La novela de Miguel de Unamuno, “San Manuel Bueno, mártir”, trata de la vida de un cura de aldea que ha perdido la fe sobre aquello en lo que profesa, pero que, sin embargo, continúa con sus tareas habituales, imponiéndose la misión de que sus feligreses sigan actuando y no pierdan la fé. ¿Por qué actúa así? ¿Por qué oculta La Verdad? Estos son algunos de los interrogantes que nos movilizan apenas leemos la obra. Porque lo que realiza Unamuno es poner en tela de juicio las creencias religiosas de La Verdad de la vida y la muerte.
Así, la trama novelesca nos presenta, a nosotros sus lectores, lo que parece ser una encrucijada inexorable. Y en esta encrucijada se encuentran elementos éticos, filosóficos, metafísicos, políticos e ideológicos. Estos elementos conflictivos entre sí deambulan en derredor de otro elemento, no menos intrincado: La Verdad.
En la novela, Don Manuel, no sólo oculta su escepticismo, sino que La Verdad ocultada aparece como un cuestionamiento muy profundo a las bases del catolicismo y de la religión toda.
“San Manuel Bueno, mártir” es una excelente novela que pone en entre dicho la creencia y el escepticismo del ser humano.