El joven Adam, que sólo viajó hasta la costa a pasar unas tranquilas vacaciones se ve afectado por el suceso. Lo que es peor aún, al cuero del escritor asesinado le habían arrancado las manos. Las pesquisas no sabían si lo hicieron por venganza y saña o ara que no pudieran identificarlo.
El investigador a cargo del caso es el comisario del lugar, pero no porque le corresponda, sino porque él mismo se ofrece. Al practicarle la autopsia al cuerpo descubren que no lo mataron sino que el escritor murió de insuficiencia cardíaca, lo que complica aún más las cosas.
De este modo, P.D. James hace alarde de su dote para narrar hechos policiales con un increíble manejo del suspenso, del horror y del enigma. La autora inglesa es considerada una de las más notables escritoras del género policial de su tiempo, aunque su producción literaria no haya sido demasiado extensa en comparación con otros autores.
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