Tema: Frases y pensamiento de Roland Barthes

En el polémico libro sobre el discurso amoroso Barthes desarrolla un agudo sentido de la percepción para comprender a la obra textual, poniendo, en tal caso, justamente el amor lo que significa el abrir los sentidos y así aplicar ese concepto de múltiples lecturas. Barthes escribió en el discurso amoroso:

“Todas estas diversiones que me solicitan serían momentos perdidos para la espera, impurezas de la angustia. Puesto que la angustia de la espera, en su pureza, quiere que yo me quede sentado en un sillón al alcance del teléfono, sin hacer nada.El ser que espero no es real. El otro viene allí donde yo lo espero, allí donde yo lo he creado ya. Y si no viene lo alucino: la espera es un delirio”.

“Si pudiera forzar el signo, someterlo a una sanción, podría finalmente encontrar descanso. Pero no puedo impedirme pensar, hablar; ningún director de escena está ahí para interrumpir el cine interior que me paso a mí mismo y decirme: ¡Corte! La locuacidad sería una especie de desdicha propiamente humana: estoy loco de lenguaje: nadie me escucha, nadie me mira, pero continuo hablando, girando mi manivela”.

El discurso amoroso pertenece a una de sus ponencias en un seminario internacional. Es un trabajo exhaustivo en el que el mismo consideró que dejó todo en él. Filosófico, agudo y audaz, este trabajo trascendió límites impensados, tal vez más allá de lo que hubiera imaginado su autor cuando escribió:

“No soy dialéctico. La dialéctica diría: la hoja no caerá, y después cae; pero entretanto habrás cambiado y no te plantearás ya la pregunta”.

“La sentimentalidad del amor debe ser asumida por el sujeto amoroso como una fuerte transgresión, que lo deja solo y expuesto; por una inversión de valores, es pues esta sentimentalidad lo que constituye hoy lo obsceno del amor”.

“Dí con un intelectual enamorado: para él, "asumir" (no reprimir) la extrema tontería, la tontería desnuda de su discurso, es la forma necesaria de lo imposible y de lo soberano: una abyección tal que ningún discurso de la transgresión puede recuperarla y que se expone sin protección al moralismo de la antimoral”.

Otras de las frases del magnífico Roland Barthes fueron:

“Me obstino, rechazo el aprendizaje, repito la misma conducta; no se me puede educar - y yo mismo no lo puedo hacer; mi discurso es continuamente irreflexivo”.

“No sé ordenarlo, graduarlo, disponer de enfoques, las comillas; hablo siempre en primer grado; me mantengo en un delirio prudente, ajustado, discreto, domesticado, trivializado por la literatura”.

También hablaba sobre el anacronismo, y se refería a ese recurso como uina aberración de la escritura. Acerca de ello dijo:

“Todo lo que es anacrónico es obsceno. Como divinidad (moderna), la Historia es represiva, la Historia nos prohíbe ser inactuales”.

“Del pasado no soportamos más que la ruina, el monumento, el kitsch o el retro, que es divertido; reducimos ese pasado a su sola rúbrica”.

“El sentimiento amoroso está pasado de moda (demodé), pero ese demodé no puede siquiera ser recuperado como espectáculo: el amor cae fuera del tiempo interesante; ningún sentido histórico, polémico, puede serle conferido; es en esto que es obsceno”.

Realmente los fragmentos de “El discurso amoroso”, de Roland Barthes son sencillamente brillantes. Habla del amor, de la fragilidad, de la vida, de las palabras y del suicidio de una manera muy especial, siempre comparando al amor con el texto y a lo textual con lo amoroso. Dice Barthes en su discurso:

“En la vida amorosa, la trama de los incidentes es de una increíble futilidad, y esta futilidad, unida a la mayor formalidad, es sin duda inconveniente”.

“Cuando imagino seriamente suicidarme por una llamada telefónica que no llega, se produce una obscenidd tan grande como cuando, en Sado, el papa sodomiza a un pavo. Pero la obscenidad sentimental es menos extraña, y eso es lo que la hace más abyecta; nada puede superar el inconveniente de un sujeto que se hunde porque su otro adopta un aire ausente”.

Si bien el texto sobre el discurso amoroso es complejo, no deja de ser apasionante. En cada una de sus frases se encierra el
más certero concepto de su pensamiento.

Roland Barthes también habló sobre la moral y las trasgresiones:

“La carga moral decidida por la sociedad para todas las transgresiones golpea todavía más hoy la pasión que el sexo”.

“La obscenidad amorosa es extrema: nada puede concentrarla, darle el valor fuerte de una transgresión; la soledad del sujeto es tímida, carente de todo decoro: ningún Bataille le dará una escritura a ese obsceno”.

La obscenidad para Barthes era parte del discurso y un elemento necesario para el abordaje de la trama textual. También lo eran la sobreestima del autor,ya que se traslucía en el texto:

“El texto amoroso está hecho de pequeños narcisismos, de mezquindades psicológicas; carece de grandeza: o su grandeza es la de no poder alcanzar ninguna grandeza”.

“El momento imposible en que lo obsceno puede verdaderamente coincidir con la afirmación, el amén, el límite grado de lo obsceno”.

“La ausencia amorosa va solamente en un sentido y no puede suponerse sino a partir de quien se queda -y no de quien parte-: yo, siempre presente, no se constituye más que ante tú, siempre ausente”.

Hay más frases de Roland Barthes que quisiera compartir en este foro, ya que considero, al igual que muchos de ustedes, que fue una de las mentes más brillantes de la semiótica, siendo el precursor de un nuevo análisis textual. Algunas de sus frases fueron:

“En la ausencia amorosa, soy, tristemente, una imagen desapegada que se seca, se amarillea, se encoge”.

“¿El deseo no es siempre el mismo, esté presente o ausente el objeto? ¿El objeto no está siempre ausente? No es la misma languidez: hay dos palabras: Pothos, para el deseo del ser ausente, e Himeros, más palpitante, para el deso del ser presente”.

“Dirijo sin cesar al ausente el discurso de su ausencia; situación en suma inaudita; el otro está ausente como referente, presente como alocutor”.

“Sé entonces lo que es el presente, ese tiempo difícil: un mero fragmento de angustia”.

“La ausencia dura, me es necesario soportarla”.

Magnífico, brillante y sutil fue siempre Roland Barthes. Creo que hay que tener la mente despierta y mantener nuestros cinco sentidos alertas para comprender la genialidad de su discurso amoroso. Genialidad que demostró de esta manera:

“La ausencia se convierte en una práctica activa, en un ajetreo (que me impide hacer cualquier otra cosa) en él se crea una ficción de múltiples funciones (dudas, reproches, deseos, melancolías)”.

“Esta escenificación lingüística aleja la muerte del otro: un momento muy breve, digamos, separa el tiempo en que el niño cree todavía a su madre ausente y aquél en que la cree ya muerta”.

“Manipular la ausencia es aplazar este momento, retardar tanto tiempo como sea posible el instante en que el otro podría caer descarnadamente de la ausencia a la muerte”.

Roland Barthes dejó un legado de suma trascendencia para la comprensión del texto, para el entendimiento de la trama textual a través de esas múltiples miradas, entre las que estaba el amor, el placer y también la angustia.