Dijo la escritora Lidya Carreras cómo es para ella escribir libros para niños y adolescentes:
“Sin dejar moraleja la moraleja en los cuentos infantiles para mí es una mala palabra, el final debe ser abierto para dar lugar a la reflexión y que se genere la posibilidad de un cambio para mejorar lo vivido”.
“Evidentemente era algo estaba guardado, nadie inventa nada a los 50 años”, dice Carreras cuando se le pregunta por su despertar literario “algo tardío” que la llevó a consumarse profesionalmente como escritora en un corto lapso de tiempo. “No hay mucha historia – asegura- comenzó cuando mi hija me acercó el nombre de una profesora que dictaba talleres. Fue como descorrer una cortina, hasta ese momento sólo había escrito discursos para mis amigos o historias para los exámenes de mis alumnos”.
“Cuando surgieron las publicaciones y los premios decidí perfilarme un poco más y tomarlo como un trabajo, razón por la cual le dedico medio día a la escritura y otra mitad de jornada a mi tarea como docente de lengua extranjera”.
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