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Poesía de terror
Hoy me gustaría ingresar al mundo de la poesía, pero de la poesía terrorífica no aquella que describe el amor y la alegría, ya que para celebrar la previa a la noche de Halloween me gustaría compartir con todos ustedes algunos de los mejores poemas del maestro de la literatura de terror y suspenso Edgar Allan Poe. Lo que más me gusta de los poemas de Poe es el poder que tiene de narrar una historia en tan pocos versos, no muchos escritores logran reducir una historia en pocos reglones o versos y creo que Poe es uno de aquellos maestros que logra poetizar una obra de terror. Por más raro que suene no todos los poetas pueden escribir poemas de terror, de hecho hagamos un recuento: ¿Cuántos poetas conocemos que puedan escribir poemas terroríficos? Yo no conozco a nadie más que a Poe. Tal vez haya otros, espero que ustedes foristas puedan recomendarme alguno otro que no sea Poe y que también escriba brillantes poemas de terror. ¿Habrá?
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Para comenzar, el primer poema que me gustaría compartir con ustedes es: “El valle de la inquietud” de Edgar Allan Poe
El valle de la inquietud
Una vez sonrió un silencioso valle
donde nadie habitaba;
se habían ido las guerras,
confiando a las estrellas de suaves ojos
cada noche, desde sus azules torres,
la vigilancia sobre las flores,
en medio de las cuales todo el día
la roja luz del sol descansaba perezosa.
Ahora cada visitante confesará
la inquietud del triste valle.
Nada es allá inmóvil,
nada salvo el aire que cavila
sobre la mágica soledad.
¡Ah! ¡Ningún viento mueve aquellas nubes,
que susurran a través del sin sosiego cielo,
inquietamente, desde la mañana hasta la noche,
sobre las violetas allí yacen
en incontables tipos para el ojo humano,
sobre los lirios que allí se agitan
y lloran sobre una desconocida tumba!
Ondean: de sus fragantes cabezas
el eterno rocío se derrama gota a gota.
Lloran: de sus delicados tallos
lágrimas perennes descienden como joyas.
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Otro gran poema, o como a mí me gusta llamarle una gran melodía es “Las campanas” de Edgar Allan Poe. Lo llamo melodía porque precisamente, mientras lo vayan leyendo, van a ver que todo el poema está compuesto de una manera muy rítmica y musical.
A continuación iré compartiendo el poema que tiene varias partes pero van a ver, a percibir, a detectar ese ritmo que se desprende del poema de Poe. Espero que les guste y se aterren.
I
Escuchad las campanas de los trineos.
¡Campanas de plata!
¡Qué mundo de diversiones anuncia su melodía!
¡Cómo tintinean, tintinean, tintinean,
en el aire helado de la noche!
Mientras las estrellas que centellean
por todo el cielo parecen parpadeantes
con cristalina delicia;
guardando el compás, compás, compás,
como en un rúnico ritmo,
en el campanilleo que surge tan musicalmente
de las campanas, campanas, campanas, campanas,
campanas, campanas, campanas,
del sonar y repicar de las campanas.
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Ahora podrán disfrutar de la segunda parte del poema “Las campanas”, ¿Ya han podido advertir el incesante ritmo que se desliza en dicho poema? Es increíble poder observar como un poeta crea un poema de terror pero utilizando un gran poder de composición y ritmicidad única.
II
Escuchad las dulces campanas nupciales.
¡Campanas de oro!
¡Qué mundo de felicidad su armonía anuncia
en el fragante aire de la noche!
¡Cómo transmiten por doquier su delicia!
Más allá de las fundidas notas de oro
y todas en armonía
qué líquida canción flota
para la tórtola que escucha, mientras se regocija
con la luna.
Oh, de las sonoras celdas,
¡qué borbotón de alegría surge voluminosamente!
¡Cómo se dilata!
¡Cómo resta
en el futuro! ¡Cómo dice
la gran alegría que excita
el balanceo y el tañido
para la tórtola que escucha, mientras se regocija
de las campanas, campanas, campanas,
de las campanas, campanas, campanas, campanas,
campanas, campanas, campanas,
al ritmo y repique de las campanas!
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Así continúa…
III
Escuchad las sonoras campanas de alarma.
¡Campanas de bronce!
¡Qué historia de terror cuenta ahora su turbulencia!
En el sobresaltado oído de la noche,
¡cómo chillan su espanto!
Demasiado asustadas para hablar,
sólo pueden chillar, chillar,
fuera de tono,
llamando clamorosamente a la misericordia del fuego,
en una loca discusión con el sordo y frenético fuego,
que sube más arriba, más arriba, más arriba,
con su desesperado deseo,
y un resuelto esfuerzo
ahora -ahora ponerse, o nunca,
al lado de la pálida cara de la luna.
¡Oh, las campanas, campanas, campanas!
¡Qué historia cuenta su terror
de desesperación!
¡Cómo rechinan, chocan y rugen!
¡Qué horror vuelcan
en el pecho del aire palpitante!
El oído comprende completamente,
por el tañido,
y el rechinar,
cómo se abate e hincha el peligro;
el oído distingue claramente
en el doblar
y en el balancear
cómo se abate e hincha el peligro
por la fatiga o el aumento de la ira de las campanas-
de las campanas-
de las campanas, campanas, campanas, campanas,
campanas, campanas, campanas,
¡en el clamor y estrépito de las campanas!
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Y así termina el gran poema de Edgar Allan Poe…
IV
Escuchad el tañido de las campanas.
¡Campanas de hierro!
¡Qué mundo de solemnes pensamientos su monotonía impone!
En el silencio de la noche,
¡cómo nos estremecemos de miedo
con la melancólica amenaza de su tono!
Cada sonido que flota
de sus oxidadas gargantas,
es un gemido.
Y la gente -ah, la gente-
que está encima del campanario,
sola,
y que dobla, dobla, dobla,
en ese ahogado único tono,
encuentra una gloria al tirar
una piedra en el corazón humano.
No son hombre ni mujer.
Tampoco bestias ni humanos:
son vampiros;
su rey es quien dobla:
y repica, repica, repica,
repica
un himno con las campanas
¡y su pecho alegre se dilata
con el himno de las campanas!
Y baila y grita;
guardando el compás, compás, compás,
en un rúnico ritmo,
al himno de las campanas.
De las campanas:
guardando el compás, compás, compás,...
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Cómo habrán podido observar cada letra que se desprende de los poemas de Poe “Las campanas” conlleva un ritmo y una musicalidad única. Espero que hayan podido disfrutar de este poema y que los haya transportado por el ruidoso mundo de las campanas, sobre todo al darse cuenta que las campanas conllevan un ruido muy especial que lo que hace, supuestamente, es espantar a los malos espíritus. De hecho es por ello que las campanas están en las iglesias porque precisamente lo que hacen es espantar a todos esos malos espíritus que deambulan cerca de ellas…
A continuación comparto el final del poema “Las campanas” de Edgar Allan Poe
...en una especie de rúnico ritmo,
al palpitar de las campanas;
de las campanas, campanas, campanas,
al sollozo de las campanas.
Guardando el compás, compás, compás,
mientras toca, toca, toca,
en un féliz ritmo rúnico,
al tañido de las campanas:
de las campanas, campanas, campanas,
al doblar de las campanas,
de las campanas, campanas, campanas, campanas,
campanas, campanas, campanas,
al quejido y lamento de las campanas.
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A continuación un gran poema en donde el miedo al sueño son el papel principal, ideal para leer el 31 de octubre.
Un sueño dentro de un sueño
¡Toma este beso en tu frente!
Y, en el momento de abandonarte,
déjame confesarte lo siguiente:
no te equivocas cuando consideras
que mis días han sido un sueño;
y si la esperanza se ha desvanecido
en una noche o en un día,
en una visión o fuera de ella,
¿es por ello menos ida?
Todo lo que vemos o parecemos
no es más que un sueño en un sueño.
Yo permanezco en el rugido
de una ribera atormentada por las olas,
y aprieto en la mano
granos de arena de oro.
¡Qué pocos y cómo se escurren
entre mis dedos al abismo,
mientras lloro, mientras lloro!
¡Oh Dios!, ¿no puedo yo estrecharlos
con más ceñido puño?
¡Oh, Dios!, ¿no puedo salvar
ni uno, de la despiadada ola?
¿Todo lo que vemos o parecemos
no es más que un sueño dentro de un sueño?
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El poema de Edgar Allan Poe llamado “En el lago: A…” lleva un titulo bastante interesante, ya que apenas lo leemos nos trasporta hacia un lugar de misterio ¿No lo sienten así?
“En el lago: A…”
En la primavera de mi juventud era mi destino
buscar un lugar del ancho mundo
que no pudiera amar menos,
tan hermosa era la soledad
del apartado lago, rodeado de negras rocas,
y altos pinos que se elevaban alrededor.
Pero cuando la noche había extendido su manto
sobre aquel lugar, como encima de todo,
y el místico viento pasaba
murmurando una melodía,
entonces, oh entonces, me despertaba
al terror del solitario lago.
Pero el terror no era espanto,
sino tembloroso deleite,
un sentimiento que ninguna riqueza
me podría hacer decir ni sobornar a definir,
ni el amor, aunque fuera el tuyo.
La muerte estaba en aquella ola venenosa,
y en su golfo un ajustado sepulcro
para el que desde allí podía traer solaz
a su solitaria imaginación,
cuya solitaria alma podía hacer
un Edén de aquel oscuro lago.
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¡Otro poema para la noche de Halloween! El poema que les propongo para esa noche es “Al río” del gran Edgar Allan Poe, el único gran poeta que, como tu bien señalas, ha logrado insertar el miedo y el suspenso en tan pocos versos. Es más, sostengo que su pluma, su sistematización poética y su sensibilidad han logrado hacer que sus poemas sean lo que son hoy en día. Es tan contemporáneo su verso que realmente leerlo y compartirlo me da mucho placer, espero que también les guste.
Al río
¡Hermoso río! en el resplandor, límpida corriente
de cristal, errante agua.
Eres un emblema del brillo,
de belleza, de no escondido corazón,
la juguetona sombra de arte
en la hija del viejo Alberto;
pero cuando ella mira en tu ola,
que reluce entonces, y tiembla,
pues, entonces, el más bonito de los arroyos
se parece a su adorador;
ya que en su corazón, como en tu arroyo
la imagen de ella profundamente yace,
el corazón de él que tiembla ante el rayo de luz
de los ojos de ella que indagan el alma.