Escaparse, huir, perderse. ¿Cuántas veces deseamos escaparnos de situaciones, hombres, mujeres, madres, padres o cualquier otro ser que estorbe nuestras vidas?, ¿Cuántas veces al día pensamos o deseamos un mundo imaginario donde los problemas no existan?
Frente a una situación desesperante lo único que queremos hacer es salir, escapar a otro lugar. En todas, o mejor dicho en casi todas mis situaciones, cuando me enfrente a tal o determinada cosa creí que la única solución posible era escaparse. Todavía escucho en mis oídos la voz de mi madre diciendo: “Cuando cerras la puerta tus problemas te acompañan a donde vayas”. Y es tal cual, uno no puede escapar, huir o salir de situaciones, por más que lo desee, y no existe, todavía, en el universo, un lugar en donde el fantasma del problema no aparezca. En mi deseo inconsciente siempre desee irme a un otro lugar, creyendo que allí mi problema iba a desaparecer; o imaginaba que un genio se iba aparecer y a concederme deseos para que las cosas se resuelvan. Por supuesto el genio jamás apareció y aquel lugar donde los problemas desaparecían tampoco lo encontré. Por eso creo y pienso que por más que huyamos de las cosas, aquellas van a seguirnos como sombras y por más que nos alejemos jamás podremos perderlas. Por eso creo que tal vez deberíamos dejar de fantasear con genios y lugares mágicos y empezar a usar nuestro genio para enfrentarlas y, como se pueda, resolverlas.