Tema: El juramento de los Centenera

Dijo la escritora Lidya Carreras cómo es para ella escribir libros para niños y adolescentes:

“Sin dejar moraleja la moraleja en los cuentos infantiles para mí es una mala palabra, el final debe ser abierto para dar lugar a la reflexión y que se genere la posibilidad de un cambio para mejorar lo vivido”.

“Evidentemente era algo estaba guardado, nadie inventa nada a los 50 años”, dice Carreras cuando se le pregunta por su despertar literario “algo tardío” que la llevó a consumarse profesionalmente como escritora en un corto lapso de tiempo. “No hay mucha historia – asegura- comenzó cuando mi hija me acercó el nombre de una profesora que dictaba talleres. Fue como descorrer una cortina, hasta ese momento sólo había escrito discursos para mis amigos o historias para los exámenes de mis alumnos”.

“Cuando surgieron las publicaciones y los premios decidí perfilarme un poco más y tomarlo como un trabajo, razón por la cual le dedico medio día a la escritura y otra mitad de jornada a mi tarea como docente de lengua extranjera”.

Los primeros trabajos de la escritora Lidya Carreras fueron cuentos para adultos y muchos de ellos obtuvieron galardones dentro y fuera de Argentina, incursionó en la literatura para los más pequeños tras ganar el primer premio de una convocatoria organizada por la Secretaría de Cultura de la Provincia de Santa Fe.

“No es fácil escribir para niños ya que la literatura infantil puede ser enternecedora o evocativa pero debe ser totalmente aséptica y fui llegando a eso de una manera espontánea. Se ve que había dentro mío una voz de niño que podía encontrar el registro y hacer que el otro escuchara a ese chico grande”, asegura.

Sus libros, si bien están dirigidos hacia niños y adolescentes, cuentan historias a veces muy duras que muestran el lado mas oscuro de las reacciones humanas y quizás en ello resida su éxito ya uqe se ha convertido en una autora muy cotizada, sobre todo en el mercado editorial internacional.

Resulta inevitable establecer una estrecha relación entre la literatura que propone Carreras con la narrativa del tucumano Juan José Hernández, quien también trataba en sus cuentos los intricados sentimientos de la infancia, matizados con una inequívoca dosis de crueldad, frustraciones e indefensión, “muchas veces desde la inocencia perdida”, según consta en un estudio realizado por Daniel Moyano sobre su obra.

Carreras propone historias duras con disparadores de la vida real y admite que para los editores apoyar sus emprendimientos es todo un riesgo:

“Una perspectiva distinta, descarnada y real” - sostenía Moyano en su ensayo sobre los cuentos de Hernández, absolutamente compatible con las novelas de Carreras - visiones que resultan de mirar el mundo desde una posición difícil, franca y comprometida sin crueldad ni piedad, sino con una lucidez dolorosa, pintando no el mundo que se desea sino el que es…”