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"Othello" de Shakespeare
Othello es otra de las grandes tragedias de William Shakespeare. Como en toda tragedia los acontecimientos que se irán desencadenando a lo largo de los diferentes actos provocaran sucesos dramáticos para buena parte de sus protagonistas. El destino fatal es siempre pieza clave en el desarrollo de la historia. El protagonista de esta obra es Othello, “el moro de Venecia”, capitán del ejército de la ciudad-estado italiana.
La tragedia fue representada por vez primera el 1 de noviembre de 1604 ante la corte inglesa. Por lo tanto, se supone que fue en los años precedentes cuando se escribió. Su publicación, sin embargo, no sería hasta después de la muerte del escritor y un año antes de la edición de sus obras completas, el denominado Folio, en 1623. Hay diferencias entre estas dos publicaciones, ya que en la primera, con el fin de respetar el decreto de Jacobo I sobre lenguaje teatral, se evita el lenguaje que pueda resultar ofensivo al lector y espectador.
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Pues sí que os dado con Shakespeare… Esta tragedia no la he leído. En realidad conozco muchas de las historias shakesperianas, pero no las he leído todas, ni mucho menos. Es curioso como los ingleses y anglosajones en general, adoran a este escritor. Siempre están haciendo referencia a él, y parece que sea el único en la historia que ya haya despachado grandes obras literarias. No digo que no sea bueno, pero echo de menos que aquí en España se ensalce a nuestros escritores como lo hacen en otros países. Tenemos una historia literaria apasionante, que debería ser más valorada. Dicho esto, Shakespeare es uno de los grandes, y su estilo y su riqueza lingüística son geniales. Líbreme Dios de decir lo contrario ;)
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Bueno, Manolo. Es normal que los ingleses adoren a Shakespeare, puesto que su producción ha llegado al gran público y hoy en día son pocas las personas que no citan de un modo u otro, frases de alguno de los personajes shakesperianos. También en Estados Unidos goza de mucha presencia. La historia literaria moderna tiene en Shakespeare un tema de especial interés en la enseñanza. Si os fijáis, muchas de las películas ambientadas en institutos o universidades no tardan en sacar a Shakespeare a relucir. De todas formas, puede ser cierto que deberíamos hacer un mayor esfuerzo en difundir nuestra propia literatura, pero sin por ello negar, la importancia de otros genios literarios extranjeros.
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Sí, si te doy la razón. Pero es a lo que tú te refieres de la enseñanza. Parece que aquí enseñar la literatura clásica española está pasado de moda. Por ejemplo, El Quijote es una obra que a mí nunca ha logrado maravillarme, pero entiendo que es de obligado conocimientos para los estudiantes. Y así, con un montón de escritores y textos que son claves, no solo en la literatura española, sino en la universal. Aunque bueno, tampoco estoy ya muy al corriente de cómo están las cosas por los institutos :D
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Cervantes y Shakespeare son dos grandes. Pero hoy nos toca Othello :). Parece ser que la fuente en donde se inspiró Shakespeare fue el italiano G.B. Giraldi Cinthio. Nuevamente, como en el caso de “Romeo y Julieta” la acción se desarrolla en Italia en época de esplendor de ciudades-estado como Venecia. Incluso se cree que el protagonista podría estar inspirado en una persona real llamada Cristoforo Moro. Una de las claves de esta tragedia, como decía antes, es el destino fatal. Un destino que lleva a la ruina a su protagonista. Pero, como es habitual en el escritor inglés, la historia es poliédrica, y se desarrollan varios temas más. Para empezar Othello es un tratado sobre los celos, lo que mueve a varios de los protagonistas durante el desarrollo de la historia. El protagonista irá siendo “envenenado” poco a poco por los celos que provocarán sus postreros actos.
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Efectivamente, Vero. El eterno drama de los celos en las personas. Una de las grandes capacidades que tenía Shakespeare fue el hecho de escribir obras sobre temas universales de una manera que todo el mundo se podía identificar con ellos. Aunque parezca sencillo, no lo es. Todos conocemos aquellos temas que nos subyugan: amor, muerte, familia, odio, etc. Pero crear historias sobre esos temas, implicando al lector es uno de los grandes objetivos de cualquier escritor.
Shakespeare lograba esto por varias razones. Para empezar su enorme dominio del lenguaje y de sus recursos. Era capaz de escribir frases lapidarias para sus actores con gran facilidad. Además tenía un gran conocimiento del mundo del teatro y los juegos escénicos que aplicaba con maestría en sus obras. Los espectadores de la época quedaban anonadados tras ver una obra de sir William.
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Así que Othello va sobre los celos. Bueno, puede ser interesante entonces :) La verdad es que me cuesta imaginar las obras representada en el siglo XVII. Supongo que los espectadores tendrían sensaciones muy fuertes a la hora de asistir a representaciones teatrales. Sé que es una tontería lo que voy a decir, pero para ellos sería como una película para nosotros, o algo así ¿no? :D Bueno, el caso es que me gustaría teletransportarme a esa época y asistir al estreno de una obra. Sobre todo también para vestirme con aquellas lujosas ropas :o
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Sí, como decía son los celos los que mueven a los personajes de la obra. Pero hay mucho más. Para empezar uno de los personajes más atractivos de Othello, es Iago. Si el otro día hablábamos de Macbeth, como la personificación del mal en aquella obra, en esta podría ser Iago. Además, no hay duda de que a Shakespeare le encandiló este personaje desde el principio y pone gran énfasis en el desarrollo de su personalidad. ¿Y qué es lo que mueve Iago a lo largo de la tragedia? Os invitaría a leerla para poder opinar. Su personaje no es un ser práctico que confabula para conseguir beneficios personales. Es algo más. Su maldad parece proceder de un lugar aun más profundo e insondable. Iago es uno de los oficiales al cargo de Othello. El hecho de que nombre teniente a Cassio en lugar de a él, parece desencadenar su odio. ¿Pero es solo eso?
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Iago es un personaje muy interesante, sin duda. Es en el tratamiento psicológico de personajes de este tipo donde se aprecia el buen hacer de Shakespeare. ¿Es solo la venganza la que mueve a Iago? Tal vez haya más. El plan que traza este personaje para perjudicar a Othello es sumamente complicado. Tiene muy pocas probabilidades de éxito por su dificultad. Sin embargo, Iago no tiene ningún reparo en llevarlo a cabo. Además la consecución del mismo no tiene porque repercutir positivamente en él. Si su “enfado” procedía del no nombramiento como teniente, poco va a solucionar en este sentido con el plan que diseña. Por eso, se puede llegar a pensar que sus actos son producto de una frustración y un odio que van mucho más allá de una cuestión “laboral”. Es interesante eso que comentas Vero, del “lugar más profundo e insondable”. Parece que su mal fluye de sus mismas extrañas. Y es capaz de manejar racionalmente ese odio para llevar a cabo sus planes.
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Esto se pone interesante. Este Iago parece recordar a los malos malísimos de las películas o de las novelas actuales. A buen seguro, de que muchos escritores y guionistas de hoy en día fijan su atención en personajes clásicos como este para dar forma a sus historias.
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No tengas duda de que es así, Manolo. Las grandes obras clásicas, son clásicas, precisamente por su capacidad para adaptarse a los tiempos y seguir siendo vigentes aunque el mundo y las relaciones sociales cambien. Pero los temas universales de los que hablábamos antes siempre seguirán vigentes y acudiremos a ellos, porque son los que realmente nos definen como personas. Un personaje como Iago (o Lady Macbeth) sigue siendo atractivo porque aun hoy tiene vigencia. Aunque su historia se desarrolle hace varios siglos, sus motivaciones son intemporales y la maldad que mueve sus actos no se diferencia mucho, o nada, de la maldad contemporánea. Ahí está la esencia del término “clásico”. Algo siempre vigente a pesar de que los tiempos cambien.
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A todo eso me refería yo, Curro. Lo has explicado muy bien. Iago representa en la obra Othello, la maldad, el odio y la frustración personal. Un auténtico “genio del mal” que como dices, Manolo, podría aparecer en cualquier película de hoy en día, simplemente adaptando su lenguaje. E incluso muchos de ellos aparecen en cualquier oficina o lugar de trabajo :) Shakespeare vuelca toda su atención en Iago, lo que incluso nos puede hacer pensar que el propio escritor sentía admiración por su personaje. Tal vez no por su maldad y odio, pero sí por su capacidad para llevar a cabo sus planes con la máxima determinación. Aunque sus fines son reprobables moralmente, su actitud es firme en todo momento. Quizás Shakespeare buscaba en su vida una actitud similar hacia su trabajo, es decir, una firmeza y determinación suprema que le llevase a crear la mejor literatura posible.
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Bueno, a lo mejor no había tanta admiración y simplemente Sir William ideó un Iago con esos cualidades porque iban a ser muy efectivas desde el punto de vista dramático. Hay que tener en cuenta, como comentaste antes, que algunas de las situaciones descritas en la obra ya estaban previamente establecidas en las fuentes que Shakespeare utilizó.
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Yo sigo pensando que admiraba a Iago ;) Vamos a hacer un pequeño resumen de sus actos con algunas citas de sus personajes para que podamos entender mejor esta gran obra.
Acto I
Aparecen Iago y Rodrigo. Rodrigo está enamorado de Desdémona, mujer que será clave en el desarrollo de la historia. En este acto Iago ya manifiesta su enfado por el hecho de que Othello ha nombrado a Cassio su lugarteniente, puesto que se supone Iago esperaba. Iago comienza su gran plan conspiratorio. Othello se defiende ante el padre de Desdémona, ya que le había acusado de engañar a su hija.
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(Acto I, escena I)
Iago: Despreciadme si no le odio. Tres Grandes de la ciudad le fueron a ver sombrero en mano para pedirle personalmente que me hiciera su teniente; y, palabra de hombre, sé cuál es mi valor, no soy digno de peor puesto. Pero él (como enamorado de su propio orgullo y sus pretensiones) se les evadió con explicaciones rimbombantes, horriblemente rellenas de lenguaje militar
(…)
No todos podemos ser jefes, ni todos los jefes pueden ser seguidos con fidelidad. Observaréis muchos servidores respetuosos que doblan la rodilla y, enamorados de su propia servidumbre obsequiosa, van pasando el tiempo, como asno de su amo, nada más que por el pienso, y cuando son viejos a la calle. Por mí, dad latigazos a tales siervos honrados (…) Pues es tan seguro como que sois Rodrigo, que si yo fuera el Moro, no sería Iago: al servirle a él, me sirvo a mí mismo solamente.
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Ya en esas intervenciones que citas, se puede ir apreciando la caracterización de este “diabólico” personaje. Fijaos en cómo denigra a Othello acusándole de “orgullo y pretensiones”. Es común que muchas personas acusen a su prójimo de sus propios defectos y este caso es un ejemplo elocuente. Interesante también la referencia a la servidumbre honrada. Iago desprecia este tipo de actitud, incluso en el ejército, uno de los colectivos en que más lealtad es siempre exigida. “Por mí, dad latigazos a tales siervos honrados” :) También en esas líneas anuncia sus planes de futuro, una especie de promesa vengativa. Iago solo “se sirve a sí mismo” y así será.
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Bueno Curro, yo de momento no percibo tanta maldad en este pobre Iago. Le habían prometido un puesto y se lo dan a otro… Yo también actuaría así :cool: No, en serio, sí que se puede apreciar el inicio de las hostilidades con estas declaraciones de Iago.
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(Acto I, escena III)
Dogo: Permitidme hablar por vos mismo, y establecer una sentencia que podría ayudar a estos enamorados como un apoyo o escalón. Cuando ya no hay remedio, terminan los dolores, al ver lo peor, que antes pendía de las esperanzas. Lamentar una desgracia que ha pasado y acabado, es el modo mejor de atraer nueva desgracia. Cuando la Fortuna se lleva lo que no se puede preservar, la paciencia convierte en una burla su ofensa. El que sonríe cuando le han robado, roba algo al ladrón: el que disipa su dolor inútil, se roba a sí mismo.
Brabantio: (…) Esos consejos son equívocos, para endulzar o para echar hiel, con fuerza para ambos lados. Pero las palabras son palabras: jamás he oído decir que se penetrara a través del oído en un corazón herido. Humildemente os ruego que paséis a los asuntos de Estado.
(…)
Rodrigo: Estúpido es vivir cuando vivir es tormento, y entonces tengo receta de morir si la muerte es nuestro médico.
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Pues puede tener razón Brabantio, padre de Desdémona, al calificar de “equívocos” los consejos de Dogo. No obstante estoy de acuerdo en la afirmación “lamentar una desgracia que ha pasado y acabado, es el modo mejor de atraer nueva desgracia”. Obsérvense la profundidad de las afirmaciones de los personajes shakesperianos. Cada palabra se nos muestra como un tesoro de enorme significación y cada frase puede actuar como una sentencia. Sin embargo, la última apreciación de Dogo me resulta algo confusa; ¿realmente “el que disipa su dolor inútil, se roba a sí mismo”?
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Quizás Dogo se refiera a la inutilidad de concentrarse en el propio dolor, ya que como dice antes no conviene lamentar en exceso las desgracias.
Acto II
En este acto la acción comienza en Chipre. Los venecianos se desplazan en barco a esos territorios para hacer frente a los turcos. Recordemos que en esa época, tanto turcos como venecianos tenían unas potentes flotas y trataban de dominar el Mediterráneo con el fin de asegurar sus rutas comerciales que eran de mucha importancia para la economía de los estados. Iago continúa con sus tretas intentando perjudicar a Othello, a través de Rodrigo el cual provoca a Cassio con el fin de que Othello le aparte de su cargo. Lo consigue. Por último Iago intenta convencer a Cassio de que apele a Desdémona para evitar su “despido”. Todo con el fin de despertar los celos en Othello.
(Acto II, escena I)
Iago: Que Cassio la ama, bien lo creo: que ella le ama, es fácil y digno de creerse. El Moro (aunque yo no le soporte) es de carácter constante, afectuoso y noble, y me atrevo a decir que resultará un marido muy afectuoso para Desdémona. Ahora bien, yo también la amo, no por simple lujuria sino en parte llevado a nutrir mi venganza, pues sospecho que el lascivo Moro se metió de un brinco en mi sitio (…)
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Sí que sacáis punta a cada palabra :) Pero entiendo que así debe hacerse. Es común que ahora leamos todo con demasiada rapidez, como con prisas. Por eso creo que el estilo de las novelas que triunfan en muchas ocasiones es algo descuidado y sencillo con el fin de no entorpecer este tipo de vertiginosas lecturas. Obviamente a Shakespeare hay que dedicarle más tiempo para degustarlo en toda su plenitud. Veo que Iago en este Acto II sigue maquinando contra su “amigo Othello :D
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Has hecho un buen apunte Manolo. Mucha de la literatura actual se produce con el objetivo de su consumo rápido. En este sentido, los libros, como cualquier otro bien de consumo, están diseñados para usar, tirar, y comprar otro nuevo. Por supuesto, me refiero a mucha de la literatura de entretenimiento. Prevalece el pasatiempo sencillo y rápido, que se olvida con la misma velocidad que se disfruta. Por ello, conviene rescatar los clásicos para no olvidarnos de una literatura más reflexiva y que exige en el lector una mayor atención. Por supuesto, no todo el mundo está dispuesto a “perder” su valioso tiempo en esta clase de lecturas, pero nunca está de más rescatarlas.
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Pues vamos a seguir perdiendo nuestro valioso tiempo con algunas perlas más del acto II:
Cassio: Esta noche no, buen Iago; tengo la cabeza muy decaída y desdichada para beber. De buena gana querría que la cortesía inventara otra costumbre para pasar el tiempo.
Iago: Oh, son amigos nuestros; un vaso solo. Beberé por vos.
Cassio: Esta noche he bebido un solo vaso, y además bien rebajado, ya veis qué trastorno trae aquí. Soy desafortunado en mi poca firmeza, y no me atrevo a poner a prueba mi debilidad con más.
(…)
Iago: La honra es una imposición vana y casi siempre falsa, a menudo obtenida sin mérito y perdida sin merecerlo.
(…)
Cassio: Ah tú, invisible espíritu del vino, si no tienes nombre con que ser conocido, te llamaremos diablo. (…) Recuerdo una confusión de cosas, pero nada con claridad: una pelea, pero nada por qué. ¡Ah Dios, que los hombres se metan un enemigo en la boca que les robe los sesos! ¡Que nos transformemos en bestias con gozo y alegría, fiesta y aplauso!
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Espectacular esa escena a la que te refieres Vero. Las referencias metafóricas al daño que puede hacer un exceso de vino son memorables. Iago conoce bien las debilidades de Cassio y sabe cómo aprovecharse de ellas. En este caso, utiliza el alcohol para hacerle actuar sin raciocinio y realizar actos de los que luego se deberá arrepentir. ¡Qué los hombres se metan un enemigo en la boca que les robe los sesos! :D
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Pues sí, una descripción magnífica de una tremenda melopea con pérdida de memoria incluida. ¡Quien no ha! :o
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Bueno Manolo, alguna no hemos llegado a tanto. Si no, lee lo que hace Cassio, que tampoco quiero destripar todo el argumento.
Acto III
En este acto Cassio ve a Desdémona con el fin de que interceda por él ante Othello para recuperar su puesto. Esta situación es aprovechada por Iago para continuar con sus intrigas al confabular contra Cassio intentando crear celo en Othello. Es este acto donde se da la aparición de un elemento de gran importancia en la trama: el pañuelo. Este irá pasando de mano en mano, y creará conflictos en los personajes especialmente en el protagonista.
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Es muy común la aparición de esta clase de objetos personales en los dramas de esta época. Eran muy útiles desde el punto de vista escénico, ya que creaban en el espectador una especia de anclaje narrativo que favorecía el entendimiento de la acción. Quizás a la hora de leer la obra pueda parecernos ridículo o algo inverosímil, pero hay que valorarla con perspectiva histórica.
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(Acto III, escena I)
Gracioso: Por favor, ¿son estos instrumentos de viento?
Músico: Sí que lo son, pardiez.
Gracioso: Hay mucha ventosidad…
Músico: ¿Dónde la hay señor?
Gracioso: Pardiez, señor, yo conozco muchos instrumentos con ventosidades. Pero, señores, aquí tenéis dinero, y al general tanto vuestra música, que, por amor de todo afecto, os ruega que no hagáis más ruido con ella.
Músico: Bueno, señor, no lo haremos.
Gracioso: Si tenéis alguna música que no se oiga, a ello otra vez.
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Bueno, observo, que también hay lugar para el humor algo desenfadado :D, me alegro. Es reconfortante comprobar que los grandes de la literatura también se pueden reír de tonterías…
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(Acto III, escena III)
Desdémona: Ya lo sé. Os doy las gracias: queréis a mi señor, le conocéis desde hace tiempo, y estad bien seguro de que vuestro apartamiento no irá más allá de una distancia conforme a política.
(…)
Iago: Los hombres deberían ser lo que parecen, o, los que no lo sean, no parecer siquiera hombres.
Othello: Ciertamente, los hombres deberían ser lo que parecen.
Iago: Pues entonces creo que Cassio es hombre leal.
Othello: Pero ¿todavía hay algo más en eso? Por favor, háblame como a tus pensamientos, tal como los rumias, y da al peor de los pensamientos la peor de las palabras.
(…)
Iago: (…) El Moro ya está cambiando con mi veneno: las ideas peligrosas son venenos por naturaleza, que al principio apenas resultan desagradables al gusto, pero a poco que actúen en la sangre, arden, como las minas de azufre ¡Ya decía yo!
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Pues sí, Manolo. Una de las grandes habilidades de Shakespeare era el manejo de la ironía y el humor. En algunas ocasiones con complicadísimos retruécanos, y otras con humor más “mundano”. En el acto III seguimos viendo como Iago maneja los tiempos con precisión matemática. Interesante la referencia de este personaje a “las ideas peligrosas” en alusión a los celos que ha logrado suscitar a Othello. Nuevamente Shakespeare consigue definir de manera maravillosa el proceso que muchas de estas ideas siguen en nuestro cerebro, apoderándose de él como un veneno mortal que termina por “arder”.
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Acto IV
Iago aumenta el grado de confabulación con la fase final de su plan. Los celos de Othello son irrefrenables al asistir a una conversación de Iago y Cassio. Convencido de la afrenta Othello pierde definitivamente los nervios. Iago aprovecha la ocasión para aconsejar a Othello que estrangule a Desdémona. Así mismo, intriga buscando “eliminar pruebas” empujando al asesinato de Cassio por parte de Rodrigo.
Como vemos se trata de una argumento aparentemente complejo en cuanto la cantidad de sucesos que acaecen. Pero una vez representada la obra, las escenas eran muy fluidas y el espectador sufrían menor confusión.
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Bueno, hay que tener en cuenta que si se reflexiona sobre todo el argumento punto por punto, nos puede resultar algo inverosímil. En este sentido puede que este tipo de obras tenga una cierta relación con las actuales de intriga, espionaje, etc. Suelen ser tramas tan complejas que en ocasiones quedan cabos sin atar. Me recuerda un poco a novelas como “El sueño eterno” de Raymond Chandler, más tarde llevada al cine por Howard Hawks. Se decía que era un libro y película imposibles de seguir, pero con diálogos insuperables. Sé que es una comparación algo atrevida, pero en cierta manera, tragedias como Othello tienen ese toque complejo y a la vez maravilloso que las hacen tan atractivas para el público.
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(Acto IV, escena I)
Iago: ¿O estar denuda en la cama con su amigo una hora más, sin pretender nada malo?
Othello: ¿Desnuda en la cama, Iago, y no pretender nada malo? Es hipocresía ante el diablo. Los que tengan intenciones virtuosas y lo hagan así, es que el diablo les tienta en su virtud, y ellos tientan al cielo.
(Acto IV, escena II)
Emilia (mujer de Iago): Señor, me atrevo a apostar que es leal: pondría mi alma en juego. Si lo pensáis de otro modo, alejad vuestro pensamiento, engaña vuestro corazón. Si algún malvado os lo ha metido en la cabeza, que el Cielo se lo pague con la maldición de la serpiente, pues si ella no es leal, casta y fiel, no hay hombres afortunados; la más pura de las mujeres es sucia como la calumnia.
Llama la atención la defensa que la mujer de Iago hace de Desdémona, pero Othello ya tiene el veneno de los celos “corriendo por sus venas”.
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Uy, sí que me estoy liando un poco ya :confused: Será mejor que me la lea al completo, o mejor, que vea una representación para poder pillarle el tranquillo a toda la trama. ¡No sabía que Iago estaba casado!
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Acto V
Othello acusa directamente a Desdémona de infidelidad… Emilia toma partido a favor de Desdémona intentando ofrecer luz sobre la historia del pañuelo. Se suceden los acontecimientos que certifican la tragedia.
(Acto V, escena II)
Othello: Esa es la causa, esa es la causa, alma mía, pero no he de nombrároslo, castas estrellas: esa es la causa. Sin embargo, no verteré su sangre, ni heriré esa piel suya, más blanca que la nieve, tan suave como el alabastro de los monumentos. Con todo, ha de morir, o si no, traicionará a más hombres. Apagar la luz y luego apagar esa luz. Si te apago, llameante auxiliar, puedo devolverte tu luz de antes si me arrepiento. Pero una vez que apague tu luz [por Desdémona], tú, el más hábil modelo de la excelente Naturaleza, no sé dónde hay un calor prometeico que pueda encender de nuevo tu luz.
(…)
Othello: Esperad; una palabra o dos antes de marchar. Os ruego que cuando contéis en vuestras cartas esos desgraciados hechos, habléis de mí, como soy: no atenuéis nada, ni lo recarguéis con rencor. Entonces debéis hablar de uno que amó, no con juicio, sino demasiado; de uno nada fácil a los celos, pero, una vez llevado a ellos, agitado hasta el extremo; de uno cuya mano (como el pobre indio) tiró una perla más rica que toda su tribu (…)
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Me encanta la última escena, sobre todo las intervenciones de Othello, algunas de las cuales citas tú, Vero. Acepta con caballerosidad y entereza su destino, y tras la "tormenta de celos" es capaz de analizar con cierta frialdad su actitud. Shakespeare, una vez más, logra crear personajes que vencen al tiempo.