Es de noche en la ciudad. Mi cabeza no para de estallar en mil pedazos. En un lugar de la sala se distribuyen miles de voces que intentan invadir mi espacio, mi ser y no me dejan de zumbar. Afuera, en la oscuridad, el frío se apropia de la naturaleza, de los árboles, de las hojas, de mí.
Yo observando esa escena me tiro en un sillón, pongo música de fondo y recuerdo que ayer medite.
Fui al cumpleaños de Ser y como consigna optativa podías meditar, con colchonetas, tapados y música de fondo. Nunca había meditado, es más me daba un poco de gracia meditar, no creía en la posibilidad de llegar a una relajación profunda a través de la música instrumental. Pero ayer dije: "bueno dale yo quiero meditar"... Okey, acá voy...Cerré los ojos y empecé a experimentar una sensación que jamás había sentido, eran mil colores que se aparecían en mi mente y mil sensaciones distintas, por un segundo pensé que estaba soñando pero no, estaba meditando. No sé cómo explicarlo, tal vez eran todas las cosas que me estaban pasando en la cabeza, la verdad es que no pude poner en ningún momento la mente en blanco, pero si en múltiples colores e imágenes que dejaron mi cabeza marchita.
Después tuve que volver a la realidad, al estado "normal" y salir a un bar. La verdad fue complicado, no sé no me sentía bien, estuve toda la noche con una sensación tremenda. Luego de la noche meditada y de una pesadilla tremenda, abrí los ojos y dije "me voy al parque", así que agarre mis auriculares, mi música, un libro y me fui a posar bajo un árbol a relajarme, a ver el río, a pensar en nada (que por supuesto nunca pude) y a leer Amalia con su federación argentina...Todo muy lindo hasta que el frío invadió mi espacio y tuve que juntar mis cositas y volver a mi casa.
Ya en mi hogar dulce hogar me acurruque al lado de la estufa y me puse a escribir y cuando lo hacía no sé porque se me vino a la cabeza un poema que amo de Oliverio Girondo, más que el poema entero una frase que suena como melodía para mis oídos..." Noches en las que desearíamos que nos pasaran la mano por el lomo, y en las que súbitamente se comprende que no hay ternura comparable a la de acariciar algo que duerme."
(Silencio demográfico)
Y si...luego de eso no puedo decir más nada.