Fue en torno a 1595 cuando se estrenó, ya con gran éxito. En 1597 se publicaría por vez primera. En esta primera edición aparecen varias indicaciones escénicas muy interesantes, especialmente el uso dramático de puertas, cortinas y galerías. El gran avance de esta obra con respecto a versiones anteriores, está, como no podía ser de otra manera, en la genialidad lingüística shakesperiana. Este poema dramático está lleno de hábiles juegos de palabras, lo que confiere al conjunto una madurez de la que adolecían obras anteriores. Pero además, Shakespeare logra armonizar dos vertientes lingüísticas. La más elevada de los protagonistas principales, y el lenguaje pícaro y descuidado del personaje del Ama.
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