En 1903 Hipólito Yrigoyen comenzó a reorganizar la UCR para una nueva revolución. Dos años después dirigió el levantamiento armado conocido como la Revolución de 1905, que aunque fracasó logró presionar lo suficiente al partido oficialista como para producir una fractura. Los sectores más progresistas del autonomismo, como Carlos Pellegrini y Roque Sáenz Peña, comenzaron a sostener la necesidad de realizar cambios institucionales para contener el creciente conflicto social y político. En 1910 cuando Roque Sáenz Peña fue elegido presidente, la UCR ya no estaba en condiciones de realizar nuevos alzamientos armados, pero existía la creencia general de que la revolución era inminente.
Sáenz Peña e Yrigoyen, que tenían una amistad personal desde jóvenes, tuvieron entonces un histórico encuentro privado en el que acordaron sancionar una ley de sufragio libre. Anteriormente, la ley 4161 sancionada el 29 de Diciembre de 1902, trató de remediar el estado de corrupción cívica mediante el otorgamiento de garantías básicas al electorado, entre ellas la confección de un padrón permanente y el control por parte de los partidos, aunque conservaba en lo esencial las prácticas del sufragio público.
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