“El enigma del códice Bardulia” de Álvaro Moreno Ancillo

“El enigma del códice Bardulia” es la una novela del escritor y médico español Álvaro Moreno Ancillo. Así como ustedes leen, medico, quien no solo ha salvado innumerables vidas, ha escrito innumerables ensayos médicos, sino que también ha escrito novelas, poesía y hasta ha sacado un CD con sus letras y música. Todo eso y más es Álvaro Moreno Ancillo.
Su novela “El enigma del códice Bardulia” es una novela histórica que narra dos momentos históricos, uno en el siglo IX y otro en la actualidad. En el siglo IX, el escritor presenta la historia de un niño que es rescatado, vivo, entre miles de cadáveres musulmanes, es rescatado por un fraile que lo acoge y lo ve como un milagro viviente y lo utiliza para restaurar la fe, lo que parece ser una simple novela contiene en su interior, un códice, una intriga y un misterio que sólo se podrá develar en la actualidad…¿Quieres saber cuál es dicho misterio? ¡Lee la novela!

Si no les ha quedado bien en claro sobre qué trata la novela “El enigma del códice Bardulia” de Álvaro Moreno Ancillo, si no han entendido qué tipo de historia utiliza el escritor para crear su novela, les comparto las palabras del mismo escritor, que se encuentran apenas uno abre la larga novela, que es como una especie de prólogo en donde resume y agrega una pizca de misterio a lo que será su novela.
"Una lengua no deja de ser la consecuencia de una evolución que depende de las personas que la emplean, y por ello es casi imposible decir dónde y cómo nace. Otra cosa son los documentos en los que por primera vez aparecen escritos, titubeantes, sus primeros balbuceos. Ya sabemos que los primeros legajos con palabras de una lengua romance que acabará convertida en el castellano proceden de los Cartularios del monasterio de Valpuesta, un enclave olvidado entre Burgos y Álava..."

Y continúan las palabras del escritor Álvaro Moreno Ancillo:
“Medievalistas y paleógrafos han logrado descifrar los secretos de estos documentos medievales y han llegado a la conclusión de que en los Cartularios de Valpuesta participaron más de treinta escribientes. Freile Gumessandus bien pudo ser uno de ellos. Un escribano especial que impulsó la creación de un documento aún no hallado; un documento tan excepcional como el resto de los que componen los Cartularios, pero cuyo contenido nos explicaría cómo pueblos de distintas lenguas y estirpes convergieron para hacerse más grandes. Lejos de histriónicas y erróneas consideraciones de provincianismos poco cultivados, el idioma castellano pertenece por nacimiento a las personas que lo hablaron desde sus inicios; y esto incluye, sin lugar a duda, a los pueblos eusquéricos. De la misma forma, el eusquera es parte primigenia del alma cultural de los primeros pobladores de Castilla.
Y algún día aparecerá ese manuscrito…"

Por último les comparto la introducción a la fantástica, pero histórica, novela de Álvaro Moreno Ancillo titulada “El enigma del Códice Bardulia” para que vayan entrando en el clima literario que les propone el autor, y como observaran es una escritura, por más de histórica que sea, bastante clara.
“El ermitaño corría nervioso a través de la brumosa espesura del bosque, pendiente, casi en exclusiva, del crujido de la hojarasca bajo sus pies y del acompasado jadeo de su respiración. Cada bocanada de aire exhalado se adornaba con un evanescente halo de vapor, dando fe del frío ambiente de aquella mañana de invierno. De cuando en cuando buscaba en el cielo, más allá de la tupida niebla, las negras humaredas de las hogueras que la batalla había producido; y apretaba el paso para llegar hasta ellas, pues sabía que aún quedaban cristianos malheridos en las distintas alquerías del valle, y deseaba poder auxiliarlos de alguna manera..."

Bellísima la parte de la novela en donde el escritor Álvaro Moreno Ancillo, narra el descubrimiento del niño cristiano entre los cadáveres, lo describe de manera tal que parecería que estamos leyendo una especie de milagro en donde nosotros somos los testigos.
“Como un estandarte entre los cadáveres, el escuálido muchacho cristiano se mantenía inmóvil y en silencio, con un rictus de odio y una mirada perdida en el infinito tales que acrecentaron aún más la turbación inicial del ermitaño. Sacando fuerzas de su congoja, se acercó con prevención hasta una distancia que consideró razonablemente segura.
—¡Hola! —exclamó en voz muy alta.
Aunque el muchacho no le respondió, el ermitaño estaba seguro de que su saludo había sido perfectamente oído. Gruñó para sí y lo repitió casi en un grito que resonó en el claro como si ningún otro sonido existiera en el bosque.
Nada. El ermitaño dio un paso más. El muchacho permanecía rígido, mudo e impasible.
Abrumadoramente extático…"