Esclavas del poder, de Lydia Cacho

Esclavas del poder es el título de uno de los libros de la periodista mexicana Lidia Cacho, en el que realiza un trabajo de investigación para tratar de desarmar las grandes redes que operan a nivel internacional en el tráfico de esclavas sexuales. La autora empieza por Turquía y justamente el primer capitulo de este libro se llama Turquía, el triángulo dorado.

La elección del comienzo no es arbitraria, ya que Turquía es uno de los países más importantes por su ubicación estratégica y porque hace de puente entre las civilizaciones de oriente y occidente. De hecho, se lo conoce como la puerta que conecta a Oriente Medio con Europa. Turquía limita con Irán, Georgia, Armenia, Grecia, el Mar Egeo, Bulgaria, Otro país que se llama Azerbaiyán y con el Mar Mediterráneo.


Las rutas de comercio no han cambiado demasiado respecto a la antigüedad, y lo que hace Lidia Cacho es investigar cómo estas rutas son utilizadas por las grandes mafias de tratas de blancas.

Se estima que por Turquía han pasado al menos 200 mil mujeres en concepto de esclavas sexuales, para ser vendidas a otros países, tanto e sea a Europa o a Asia. Por lo que Turquía es un gran centro de operaciones donde actúan los grandes grupos mafiosos internacionales, donde las mafias albanesas, rusas o las yacuzzas, no sólo trafican armas y drogas sino también mueres y niñas.

Por otra parte. Turquía tiene “una moral muy sólida”, donde todas las familias profesan con vehemencia alguna de las religiones, ya sean la judía, cristiana o musulmana, donde es inadmisible que una hija ejerza la prostitución.

Esto hace que en Turquía casi no haya mujeres turcas prostitutas, lo que vuelve al país un caldo de cultivo para las esclavas sexuales extranjeras. El número de mujeres que ejercen la prostitución llega a 100 mil.

Todos recordamos, al menos los que rondamos los 40, ¿a quién no lo amedrentaron alguna vez siendo chicos con “el viejo de la bolsa, por ejemplo”? Bueno, en los países de Centroamérica, según cuenta Lidia Cacho en este libro tan maravilloso que es Esclavas del poder, que representan uno de los sectores más vulnerables por sus aspectos culturales o su ubicación geográfica, para la proliferación de la trata de personas, hace treinta años atrás se usaba el término “kind napper” para denominar a los “roba chicos”. Y actualmente ese mismo término es utilizado de manera Universal para referirse al secuestro de personas de cualquier edad.

Esta problemática se agudizó con la globalización. Es decir, se creía que la apertura de los mercados a nivel mundial, generando nuevos espacios de producción, iba a ayudar a erradicar la trata de personas ocurrió totalmente lo contrario. El mundo experimentó una explosión de las redes que roban, compran y esclavizan mujeres y niñas.

Hay una cuestión que tiene que ver con esto, y es que la prostitución o la entrega de mujeres y placer es un mecanismo frecuente para “agasajar” a los grandes empresarios a la hora de hacer una negociación o para negociar también con los más altos representantes de los gobiernos para realizar acuerdos o tratados internacionales. De hecho, en la actualidad la trata de personas se inscribe dentro de lo que se llama “economía de la sombra”, que son aquellos grandes negociados que no pagan impuestos a los gobierno en forma legal, pero que de alguna manera negocia con sectores corruptos de estos gobiernos para sostener el negocio.

Comenzando el siglo XXI, estas redes se profesionalizaron aún más, ayudadas por las formas de comunicación virtuales y crearon rutas de comunicación nunca antes vistas para traficar entre países y continentes. Aunque no podamos imaginar siquiera la dimensión que han adquirido estas mafias, existen y trabajan de manera invisible pero son dañinas al máximo.

El libro Esclavas del poder, de Lidia Cacho es realmente escalofriante por los datos que arroja sobre la trata de mujeres y niñas en el mundo. Algunos de ellos son:
“Casi un millón y medio de personas al año son compradas y vendidas como materia prima”.

Pero aún teniendo en cuenta esta cifra espeluznante, el tema no es tratado con la seriedad que merece. Pareciera que es tomado como un problema del pasado cuando los piratas secuestraban mujeres para venderlas en prostíbulos. Y además de los mecanismos de corrupción, el libro muestra otro factor condicionante que ayuda a que esto ocurra y es una nueva cultura de la naturalización del robo de personas y de la cosificación humana.

Lidia Cacho es una periodista mejicana que estuvo cinco años presa por llevar adelante una investigación sobre esta problemática en Méjico, acusó a jueces, funcionarios de estado y grandes empresarios.

Otro de los temas que aborda Lidya Cacho en el libro esclavas del poder es la formación de las mafias en China, las que actualmente también comercializan drogas y armas pero también mujeres y niñas. La escritora mexicana explica en el libro que las tríadas (así se llama la mafia china) se remontan al siglo XVII. Surgieron durante la resistencia de la dinastía Ming a los invasores mongoles, que instauraron la dinastía Ching o conocida en casi todo el mundo como la dinastía manchú.

Estos grupos que seguían siendo leales a la dinastía derrocada y se identificaban con el triángulo de las tres armonías: (cielo, tierra y hombre), crean un movimiento formado por obreros y ciudadanos que empiezan a cometer actos delictivos para conseguir plata para comprar armas y organizarse. Eran sociedades secretas con rigurosas normas y códigos, que paradójicamente mantienen hasta hoy.

Para entender el accionar actual de las mafias en China, dice Lidya Cacho que hay que saber acerca de su gestación, que se remonta a varios siglos atrás. Es por ello que continúa explicando en su libro Esclavas del poder, que las Triadas, después de 1911, cuando el líder de las triadas toma el poder político, los grupos se dividen y las triadas toman un poder histórico.

Las mafias, entonces, se consolidan creando un gran monopolio del juego, las apuestas, la prostitución de niñas y mujeres y el tráfico del opio (respecto al tráfico del opio, su relación con el opio no es nueva, sino que se remonta a los inicios de las triadas, cuando Gran Bretaña coloniza Hong Kong y la reina Victoria lo establece como su puerto mercantil por excelencia y de allí se empieza a comercializar el opio a través de las rutas marítimas, nada menos que con el sello real).

A partir de eso, se transforman en entes que funcionan de una manera parecida a las sociedades de socorros mutuos, por ejemplo, y para conseguir financiamiento, se convierten en organizaciones criminales. Tanto que en 1926, cuando el general Chiang Kai shek, decide unificar China y para eso necesita destruir los sindicatos, se une a la llamada Banda Verde (una de las tríadas más poderosas). Las consecuencias fueron una matanza feroz que le dio el poder político al general Chiang y el monopolio de las drogas y la prostitución a la Banda Verde, incluso su jefe fue nombrado director de cinco bancos.

Los investigadores de la acción internacional de redes chinas, dicen que Argentina fue, en los comienzos de las corrientes inmigratorias chinas, un país de tránsito con el fin de alcanzar los Estados Unidos o Canadá. Pero el endurecimiento de la política migratoria de Estados Unidos a partir de 2001, obligó a los chinos inmigrantes a instalarse en nuestro país. El 90% de los inmigrantes chinos se ha concentrado en la provincia de Buenos Aires y el resto disperso por distintas provincias argentinas.