia el tuyo, por mi barro triste.
¡Platónico estambre
que existe en el cáliz donde tu alma existe!”.

César Vallejo también se dedicó a la prosa, y su primer obra narrativa la publicó en el año 1923, un año después de su segundo libro de poemas Trilce. YA en estos relatos mostró su espíritu de renovación vanguardista que lo definiría como no de los grandes poetas del siglo. Fue cuando sacó su libro de narrativa que el poeta decidió emigrar a Francia y se sentó en París y no regresó más a Perú o al menos ese era su espíritu. De hecho, allí vivió hasta el día de su muerte, aunque había hecho algunos viajes y estadías esporádicas a España. Más de sus versos, en este caso, de Ausente:

“Ausente! La mañana en que me vaya
más lejos de lo lejos, al Misterio,
como siguiendo inevitable raya,
tus pies resbalarán al cementerio.

Ausente! La mañana en que a la playa
del mar de sombra y del callado imperio,
como un pájaro lúgubre me vaya,
será el blanco panteón tu cautiverio.

Se habrá hecho de noche en tus miradas;
y sufrirás, y tomarás entonces
penitentes blancuras laceradas”.

El poeta César Vallejo se ganó la vida, mayormente, con sus trabajos como periodista y no por sus libros de poesía. Sin embargo, continuó publicando y escribiendo poemas, además de trabajar como traductor y también como maestro. Entre los libros de narrativa que editó estando en París están El tungesteno, Crónicas de Rusia y Paco Yunque. Este último, fue publicado por sus deudos de manera póstuma.

Otro de los poemas de Vallejo se llama Aveztruz y dice:

“Melancolía, saca tu dulce pico ya;
no cebes tus ayunos en mis trigos de luz.
Melancolía, basta! Cuál beben tus puñales
la sangre que extrajera mi sanguijuela azul!

No acabes el maná de mujer que ha bajado;
yo quiero que de él nazca mañana alguna cruz,
mañana que no tenga yo a quién volver los ojos,
cuando abra su gran O de burla el ataúd.

Mi corazón es tiesto regado de amargura;
hay otros viejos pájaros que pastan dentro de él...
Melancolía, deja de secarme la vida,
y desnuda tu labio de mujer...!”.

De manera póstuma, también se publicaron varios libros de poemas de César Vallejo como Poemas humanos y España aparta de mí este cáliz. La impulsora de esta ediciones fue su viuda, Gergette Vallejo. Sus poemas se volcaron en sus últimos años de vida a lo social, mostrando un marcado compromiso con las injusticias que ocurrían, sobre todo con los más débiles de Latinoamérica. Comaprto el poema Bodas de hielo:

“Vengo a verte pasar todos los días,
vaporcito encantado siempre lejos...
Tus ojos son dos rubios capitanes;
tu labio es un brevísimo pañuelo
rojo que ondea en un adiós de sangre!

Vengo a verte pasar; hasta que un día,
embriagada de tiempo y de crueldad,
vaporcito encantado siempre lejos,
la estrella de la tarde partirá!

Las jarcias; vientos que traicionan; vientos
de mujer que pasó!
Tus fríos capitanes darán orden;
y quien habrá partido seré yo...!”

Si algo buscan de manera inconsciente los poetas es ser reconocidos por el mundo entero y César Vallejo es uno de los pocos a quien los críticos catalogaron como el poeta universal. Sus versos no tenían rima, aunque algunos sí, pero a él no le importaba tanto la estética sino el contenido y allí es que se mostraba su compromiso con los más pobres y los oprimidos económica y políticamente.

Otro de los poemas de César Vallejo se llama Capitulación y dice:

“Anoche, unos abriles granas capitularon
ante mis mayos desarmados de juventud;
los marfiles histéricos de su beso me hallaron
muerto; y en un suspiro de amor los enjaulé.

Espiga extraña, dócil. Sus ojos me asediaron
una tarde amaranto que dije un canto a sus
cantos; y anoche, en medio de los brindis, me hablaron
las dos lenguas de sus senos abrasadas de sed.

Pobre trigueña aquella; pobres sus armas; pobres
sus velas cremas que iban al tope en las salobres
espumas de un mar muerto. Vencedora y vencida”.

César Vallejo tampoco le dio mucha relevancia a las imágenes, por lo cual trabaja muy bien esta parte de la estética en sus versos. Decía que las imágenes partían de las sensaciones y no del verdadero sentimiento, por lo que le restaba importancia y así trabajaba por lo real y tangible. Se opuso, por eso a los movimientos de poesía surrealista de su tiempo. Consideraba al surrealismo como deshumanizante y no compartía sus pensamientos con los intelectuales que llevaban adelante estos movimientos.

Otro de sus poemas se llama Deshora y es por demás de intenso:

“Pureza amada, que mis ojos nunca
llegaron a gozar. ¡Pureza absurda!

Yo sé que estabas en la carne un día,
cuando yo hilaba aún mi embrión de vida.
Pureza en falda neutra de colegio;
y leche azul dentro del trigo tierno
a la tarde de lluvia, cuando el alma
ha roto su puñal en retirada,
cuando ha cuajado en no sé qué probeta
sin contenido una insolente piedra,
cuando hay gente contenta; y cuando lloran
párpados ciegos en purpúreas bordas”.

La infancia y adolescencia en Perú de César Vallejo fue muy especial, ya que sus padres querían que ingresara al seminario para hacerse sacerdote. Al comienzo,el lo aceptó pero a medida que pasaba el tiempo decidió por no dedicarse al sacerdocio y así fue que hizo sus estudios primarios y secundarios y luego ingresó a la Universidad de Trujillo, aunque desertó de los altos estudios debido a su condición económica. Trabajo con su padre como administrativo en una empresa y allí es que comienza a sentir su pasión por la poesía. Otro de sus poemas dice:

“Oh, pureza que nunca ni un recado
me dejaste, al partir el triste barro,
ni una migaja de tu voz; ni un nervio
de tu convite heroico de luceros.

Alejaos de mí, buenas maldades,
dulces bocas picantes...

Yo la recuerdo al veros ¡oh mujeres!
Pues de la vida, en la perenne tarde,
nació muy poco ¡pero mucho muere!”.

Hacia los primeros años del siglo XX César Vallejo decide estudiar medicina en la Universidad de Lima, Perú pero de nuevo abandona los estudios aduciendo que también era por razones económicas. Trabaja como preceptor en una escuela de su pueblo y después consigue otro trabajo en el campo, en donde toma contacto con los obreros rurales. Más de los poemas del peruano César Vallejo:

“Como horribles batracios a la atmósfera,
suben visajes lúgubres al labio.
Por el Sahara azul de la Sustancia
camina un verso gris, un dromedario.

Fosforece un mohín de sueños crueles.
Y el ciego que murió lleno de voces
de nieve. Y madrugar, poeta, nómada,
al crudísimo día de ser hombre.

Las Horas van febriles, y en los ángulos
abortan rubios siglos de ventura.
¡Quién tira tanto el hilo: quién descuelga
sin piedad nuestros nervios,
cordeles ya gastados, a la tumba!”.