Señaló mis ropas: estaban manchadas de barro y de sangre. No contesté nada; me tomó suavemente la mano: tenía huellas de uñas humanas. Dirigió mi atención a un objeto que había en la pared; lo miré durante unos minutos: era una pala. Con un grito corrí hacia la mesa y agarré la caja. Pero no pude abrirla, y por mi temblor se me escapó de las manos, y se cayó al suelo, y se rompió en pedazos; y entre éstos, entrechocando, rodaron unos instrumentos de cirugía dental, mezclados con treinta y dos diminutos objetos blancos, de marfil, que se desparramaron por el suelo.

Así finaliza éste gran relato de Edgar Allan Poe. ¿Espeluznante no lo creen? ¿Todavía tienen piel de gallina? Oh si yo si. Sin lugar a dudas es uno de los mejores cuentos que yo he leído. Espero que les haya gustado y recuerden, en la semana de su aniversario, a este gran escritor inglés.