“La Durmiente” de Edgar Allan Poe

“La durmiente” de Edgar Allan Poe es un pequeño relato escrito en verso y que narra una fascinante historia vampiresca. Es decir que, “La durmiente”, es uno de los poemas que ha escrito el famoso escritor del género del terror y el misterio.
A continuación me gustaría compartir con ustedes el famoso poema:

La durmiente

A la medianoche, en la casa de junio, suave y bruna,
Permanecí de pie bajo aquella mística luna.
Un vapor embriagante, somnoliento,
Exhalaba sobre el valle su encantamiento,
Fluyendo gota a gota, suavemente,
Sobre la cresta calma del monte,
Robaba el delicado sopor musical
De aquel profundo del valle universal.
El romero crece sobre la tumba,
El lirio corre sobre la marea;
Envolviendo la niebla aérea,
Y las ruinas descansan juntas.
¡Mirad! Semejante al Leteo duerme el lago,
Un reposo sin tregua en su mundo soñado;
Y del sopor consciente no quiere despertar,
¡Toda la belleza duerme!
Allí donde sueña Irene,
Sola con su destino.

El poema no termina allí, continua y se construye sobre la figura de ésta dama durmiente quien con toda su belleza duerme…con su destino, en su soledad… Es muy interesante recorrer éste poema tomando como figura central a ésta dormida mujer ¿Quién será? Sigamos leyendo…

¡Oh, Dama brillante! ¿Puede ser real
Esta ventana abierta hacia la noche?
Los aires furiosos, desde la copa de los árboles
Ríen a través del trémulo cristal.
El aire descarnado, camino del hechizo,
Atraviesa la habitación con paso herido;
Ondeando las cortinas violentamente
-Tan terriblemente-
Abatiendo el frío marco cerrado,
Donde tu alma durmiente yace oculta.
Por el suelo y sobre los gastados muros,
Como fantasmas bailan las sombras.
¡Oh, querida Señora! ¿Acaso no temes?
¿Por qué permaneces aquí soñando?
De seguro puedes viajar hacia el mar lejano,
Una maravilla para estos árboles cansados.
¡Extraña es tu palidez! Extraño es tu vestido,
Pero sobre todo, extraña es tu delgada forma
En esta silenciosa y solemne hora.

Y finaliza…

¡La Señora duerme! ¡Oh, tal vez duerma
Un sueño perdurable, profundo!
El cielo te conserva en su santo seno,
Y este cuarto se ha hecho eterno,
Este lecho ha crecido, profético.
Ruego a Dios que ella pueda reposar
Por siempre con los ojos cerrados,
Mientras su pálido fantasma pasa a mi lado.

¡Mi Amor! ¡Ella duerme! ¡Oh, tal vez duerma
Un sueño interminable, incorrupto!
¡Piadosos serán los gusanos con su carne!
Lejos en el bosque, oscuro y viejo,
Tal vez las bisagras de su cripta se abran,
Una bóveda que a menudo absorbe la noche,
Y las negras alas al amanecer volverán,
Triunfantes sobre la pálida cresta,
Reina de una familia sepulcral.
Algunas criptas, remotas, distantes,
Cuyas puertas fueron abatidas por su mano de niña,
Lanzando en la infancia inocentes piedras;
Algunas tumbas, de cuyas sórdidas grietas
Ella nunca volverá a escuchar los ecos,
¡Es horrible pensar en los pobres niños del pecado!
Pues fueron los muertos quienes te llamaron.

Es fantástico observar, sentir, y hasta palpar, cómo construyen poesía escritores de la talla de Edgar Allan Poe. Todos ya sabemos que Poe ha sido uno de los escritores más importantes del género policial y de suspenso. Ha escrito innumerables cuentos, novela y poemas tales como: “El escarabajo de oro”, “Corazón delator”, “La narración de Arthur Gordon Pym” y poemas como: “El cuervo”, “El palacio encantado” entre otros…
La crítica sostiene que si Edgar Allan Poe no hubiese sido periodista hubiese sido poeta, ¿Qué quiero decir con esto? Que al parecer al famoso escritor del género del terror y suspenso le gustaba mucho escribir poesía, de hecho en el prólogo a sus poemas “El cuervo” el escritor ha dicho lo siguiente: “Razones al margen de mi voluntad me han impedido en todo momento esforzarme seriamente por algo que, en circunstancias más felices, hubiera sido mi terreno predilecto”. Interesante ¿No lo creen?

A mí, particularmente, me gusta mucho la poesía. No podría vivir si ella, realmente forma para de mí, de mis días, mis alegrías y tristezas. Siempre, eternamente, vive la poesía en mí. Y creo que de la misma manera vivía en Poe, ya que ha logrado crear, a lo largo de su vida, una poesía tan prolija y bella que vale la pena leer y disfrutar. Tal como lo sostuvo el padre de la poesía simbolista Charles Baudelaire: “Poe concedía una importancia extraordinaria a la rima, y que, en el análisis que hizo del placer matemático y musical que el espíritu recibe de la rima, puso tanto cuidado, tanta sutileza como en todos los temas relacionados con la profesión poética. [...] Hace en particular un uso acertado de las repeticiones del mismo verso o de varios versos, retornos obstinados de frases que simulan las obsesiones de la melancolía o de la idea fija…”

Otra de las cosas interesantes que suceden en la poesía de Poe, es que de alguna manera jamás se separa de su género fantástico, de suspenso y terror. Pareciera que el escritor es un fiel representante de dicho género en todas las formas de escritura ya sea en novelas, en cuentos y hasta en poesía. Veamos otro poema de Edgar Allan Poe titulado “Un sueño” para dar cuenta de dicha reflexión:

Un sueño
¡Recibe en la frente este beso!
Y, por librarme de un peso
antes de partir, confieso
que acertaste si creías
que han sido un sueño mis días;
¿Pero es acaso menos grave
que la esperanza se acabe
de noche o a pleno sol,
con o sin una visión?
Hasta nuestro último empeño
es sólo un sueño dentro de un sueño.
Frente a la mar rugiente
que castiga ésta rompiente
tengo en la palma apretada
granos de arena dorada.

que castiga ésta rompiente
tengo en la palma apretada
granos de arena dorada.

Pero el poema no termina allí. Continua y se desenvuelve de la siguiente manera:

¡Son pocos! Y en un momento
se me escurren y yo siento
surgir en mí este lamento:
¡Oh Dios! ¿Por qué no puedo
retenerlos en mis dedos?
¡Oh Dios! ¡Si yo pudiera
salvar uno de la marea!
¿Hasta nuestro último empeño
es sólo un sueño dentro de un sueño?

Es un hermoso poema que logra construir la figura diurna del sueño de una manera bastante misteriosa y para nada lineal. Es real cuando decíamos que Edgar Allan Poe, el padre del género fantástico y del terror, le era muy difícil en el momento de escribir poesía separar de su género predilecto.
Esta razón es por la cual Poe es quien es, ya que al ser fiel con su estética, su poesía, sus cuentos y novelas logran perfeccionar el género en cada momento y es por ello que es tan perfecta y única su creación.

Veamos otro ejemplo, en un poema que parece hablar del amor pero tampoco se separa del género de misterio y terror.

Balada nupcial
En mi dedo el anillo,
la guirnalda nupcial mi sien decora;
de sedas y diamantes busco el brillo,
y soy feliz ahora.
Y mi señor me brinda amor seguro;
pero al decirme ayer cuánto me adora,
tembló mi corazón, como al conjuro,
de "quien cayó en la guerra", al pie del muro,
y que es feliz ahora.
Pero él tranquilizóme, y en mi frente
besó la palidez que le enamora.
Y he aquí que en un ensueño, vi presente,
al muerto D'Elormy: -suyo, en mi frente,
fue el beso; y suspiré ( ¡cuán dulcemente! ):
"-¡Ah, soy feliz ahora!"
Y si pude otorgar palabra nueva,
así el voto juré, y aunque traidora,
y aunque un luto de amor el alma lleva,
ved brillar ese anillo que "me prueba"
que soy feliz ahora.
¡Ah! ilumíneme Dios aquel pasado,
pues si sueña o no sueña el alma ignora,
y el corazón se oprime, y conturbado
pregúntese, oh Señor, si el "Olvidado"
será feliz ahora!

Por último me gustaría compartir este hermoso y hasta terrorífico poema de Edgar Allan Poe titulado “Annabel Lee” para afirmar una vez más que si bien el poeta crea poemas que rozan el amor y la amistad jamás se separa de su género policial, de suspenso y terror… Obsérvenlo en éste bello poema:

Annabel Lee
Hace de esto ya muchos, muchos años,
cuando en un reino junto al mar viví,
vivía allí una virgen que os evoco
por el nombre de Annabel Lee;
y era su único sueño verse siempre
por mí adorada y adorarme a mí.
Niños éramos ambos, en el reino
junto al mar; nos quisimos allí
con amor que era amor de los amores,
yo con mi Annabel Lee;
con amor que los ángeles del cielo
envidiaban a ella cuanto a mí.
Y por eso, hace mucho, en aquel reino,
en el reino ante el mar, ¡triste de mí!...

Continúa y finaliza así…

desde una nube sopló un viento, helando
para siempre a mi hermosa Annabel Lee
Y parientes ilustres la llevaron
lejos, lejos de mí;
en el reino ante el mar se la llevaron
hasta una tumba a sepultarla allí.
¡Oh sí! -no tan felices los arcángeles-,
llegaron a envidiarnos, a ella, a mí.
Y no más que por eso -todos, todos
en el reino, ante el mar, sábenlo así-,
sopló viento nocturno, de una nube,
robándome por siempre a Annabel Lee.
Mas, vence nuestro amor; vence al de muchos,
más grandes que ella fue, que nunca fui;
y ni próceres ángeles del cielo
ni demonios que el mar prospere en sí,
separarán jamás mi alma del alma
de la radiante Annabel Lee.
Pues la luna ascendente, dulcemente,
tráeme sueños de Annabel Lee;
como estrellas tranquilas las pupilas
me sonríen de Annabel Lee;
y reposo, en la noche embellecida,
con mi siempre querida, con mi vida;
con mi esposa radiante Annabel Lee
en la tumba, ante el mar, Annabel Lee.