Con el desayuno (Juan José Saer)
Goldstein tenía 21 años en 1943, cuando lo deportaron a un campo de concentración, por el triple motivo de ser judío, comunista y miembro de la Resistencia.
No lo mataron, porque es sabido que los campos nazis eran en principio campos de trabajo, y los alemanes pretendían ganar la guerra gracias al trabajo de los más vigorosos de sus enemigos. A los que no les servían, enfermos, chicos, ancianos, los asesinaban inmediatamente, pero a los más jóvenes los hacían trabajar. En cierto sentido los campos nazis, por la manera en que se había organizado el trabajo de los prisioneros, piensa Goldstein, representan un ejemplo avant la lettre de lo que podría llegar a ser la última etapa de la llamada desregulación del mercado laboral. Por lo tanto, Goldstein está convencido de que fue su condición de mano de obra barata lo que le salvó la vida.
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