Frases de Alejandro Dumas

Alejandro Dumas tenía un modo muy especial de ser. Aunque gano mucho dinero con sus libros, dilapidó buena parte de su fortuna en fiestas y mujeres. Algunas de sus frases decían:

“Cuando el amor desenfrenado entra en el corazón, va royendo todos los demás sentimientos; vive a expensas del honor, de la fe y de la palabra dada”.

“¿Cómo es que, siendo tan inteligentes los niños, son tan estúpidos la mayor parte de los hombres? Debe ser fruto de la educación”.

Era un excéntrico por naturaleza, lo que se agudizó con su éxito como escritor. Tale s así que mandó a erigir su propio castillo al que llamó “Monte Cristo”,como el conde de una de sus más célebres novelas. Hizo decorar el interior de esta ampulosa fortaleza por profesionales expertos que vinieron desde Argelia a hacer el trabajo. “Si dais la impresión de necesitar cualquier cosa no os darán nada; para hacer fortuna es preciso aparentar ser rico”, dijo.

Tuvo varios hijos fuera del matrimonio, a los que no les faltaron el dinero ni los lujos, por lo que el escritor se ocupó siempre de que no pasaran necesidades materiales. También mantenía a sus amantes y vivió lleno de deudas debido a sus derroches.
Defendía el amor y los sentimientos puros, y decía: “Creemos, sobretodo porque es más fácil creer que dudar, y además porque la fe es la hermana de la esperanza y de la caridad”.

También hizo reflexiones acerca de la fe, de Dios y de las acciones humanas y escribió respecto a ello : “Resulta bastante raro que, en un momento dado, se encuentre, bajo la mano de Dios, un gran hombre para ejecutar una gran acción, y por eso, cuando se produce por casualidad esta combinación providencial, la Historia registra en el mismo instante el nombre de ese hombre elegido, y lo recomienda a la posteridad”.

Alejandro Dumas escribió hasta el final de sus días, aunque estaba, en sus últimos años, con severas dolencias físicas producto de la vejez. Sus escritos seguían siendo publicados en los principales diarios de Europa, con importante repercusión entre los lectores más cultos de París.

Dumas dijo: “Cuando el diablo se mezcla en los asuntos humanos para arruinar una existencia o trastornar un Imperio, es muy extraño que no se halle inmediatamente a su alcance algún miserable al que no hay más que soplarle una palabra al oído para que se ponga seguidamente a la tarea”.

Otra de sus actividades de las cual no se ha hablado mucho es que se dedico a reunir recetarios de cocina, el que salió publicado luego de su muerte bajo el título ”Gran Diccionario de Cocina”.

Otra de sus frases fue: “Todo cabe en lo breve. Pequeño es el niño y encierra al hombre; estrecho es el cerebro y cobija el
pensamiento; no es el ojo más que un punto y abarca leguas”.

El maestro de la pluma, Alejandro Dumas, dejó un inmenso legado de obras de distintos géneros. Con una especial forma de ser, sobre todo se caracterizó por ser mujeriego y dejó frases sobre el amor que quedaron en la historia, tales como:

Criticaba a la educación, sosteniendo que en muchas ocasiones era la base de un mal desarrollo intelectual desde la infancia. Por ello afirmó: “¿Cómo es que, siendo tan inteligentes los niños, son tan estúpidos la mayor parte de los hombres? Debe ser fruto de la educación”.

También criticó a la Iglesia Católica y a las malas acciones de los sacerdotes y obispos. No negaba de dios pero sí de la Iglesia. Y dijo: “Resulta bastante raro que, en un momento dado, se encuentre, bajo la mano de Dios, un gran hombre para ejecutar una gran acción, y por eso, cuando se produce por casualidad esta combinación providencial, la Historia registra en el mismo instante el nombre de ese hombre elegido, y lo recomienda a la posteridad”.

Alejandro Dumas murió casi en la pobreza, aunque a sus hijos (los que tuvo con distintas mujeres fuera del matrimonio) nunca les hizo faltar nada. Tuvo muchos amantes y derrochó gran parte de su fortuna en gastos innecesarios, mujeres y fiestas. Dijo sobre el amor:

“La vida es fascinante: sólo hay que mirarla a través de las gafas correctas”.

Siempre se sintió atraído por las mujeres y tuvo muchas amantes a las que les daba regalos, ropa y viajes. Sobre ellas dijo:

“La mujer es como una buena taza de café: la primera vez que se toma, no deja dormir. El bien es lento porque va cuesta arriba. El mal es rápido porque va cuesta abajo”.

“Cuando el diablo se mezcla en los asuntos humanos para arruinar una existencia o trastornar un Imperio, es muy extraño que no se halle inmediatamente a su alcance algún miserable al que no hay más que soplarle una palabra al oído para que se ponga seguidamente a la tarea”.