Todos hemos leído en algún momento de nuestras vidas libros como: “La cenicienta”, “Caperucita roja”, “Matilda” o “Charlie y la fábrica de chocolate” pero creo que nunca hemos leído los “cuentos en verso para niños perversos” de Roald Dahl. Así como leen, el escritor Roald Dahl ha escrito, a modo de poemas, los clásicos de la literatura infantil pero agregándole un plus sumamente gracioso y transgiversados.
En uno de los “cuentos” del escritor retrata la historia de Ricitos de oro pero aquella niña inocente del cuento infantil es ahora una niña acusada de delincuente. Es decir, retrata a los personajes de los cuentos más famosos de los últimos tiempos pero con un plus de divertimento. Es un libro de cuentos imperdible ya que nos vuelve a situar en los cuentos de niños pero desde una postura más adulta y con historias más adultas.
A continuación comparto un fragmento de uno de sus cuentos titulado “Caperucita Roja y el lobo” para que observen como construye el escritor sus historias
Caperucita Roja y el lobo
Estando una mañana haciendo el bobo
le entró un hambre espantosa al Señor
Lobo, así que, para echarse algo a la
muela, se fue corriendo a casa de la
Abuela.
<<¿Puedo pasar, Señora?>>, preguntó.
La pobre anciana, al verlo, se asustó
pensando: <<¡Este me come de un
bocado!>>. Y, claro, no se había
equivocado: se convirtió la Abuela en
alimento en menos tiempo del que aquí
te cuento. Lo malo es que era flaca y
tan huesuda que al Lobo no le fue de
gran ayuda: <<Sigo teniendo un
hambre aterradora… ¡Tendré que
merendarme otra señora!>>. Y, al no
encontrar ninguna en la nevera, gruño
con impaciencia aquella fiera:
<<¡Esperaré sentado hasta que vuelva
Caperucita Roja de la Selva –que así
llamaban al Bosque la alimaña,
creyéndose en Brasil y no es España–…
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