A continuación comparto un fragmento de “Temporada en el infierno” de Arthur Rimbaud para que observen ese desgarro y corazón roto con el que escribe el autor:
Noche del Infierno
Me ha tragado una buena buchada de veneno. - ¡Bendito sea tres veces el consejo que me llegó! - Las entrañas me arden. La violencia del veneno me retuerce los nervios, me hace deforme, me arroja al suelo. Me muero de sed, me ahogo, no puedo gritar. ¡Es el infierno, la pena eterna! ¡Ved cómo se reavivan las llamas! ¡Ardo como es debido! ¡Venga, demonio! Había entrevisto la conversión al bien y a la felicidad, la salvación. Podía describir la visión, ¡pero el aire del infierno no soporta los himnos! Eran millones de criaturas encantadoras, un suave concierto espiritual, la fuerza y la paz, las nobles acciones, ¿qué sé yo?
¡Las nobles ambiciones!
¡Y sigue siendo vida! - ¡Si la condenación es eterna! Todo hombre que desee mutilarse está ya condenado, ¿verdad? Me creo en el infierno, luego estoy en el infierno
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