Frases de Sor Juana Inés de la Cruz

Sor Juana Inés de la Cruz fue una religiosa mexicana, que nació en 1648. “Es también conocida como “la hija de la Iglesia”. Además de religiosa fue poeta. Sus primeros esbozos en la escritura los hizo cuando tenía sólo ocho años cuando compuso “Loa Eucaristía”.

Algunos de sus versos decían así: "Al que trato de amor hallo diamante; y soy diamante al que de amor me trata; si a éste pago, padece mi deseo; si ruego aquél, mi pundonor enojo; de entrambos modos infeliz me veo."

Formó parte de la orden de Las Carmelitas descalzas pero tuvo que irse porque cayó presa de una profunda enfermedad, hasta que logró recuperarse y entró al convento de San Jerónimo, donde trabajaba en la contaduría. Allí fue donde pasó la mayor parte del tiempo escribiendo poesías, como también novelas, obras de teatro y ensayos. Era una estudiante brillante y llegó a tener una biblioteca propia con más de cuatro mil títulos.

Es considerada como una de las mujeres más brillantes de su época y sus primeras publicaciones fueron en 1689 cuando en Barcelona fue editado un título que reunía obras poéticas de su autoría.

En ese libro se encuentran uno de sus versos mas famosos:

Hombres necios que juzgáis
A la mujer sin razón,
Sin saber que sois la razón
De lo mismo que juzgáis”

Cerca de 1690 Sor Juana padece de peste y decide vender todos sus libros, los cuales formaban una de las bibliotecas más grandes de América Latina en su época. El dinero que logro reunir lo donó a los pobres y enfermos. Decía Sor Juana: “Sólo los celos ignoran fábricas de fingimientos, que como son locos, tienen propiedad de verdaderos”.

Muere tres años antes de que en España se publicara su obra poética, no sin antes ayudar a los más necesitados de México. Y escribió “Este amoroso tormento que en mi corazón se ve, Sé que lo siento, y no sé la causa por qué lo siento”.

Fiel a su amor por lo pobres y en contra de las injusticias del mundo, Sor Juana escribía sobre las guerras y el mal proceder de los hombres y así los plasmaba en sus versos:

“Si vos, sabiendo el peligro
queréis por la punta usarlo,
¿qué culpa tiene el acero
del mal uso de la mano?”.

Fue una alumna brillante que en menos de veinte clases aprendió latín a la perfección, Luchó por instruir a los más pobres, para que tuvieran una educación. Y dijo:

“Qué feliz es la ignorancia
del que, indoctamente sabio,
halla de lo que padece,
en lo que ignora, sagrado!”.

Otra de sus preocupaciones era la falta de entendimiento entre los seres humanos, lo que llevaba al odio y enfrentamiento con el prójimo, por ello escribió estos bellos versos:

“No hay cosa más libre que
el entendimiento humano;
pues lo que Dios no violenta,
por qué yo he de violentarlo?”.

Los poemas de Sor Juana Inés de la Cruz gozaron de gran prestigio en todo el mundo, pese a que ella pasó gran parte de su vida en México. Eran versos osados, que parecían estar escritos por una mujer con experiencia en el amor, como es el caso de éste poema:

“Que no me quiera Fabio al verse amado
es dolor sin igual, en mi sentido;
mas que me quiera Silvio aborrecido
es menor mal, mas no menor enfado.

¿Qué sufrimiento no estará cansado,
si siempre le resuenan al oído,
tras la vana arrogancia de un querido,
el cansado gemir de un desdeñado?

Si de Silvio me cansa el rendimiento,
a Fabio canso con estar rendida:
si de éste busco el agradecimiento,

a mí me busca el otro agradecida:
por activa y pasiva es mi tormento,
pues padezco en querer y ser querida”.