Una vez finalizada la segunda guerra mundial, Pound fue llevado y juzgado en Estados Unidos. Entre las acusaciones estaba la de traición. Pero como el escritor tenía muchos amigos en la esfera de la cultura internacional, consiguió que se lo declarara demente, por lo cual Pound era inimputable, lo que lo salvó de la pena de muerte en Norteamérica. De este modo, estuvo internado en el hospital del St. Elizabeth durante poco más de una década y allí fue que trabajó internado, escribiendo el libro Los cantos y haciendo traducciones de clásicos universales. Regresó a Italia en el año 1958 y continuó escribiendo, aunque sus versos y textos contenían un alto grado de antisemitismo.
Aquí comparto algunos de sus versos:
“Id, canciones mías, al solitario y al insatisfecho,
id también al desquiciado, al esclavo de las convenciones,
llevadles mi desprecio hacia sus opresores.
Id como una ola gigante de agua fría,
llevad mi desprecio por los opresores”.
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