Según Josefina Ludmer en su ensayo: “El género gauchesco” hay sólo dos “usos” que delimitan al género gauchesco: el uso del cuerpo del gaucho para el ejército y un uso de su voz por la cultura letrada.
Ese uso del cuerpo logra separar a los gauchos de su lugar de residencia, el campo, para llevarlos al campo de batalla en donde surge la voz “el primer locutor ficticio de la literatura gauchesca es el gaucho en tanto cantor y patriota.” Así, la voz tomada del gaucho aparece escrita y reformulada gracias a convenciones métricas y rítmicas pertenecientes al letrado.
Así es como el gaucho pierde su voz para cantar el lamento de pertenecer al ejército de su patria y su derecho a tener una voz se asienta en las armas. Y lo que surge es lo que define su entrada al género gauchesco: la lengua como arma.