“Una excursión a los indios Ranqueles” y los relatos de fogón de Lucio V. Mansilla
En el día de ayer he presentado el libro póstumo de la literatura argentina el “Facundo” de Sarmiento y trabaje allí los cuentos de fogón que utilizaba Sarmiento para “adornar” su obra. En esta oportunidad me gustaría ampliar el análisis tratando la novela de Lucio V. Mansilla “Una excursión a los indios Ranqueles”.
El autor Mansilla que de esos relatos que, para Sarmiento eran discordantes, crea un estilo único, transcribe la voz del otro como tal y hace, por supuesto de ello, una verdad. A continuación desarrollaré la verosimilitud que tienen los relatos en el viaje a la barbarie. Mansilla, como bien sabemos, realiza un “deliberado” viaje hacia la barbarie, un viaje en donde el narrador-personaje se adentra en el desierto para firmar la paz con los Ranqueles. Lo que en primer lugar me gustaría señalar es que Mansilla cuando cruza la frontera y se adentra en el desierto, éste ya no es el espacio de tensión en donde corre sangre, ni el espacio en donde haya que revelar enigmas como en el desierto de los románticos, sino que este nuevo espacio abre las puertas al placer, a la aventura, al disfrute y a la felicidad. Y además, es el lugar en donde circulan voces, noticias y relatos constantemente. Es decir, el desierto en Mansilla es el espacio puro de la ficcionalización, el espacio definido para la ficción en donde los relatos funcionan en una zona inseparable entre la verdad y la mentira tal como lo enuncia Mansilla en su obra: “Creerán algunos que a medida que corre la pluma voy fraguando cosas imaginarias, por llenar papel y aumentar el efecto artificial de estas mal zurcidas cartas. Y sin embargo todo es cierto”. Con esta oración, me interesaría sostener que la verosimilitud en la obra de Mansilla está precisamente en la utilización de relatos, en contraposición a la postura de la oralidad romántica sarmentina en donde esos relatos podrían llevar al “caos” a la verdad absoluta, en contraposición con la postura romántica, Mansilla tiene otro decir respecto a esos relatos que está escribiendo, porque él los vivió, él estuvo ahí y a él se lo contaron, pueden parecer mentira pero son reales.
Es imprescindible observar la postura que adopta Mansilla respecto a esos relatos y como el autor-personaje se entristece o se alegra al oír la voz del otro en ese relato. “Yo era yo y a la vez el soldado, el paisano ese, lleno de abnegación, cuya triste aventura acaba de ser relatada por sus propios labios, con el acento imitable de la verdad” (el subrayado es mío) con esta frase Mansilla se asimila, entiende escucha y le da la voz a ese “otro”, hay un contacto directo con la palabra del “otro”, allí es donde se cruza y entrecruza la civilización y la barbarie: en permitir y permitirse oír la voz de ese “otro”, “ellos”. Aquí es donde la figura de Mansilla es tan maravillosa ya que es quien conecta, une, los dos espacios y que puede estar en los dos al mismo tiempo. Estos relatos no cuentan cualquier cosa sino que son relatos de hombres que narran amores contrariados y protestan injusticias , injusticias que sufren los “gauchos marginados” al ser excluidos y exigidos a penetrar las frontera, lo importante es que estos relatos no se dan en cualquier espacio sino en el fogón, el fogón como lugar central, muy característico en la poesía gauchesca, en donde se detiene la marcha en el medio del desierto y entre mate y mate los relatos van pintando el paisaje. Además es un espacio democrático en donde el autor no es el único que cuenta los relatos sino que le da la voz y habilita el espacio a los “otros” para que narren y cuenten sus historias. Es decir que Civilización y barbarie queda desbordada no solo por ficcionalizar al gaucho o al indio americano sino porque el mismo autor, que se convierte a su vez en personaje, es quien media entra esos dos tópicos dejándose tocar, manosear y admirar por el “otro”.
En fin, Mansilla sabe muy bien quién es y que lo lleva adentrarse al mundo bárbaro, y si bien está en constante contacto con el adentro y el afuera cuando vuelve no sigue siendo un salvaje sino que él sigue siendo ese hombre civilizado que era fue y será, “(mansilla) se dispone a entrar en el mundo del otro y regresar, desde el otro lado de la frontera no solo vivo sino indemne.”