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Frases de Ernesto Sábato
Quisiera compartir algunas frases que dan cuenta del pensamiento y sentir del escritor argentino Ernesto Sábato, autor de libros impactantes como lo fueron su novela El túnel y también Sobre héroes y tumbas.
Sábato supo brillar en la literatura a nivel mundial en momentos en que su país atravesó situaciones políticas y sociales muy delicadas. No creía en Dios, aunque una vez escribió: “Dios existe, pero a veces duerme: sus pesadillas son nuestra existencia”.
También era un hombre nostálgico y taciturno, lo que reflejo con esta frase: “Lo que prueba que los años, las desdichas, las desilusiones, lejos de facilitar el olvido, como se suele creer, tristemente lo refuerzan”.
Fue maestro de escritores y su narrativa marcó el rumbo para las generaciones siguientes. Por eso afirmaba: “Un buen escritor expresa grandes cosas con pequeñas palabras; a la inversa del mal escritor, que dice cosas insignificantes con palabras grandiosas”.
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El gran escritor argentino Ernesto Sábato es autor de libros que son una reliquia de la literatura hispanoamericana contemporánea. Además, fue un gran pensador y critico agudo de la realidad social y política de su país, por eso dijo:
“Ser original es en cierto modo estar poniendo de manifiesto la mediocridad de los demás”.- “Las modas son legítimas en las cosas menores, como el vestido. En el pensamiento y en el arte son abominables”.
Fue un intelectual que se declaró abiertamente en contra de la dictadura militar en Argentina, plasmando sus reflexiones en palabras:
“A cada hora el poder del mundo se concentra y se globaliza. La masificación ha hecho estragos, ya es difícil encontrar originalidad en las personas y un idéntico proceso se cumple en los pueblos, es la llamada globalización”.
“El mundo nada puede contra un hombre que canta en la miseria. Hay una manera de contribuir a la protección de la humanidad, y es no resignarse”.
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Ernesto Sábato fue autor de numerosos libros que sentaron precedentes en la narrativa moderna de Latinoamérica. Entre ellos está el libro en el que se reunieron las charlas de este gran escritor con otro también gran autor como lo fue Jorge Luis Borges y Allí Sábato dijo:
“Siempre tuve miedo al futuro, porque en el futuro, entre otras cosas, está la muerte”.
“Uno y el universo” fue otro de los libros de Ernesto Sábato, en el que escribió:
“¿Qué se puede hacer en ochenta años? Probablemente, empezar a darse cuenta de cómo habría que vivir y cuáles son las tres o cuatro cosas que valen la pena”.
“Habrá siempre un hombre tal que, aunque su casa se derrumbe, estará preocupado por el Universo. Habrá siempre una mujer tal que, aunque el Universo se derrumbe, estará preocupada por su hogar”.
“El presente engendra el pasado”.
“El oficio -en el arte-, consiste en que no se lo advierta”.
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Algunas de sus grandes obras fueron “El túnel”, “Sobre héroes y tubas” y “Uno y el universo”, entre otros libros. En el último, especialmente, Erenesto Sábato analiza y reflexiona acerca del arte, de la vida, de la muerte y de la posición del hombre frente al mundo. Por ello escribió:
“Se discute si Dalí es auténtico o farsante. Pero ¿tiene algún sentido decir que alguien se ha pasado la vida haciendo una farsa?”.- “¿Por qué no suponer, al revés, que esa continua farsa es autenticidad? Cualquier expresión es, en definitiva, un género de sinceridad”.
“Cada mañana, miles de personas reanudan la búsqueda inútil y desesperada de un trabajo. Son los excluidos, una categoría nueva que nos habla tanto de la explosión demográfica como de la incapacidad de esta economía para la que lo único que no cuenta es lo humano”.
Ernesto Sábato colaboro en organizaciones de defensa de Derechos Humanos y siempre demostró su compromiso de intelectual con los problemas sociales.
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Es muy notable de qué manera se trasluce el pensamiento de este gran escritor que fue Ernesto Sábato, en sus frases. El argentino estaba obsesionado con la muerte y la soledad, también estaba preocupado por la vida de su país.
Sus reflexiones mostraban su dolor y sensibilidad por las cosas que lo rodeaban y decían así:
“¿O será uno de esos seres solitarios y a la vez temerosos que sólo resisten la soledad con la ayuda de ese gran enemigo de los fantasmas, reales o imaginarios, que es la luz?”.
“Todo hace pensar que la Tierra va en camino de transformarse en un desierto superpoblado. Este paisaje fúnebre y desafortunado es obra de esa clase de gente que se habrá reído de los pobres diablos que desde hace tantos años lo veníamos advirtiendo, aduciendo que eran fábulas típicas de escritores, de poetas fantasiosos”.
“Si nos cruzamos de brazos seremos cómplices de un sistema que ha legitimado la muerte silenciosa”.
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Quisiera compartir algunas frases del libro “Antes del fin”, del escritor argentino Ernesto Sábato. Fue un intelectual que supo llevar adelante sus ideales y enfrentarse al mundo entero cuando creyó necesario cambiarlos. Algunas de sus frases fueron:
“Los grandes carnavales de otros tiempos eran como un vómito colectivo, algo esencialmente sano, algo que los dejaba de nuevo aptos para soportar la vida, para sobrellevar la existencia, y hasta he llegado a pensar que si Dios existe, está enmascarado”.
Siempre dijo que la educación que recibió de su padre fue muy estricta pero con los años se dio cuenta que todo lo que su padre le había impuesto fue nada más que por su bien. Ya casi al fin de su vida aseguró:
“La severidad de mi padre, en ocasiones terrible, motivó, en buena medida, esa nota de fondo de mi espíritu, tan propenso a la tristeza y a la melancolía. Debajo de la aspereza en el trato, mi padre ocultaba su lado más vulnerable, un corazón cándido y generoso”.
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Ernesto Sábato fue un hombre de una sola mujer. Conoció a Matilde, quien sería su esposa, cuando ambos cursaban en la universidad de La Plata. De ella dijo:
“Descubrimos la última soledad: la del amante sin el amado, los hijos sin sus padres, el padre sin sus hijos”.
Poco antes de morir escribió sobre la muerte:
“A medida que nos acercamos a la muerte, también nos inclinamos hacia la tierra”.
La escritura fue importante para él desde que era un adolescente, aunque después se volcó por las ciencias y escribió sobre sus pasiones y sus desencantos:
“Para apaciguar el caos de mi alma volqué mis emociones y ansiedades en una serie de cuadernos, diarios, que quemé cuando fui más grande. Por la angustia en que vivía, busqué refugio en las matemáticas, en el arte y en la literatura, en grandes ficciones que me pusieron al resguardo en mundos remotos y pasados”.
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Los libros siempre fueron un refugio para Ernesto Sábato, y es por ello que dio:
“Recuerdo las bibliotecas de barrio fundadas por hombres pobres e idealistas que, con grandes esfuerzos, luego de todo un día de trabajo, aún tenían ánimo para atender cariñosamente a los chicos, ansiosos de fantasías y aventuras”.
Sobre sus primeras lecturas, de aquellos escritores legendarios que marcaron su vida como literato y también como hombre de bien aseguró:
“Aún me oigo reír por el desenfado y la encarnecida ironía con que Wilde desnudaba la hipocresía victoriana. O el temblor que sentía entre las páginas de Poe y sus maravillosos cuentos; o las paradojas de Chesterton y el misterioso Padre Brown”.
Sostuvo, hasta pocos días entes de morir, que los libros y las lecturas son indispensables para cualquier hombre:
“Las lecturas me han acompañado hasta el día de hoy, transformando mi vida gracias a esas verdades que sólo el gran arte puede atesorar”.
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Ernesto Sábato comenzó militando desde muy joven en el Partido Comunista Argentino, pero con el tiempo disintió de algunos puntos fundamentales, ya que consideraba que no era posible llevarlo a la práctica y la revolución no podía llevarse a cabo. En muchas discusiones tuvo que defender sus ideas, las cuales no fueron todas con agrado por parte de sus camaradas. Acerca de ello dijo:
“Las discusiones y peleas entre anarquistas y marxistas eran frecuentes, pero así y todo, tuve compañeros de ambos lados con quienes hasta hoy —¡los que sobrevivimos!— tenemos largas conversaciones recordando aquellos años heroicos”.
Decía que la revolución era romántica, como algo que fue mejor en otro tiempo pero imposible de plasmarse en la realidad:
“La Revolución Rusa tenía aún el resplandor romántico de aquel Octubre, y los compañeros comunistas terminaron por convencerme, decían que los anarquistas eran utópicos y que jamás lograrían tomar el poder como lo habían hecho ellos en el imperio zarista”.
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Cuestionaba las vías por as cuales eran inducidos los militantes proletarios a sublevarse contra sus gobernantes, si bien creía en la liberación, criticaba el modo de llevarla a cabo. Acerca de eso dijo:
“A los obreros se les hablaba de libertad pero eran encarcelados por participar en las huelgas; se les hablaba de justicia pero eran reprimidos y bárbaramente torturados”.
Sobre la revolución y el socialismo aseguró:
“Una utopía, claro, pero sin utopías ningún joven puede vivir en una realidad horrible”.
“Y la lucha contra el capitalismo no debería haberles impedido el repudio de los actos que atentaban contra la dignidad de la criatura humana, cualquiera haya sido el nombre de la ideología que pretendía justificarlos”.
Fue un enérgico defensor de las democracias y los gobierno libres y se proclamó abiertamente contra el fascismo en Europa. Sobre las dictaduras dijo:
“No hay dictaduras malas y dictaduras buenas, todas son igualmente abominables, como tampoco hay torturas atroces y torturas beneficiosas”.
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La política y su discusión fue uno de los temas que más apasionaron a Ernesto Sábato, tanto como para estar al borde de la muerte cuando fue enviado a la Unión Soviética para sumergirse en la militancia socialista. Discrepó con la efectividad del socialismo y su implementación segura en las sociedades civiles:
“¡Qué diferente habría sido la situación si el “socialismo utópico” no hubiera sido destruido por el “socialismo científico” de Marx!”.
Consideraba que la ideología política marcaba al hombre en su manera de vivir y de pensar. Defendió sus ideales y cuando tuvo que retractarse de algo porque ya no coincidía con ese ideal no tuvo necesidad de esconderse y enfrentó a quien tuvo que enfrentar.
“Quizá, por mi formación anarquista, he sido siempre una especie de francotirador solitario, perteneciendo a esa clase de escritores que, como señaló Camus: “Uno no puede ponerse del lado de quienes hacen la historia, sino al servicio de quienes la padecen”.
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Ernesto Sábato defendía a capa y espada la profesión de escritor, aunque también aseguraba que éste debía valerse de su arte para defender las buenas acciones y nunca debía defraudar al lector:
“El escritor debe ser un testigo insobornable de su tiempo, con coraje para decir la verdad, y levantarse contra todo oficialismo que, enceguecido por sus intereses, pierde de vista la sacralidad de la persona humana”.
También decía que los escritores estaban signados por las contradicciones de sus lectores y que siempre iban a encontrar quienes no coincidieran con sus ideas:
“El escritor debe prepararse para asumir lo que la etimología de la palabra testigo le advierte: para el martirologio. Es arduo el camino que le espera: los poderosos lo calificarán de comunista por reclamar justicia para los desvalidos y los hambrientos; los comunistas lo tildarán de reaccionario por exigir libertad y respeto por la persona”.
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En su prosa, Ernesto Sábato escondía signos de un gran poeta, ya que sus frases eran muy espesas y muy figurativas. Tal es el caso de estos párrafos que perteneces a ese bello libro que es “Antes del fin”:
“He soñado, de vez en cuando, con grandes profundidades de mar, con misteriosos fondos submarinos verdosos, azulados, pero transparentes. Hay noches en que me arrastran grandes corrientes, pero no es nada triste ni angustioso, por el contrario, siento una poderosa euforia”.
“Antiguas fuerzas, en algún oscuro recinto, preparaban la alquimia que me alejaría para siempre del incontaminado reino de la ciencia”.
“Porque mi espíritu, que se ha regido siempre por un movimiento pendular, de alternancia entre la luz y las tinieblas, entre el orden y el caos, de lo apolíneo a lo dionisiaco, en medio de ese carácter desdichado de mi espíritu, se encontraba ahora azorado entre la forma más extrema del racionalismo, que son las matemáticas, y la más dramática y violenta forma de la irracionalidad”.