Tema: El fin del trabajo: falacia y resignación, de Ana P. Quiroga

Uno de los dilemas planteados es la importancia de la tecnología en la producción, al punto de que los instrumentos de trabajo y maquinarias modernas logren eliminar al sujeto de la escena social. Pero el trabajo es una actividad del hombre en pos de la producción de bienes que logren satisfacer las necesidades de los individuos y, además, es propia del hombre en tanto aúna los físico, social y psíquico.

Al respecto, Quiroga señala que es la forma principal de “intercambio social” entre el hombre y al naturaleza sin importar el grado de incidencia de las tecnologías en estas relaciones. Además, da a entender que una de las características vitales del trabajo es la creatividad que conlleva, procesos, según Quiroga, que se dan desde el comienzo de la vida, en los primeros años, dado que nuestra cultura tiene la particularmente la marca del juego y se continúa más tarde en el trabajo creativo.

Tomando el concepto de “trabajo creativo” y a esa creatividad como expresión del hombre el relación a su entorno, se debe tener en cuenta, por ende, en la relación inevitable entre el trabajo y los procesos históricos y los modelos económicos reinantes que originan relaciones sociales determinadas, ya sean productivas, o en función de la propiedad, las que a su vez dan lugar a relaciones de poder.

Ana P. Quiroga desarrolla su explicación sobre el ingreso del hombre a los sistemas de producción en Edmundo capitalista, e indica también que éste ingresa al mercado de trabajo ofreciendo su energía psicofísica, sus habilidades y conocimientos y también su fuerza de trabajo. Ingresa al mundo de producción capitalista como otra mercancía y vende por un tiempo delimitado su fuerza de trabajo. Esta condición de “mercancía” conduce al hombre a posicionarse en un lugar ambivalente, es decir, un no reconocimiento con lo que se produce y hasta a veces de “odio” con lo producido y con el trabajo.

Estas consecuencias negativas del trabajo, provocadas por los ritmos de producción (las cuales se producen con mayor notoriedad en los sistemas de producción altamente tecnificados) tienen su razón en que la esencia del hombre depende de las relaciones concretas del trabajo y, como el “hombre es un ser histórico”, estas relaciones tendrán lugar en cada circunstancia histórica. La alienación del hombre, la cual tiene incidencia en todos los órdenes de la vida humana (social, político, filosófico, religioso, etc.) tiene su raíz en el trabajo, porque en él está le fundamento de la esencia del hombre.

En cuanto se genere un sentimiento de rechazo u “odio” hacia el trabajo, también se producirá un impacto en la autoestima del individuo, según Quiroga. El trabajo creativo dejará de serlo en tanto los sistemas de producción, altamente tecnificados, hagan que el hombre no se sienta identificado ni se sienta creador, lo que a su vez generará que se sienta excluido de su propio sistema y que pierda su esencia y su identidad.

Ana P. Quiroga plantea que, si con la aparición de nuevos mercados y formas de producción, se procede a una nueva forma de alienación del hombre o simplemente ésta desaparece. Para la psicóloga social este hecho engendra una nueva estrella en la escena: la competitividad. Dado a los ritmos y demandas de los sistemas globalizados, el trabajador debe estar capacitado permanente, controlar el mantenimiento y la calidad del producto, lograr que los clientes no se vayan y cumplir roles de trabajo polivalentes (estar calificados para operar en varios puestos de trabajo diferentes).

A primera impresión, estas nuevas modalidades podrían hacer que realmente surgiera el trabajo creativo, vital para resignificar la esencia del hombre. Pero en realidad lo que se resignifica es el reconocimiento del “otro” en el sistema productivo como competidor o enemigo. “La competitividad es representada continuamente en los hechos y en las relaciones interpersonales, conduciendo a una resignificación del otro como rival a excluir o destruir” .

Si bien es cierto que la responsabilidad laboral conduce a un fortalecimiento del yo y a un impacto positivo en la autoestima, Quiroga dice que la confusión que puede provocar el hecho de admitir, equívocamente, que responsabilidad empresarial es lo mismo que responsabilidad laboral, puede conducir a una nueva forma de alienación, ya que esta confusión actuaría como falsa indicadora de identidad. Asimismo, el temor a la exclusión (sensación que es consecuencia característica y permanente de los sistemas de producción de los mercados globalizados), puede conducir al temor de quedarse sin empleo y por ende al “terror de la inexistencia”. Este concepto de temor a no existir utilizado por Quiroga, es casi idéntico al utilizado por Míguez cuando toma al trabajo como símbolo de identidad y pertenencia social. Estas reglas de miedo a la exclusión del sistema laboral y de luchas con los demás miembros de los grupos de trabajo son una nueva forma de alienación del hombre.

Si el hombre acepta estas condiciones impuestas, ya sea a través de la negación de los hechos, el replanteo de las nuevas situaciones descritas o la sumisión, se sumerge en un proceso destructivo en el que no sólo “perderá una parte sustantiva de las emociones y el pensamiento” sino también el reconocimiento de su propio ser en relación a la dimensión de las cosas y de los demás individuos. La primera alienación indicada por Marx se desvirtúa en este nuevo proceso del mundo globalizado, hasta el punto en que las nuevas relaciones sociales también se transforman negativamente.

Por otra parte, es importante destacar que la alienación también proviene de la imposibilidad del hombre a elegir su trabajo y, en consecuencia, pierde también “la forma de realizarse, dado que no puede elegir el lugar que quiere en los procesos sociales de producción”. Así que creo que podemos afirmar que el trabajo no va a desaparecerá con la globalización, sino que surgen nuevas formas de alienación.

Tomando como punto de partida al pensamiento, como aquel término que define a la actividad y a la creación de la mente y a todo aquello que es traído a existencia mediante el trabajo del intelecto, el tipo de pensamiento que está embuido en el texto es del tipo crítico y también social. El término pensamiento se utiliza frecuentemente en forma genérica para definir a toda la actividad producida por la mente, ya sea de carácter abstracto, racional, creativo o artístico, entre otros. En el caso del texto de Quiroga el tipo de pensamiento de la socióloga se puede ubicar, primero, en el tipo de pensamiento social, ya que aborda diversos elementos que forman parte del entorno social, realiza cuestionamientos a las posiciones de Fukuyama e intenta encontrar posibles soluciones. Por otro lado, también se puede encontrar un pensamiento del tipo crítico, ya que analiza las cuestiones relacionadas con el trabajo, evalúa los campos del conocimiento e intenta superar los planteos lógicos basándose en la interrelación del conocimiento y la acción.