El gran pez

El film El gran pez, protagonizado por Edward Mac Gregor y Albert Finney, quienes caracterizan a Edward Bloom (el personaje principal de la trama) en distintas épocas de su vida, reproduce una historia profunda y particular que plasma de manera cuidadosa las diferencias entre aquel hombre que vive los acontecimientos de la vida a través del lente de la imaginación y del otro que vive el presente y los recuerdos del pasado de forma concreta y ajustada a los cánones tangibles de la realidad.

Su director Tim Burton, define muy bien el contraste entre el hombre-metafórico y el hombre-conceptual de Nietchze. La posmodernidad de Cadícamo en su tango La luz de un fósforo, también encuadra de manera perfecta en el pensamiento del filósofo alemán cuando dice: “En todo siempre el color es del cristal con que se mira…la vida es pura ilusión y un prima es el corazón”.

En consecuencia, la dualidad de las visiones de los hombres confrontada desde el punto de vista de Nietchze, se remite a los comienzos de la historia humana. No en vano, las formas de expresión y comunicación desde el homo sapiens hasta las estructuradas y digitalizadas funciones cibernéticas, han sido canalizadas y percibidas de diferentes maneras. Incluso la cultura medieval (período supremo de gestación del humanismo y el renacimiento) también se vio inmersa en una dualidad de interpretación de conceptos de los más variados: Los ruidos nocturnos en medio de los bosques y los campos paupérrimos del medioevo, que para algunos no significaba más que eso y, para otros, representaba la presencia de espíritus maléficos.

El gran pez combina armónicamente las idas y vueltas en la vida de su protagonista y su deseo incesante de convencer a su hijo (Billy Crudup) de que esa manera estética e irreal de comprender los sucesos de la vida es la correcta.

De forma elocuente el título de la película, “The big fish”, representa la dimensión de la figura del padre. Gran – big, símbolo de superioridad o respeto, que pretende imponer una visión del mundo ajustada a su criterio y que, como padre, tiene el poder de hacerlo. Por otra parte, el hijo que rechaza (ya sea por su inherente forma conceptual de entender lo empírico o por la rebeldía misma) el sentido metafórico que el “el gran pez” intentó imponerle desde la infancia.

Por último, Billy Crudup termina por ceder ante los deseos de su padre en su lecho de muerte. Como dice Niestzche: “El amor es la única cosa que puede romper con el esquema del hombre conceptual”.

Realmente esta película e spara analizarla, más allá de los efectos especiales y de los tecnicismo utilizados para su producción. Es mucho más profundo el sentir de su protagonista sobre la concepción de la realidad y la elevación del alma.