En mi opinión, Niebla es una de las mejores novelas de Miguel de Unamuno. Sobre todo, hay un hecho en la novela que a mí siempre me pareció claramente revolucionario: el protagonista va a hablar con el autor (Unamuno) y se rebela contra él. Para mí esto encierra grandes significados. Resumiendo mucho, la ficción de Dios (autor) y su creación (personaje), y también la posibilidad de que tu creación termine por rebelarse contra ti y cree vida propia, la autonomía de los entes de ficción, etc.

Si alargar más esta explicación, recojo a continuación algunas citas y frases de la novela que han llamado mi atención. La verdad es que Niebla está plagada de sabrosas reflexiones de Unamuno y éstas no dejan de ser un significativa muestra de ellas:

Es una desgracia esto de tener que servirse uno de las cosas –pensó Augusto-; tener que usarlas. El uso estropea y hasta destruye toda belleza.

El que viaja mucho va huyendo de cada lugar que deja y no buscando cada lugar a que llega.

No metáis en la cabeza lo que os quepa en el bolsillo.

Los hombres no sucumbimos a las grandes penas y a las grandes alegrías, y es porque esas penas y esas alegrías vienen embozadas en una inmensa niebla de pequeños incidentes. Y la vida es esto, niebla. La vida es una nebulosa.

Nos llamamos como nos llaman. En los tiempos homéricos tenían las personas y las cosas dos nombres, el que les daban los hombres y el que les daban los dioses.

Las mujeres saben siempre cuando se las mira, aun sin verlas, y cuando se las ve sin mirarlas.

El amor precede al conocimiento, y éste mata a aquél.

Casarse es muy fácil; pero no es tan fácil ser casado.

Cuando el hombre se queda a solas y cierra los ojos al porvenir, al ensueño, se le rebela el abismo pavoroso de la eternidad. La eternidad no es porvenir. Cuando morimos nos da la muerte media vuelta en nuestra órbita y emprendemos la marcha hacia atrás, hacia el pasado, hacia lo que fue.

Mira, eso del amor es una cosa de libros, algo que se ha inventado no más que para hablar y escribir de ello. Tonterías de poetas. Lo positivo es el matrimonio. El Código Civil no habla del amor y sí del matrimonio. Todo eso del amor no es más que música.

Es muy frecuente que acabe por ser juguete de sus ficciones.

¡Nivola! Así nadie tendrá derecho a decir que deroga las leyes de su género… Invento el género, e inventar un género no es más que darle un nombre bueno, y le doy las leyes que me place. ¡Y mucho diálogo!

Y esta mi vida, ¿es novela, es nivola o qué es? Todo esto que me pasa y que les pasa a los que me rodean, ¿es realidad o es ficción? ¿No es acaso todo esto un sueño de Dios o de quien sea, que se desvanecerá en cuanto Él despierte, y por eso le rezamos y elevamos a Él cánticos e himnos, para adormecerle, para cunar su sueño? ¿No es acaso la liturgia toda de todas las religiones un modo de brezar el sueño de Dios y que no despierte y deje de soñarnos?

El hombre en cuanto habla miente, y en cuanto se habla a sí mismo, es decir, en cuanto piensa sabiendo que piensa, se miente. No hay más verdad que la vida fisiológica. La palabra, este producto social, se ha hecho para mentir.

La palabra y todo género de expresión convencional, como el beso y el abrazo… No hacemos sino representar cada uno su papel. ¡Todos personas, todos caretas, todos cómicos. Nadie sufre ni goza lo que dice y expresa y acaso dice que goza y acaso cree que goza y sufre; si no, no se podría vivir. En el fondo estamos tan tranquilos. Como yo ahora aquí, representando a solas mi comedia, hecho actor y espectador a la vez. No mata más que el dolor físico. La única verdad es el hombre fisiológico, el que no habla, el que no miente.

Probablemente no nace el amor sino al nacer los celos; son los celos los que nos revelan el amor. Por muy enamorada que esté una mujer de un hombre, o un hombre de una mujer, no se dan cuenta de que lo están, no se dicen a sí mismo que lo están, es decir, no se enamoran de veras sino cuando él ve que ella mira a otro hombre o ella ve a él mirar a otra mujer.

Hay lágrimas que refrescan y desahogan y lágrimas que encienden y sofocan más.

Eso que llaman neciamente olvidos involuntarios, como si cupiese olvidarse involuntariamente de algo. El olvido involuntario suele ser una grosería.

Apenas pisó la calle y se encontró con el cielo sobre la cabeza y las gentes que iban y venían, cada cual a su negocio o a su gusto y que no se fijaban en él, involuntariamente por supuesto, ni le hacían caso, por no conocerle sin duda, sintió que su yo, aquel yo de “¡yo soy yo!” se le iba achicando, achicando y se le replegaba en el cuerpo y aun dentro de éste buscaba un rinconcito en que acurrucarse y que no se le viera. La calle era un cinematógrafo y él sentíase cinematográfico, una sombra, un fantasma. Y es que siempre un baño en muchedumbre humana, un perderse en la masa de hombres que iban y venían sin conocerle ni percatarse de él, le produjo el efecto mismo de un baño en naturaleza abierta a cielo abierto, y a la rosa de los vientos.

Nadie es el que es, sino el que le hacen los demás.

Ver crecer al hijo es lo más dulce y lo más terrible, creo. No te cases, pues, Augusto, no te cases, si quieres gozar de una juventud eterna.

¿Qué quiere usted que hagamos los pobres si no hacemos hijos… para los ricos?

Soy un modesto, modestísimo, obrero del pensamiento, que acopio y ordeno materiales para que otros que vengan detrás de mí sepan aprovecharlos. La obra humana es colectiva; nada que no sea colectivo es ni sólido ni durable…

El tiempo perdido no vuelve trayendo las ocasiones que se desperdiciaron.

Pensar es dudar y nada más que dudar. Se cree, se sabe, se imagina sin dudar; ni la fe, ni el conocimiento, ni la imaginación suponen duda y hasta la duda las destruye, pero no se piensa sin duda. Y es la duda lo que de la fe y del conocimiento, que son algo estático, quieto, muerto, hacen pensamiento, que es dinámico, inquieto, vivo.

Cuando uno busca razones para justificarse no hace en rigor otra cosa que justificar a Dios.

Matar por matar es un desatino. A lo sumo para librarse del odio, que no hace sino corromper el alma. Porque más de un rencoroso se curó del rencor y sitió piedad, y hasta amor a su víctima, una vez que satisfizo su odio en ella. El acto malo libera del mal sentimiento. Y es porque la ley hace el pecado.

El ser padre, el que no está loco o es un mentecato, le despierta lo más terrible que hay en el hombre: ¡el sentido de la responsabilidad!

El matrimonio es un experimento… psicológico; la paternidad lo es… patológico.

Quería acabar consigo mismo, que era la fuente de sus desdichas propias.

He oído de uno que salió una noche armado de un revolver y dispuesto a quitarse la vida, salieron unos ladrones a robarle, le atacaron, se defendió, mató a uno de ellos, huyeron los demás, y al ver que había comprado su vida por la de otro renunció a su propósito.

Los más de los suicidas son homicidas frustrados; se matan a sí mismos por falta de valor para matar a otros…